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alamontes de origen oriental que operan en Centroamérica deforestan la mayor reserva mexicana de bosque tropical –Calakmul–, refieren datos de esa Reserva de la Biósfera. Los criminales extraen impunemente maderas más costosas que el cedro y la caoba. Mientras el metro cúbico de esa última se cotiza en 7 mil pesos, el granadillo y el ciricote –saqueados allí– se venden en el mercado negro hasta en 60 mil pesos. Ejidatarios solicitan con urgencia a la Guardia Nacional
En casi total impunidad, talamontes organizados como una mafia deforestan Calakmul, Campeche, la segunda región más importante de América por su extensión de bosques tropicales. En esa Área Natural Protegida crecen dos de las especies de maderas preciosas más codiciadas en el mercado negro: el granadillo y el ciricote.
La emergencia por la inseguridad y la violencia que ha traído consigo el crimen organizado ha orillado a los ejidatarios de la región a pedir urgentemente la presencia de la Guardia Nacional.
José Adalberto Zúñiga Morales, director de la Reserva de la Biósfera Calakmul, explica a Contralínea que esta área es una de las más importantes de México, pues el corredor biológico alberga cerca del 12 por ciento de la biodiversidad nacional.
El funcionario federal señala que, actualmente, en la región hay dos riesgos principales: el antropogénico y el relacionado con el cambio climático. En el primer tema se trata de la “mafia organizada” que lleva a cabo la extracción de especies maderables.
Al respecto, expone que estos criminales “han estado incidiendo mucho dentro de la Reserva, incluso dentro de las comunidades forestales, han estado robando las especies importantes: el granadillo y el ciricote”.
Zúñiga Morales agrega que “esas dos especies son las que en el mercado internacional han tenido un despunte por su veta muy bonita y su durabilidad, así como su trabajabilidad, que supera por mucho a la caoba y al cedro. El costo de un metro cúbico de caoba legal está más o menos en 7 mil pesos y esta madera ilegal está en cerca de 40 mil pesos o 60 mil pesos el metro cúbico”.
El director de la Reserva de Calakmul indica que han detectado que sería una “mafia oriental” la que opera en la zona, misma que estuvo en Nicaragua, donde ya extinguieron estas especies de madera. Y también se tiene registro de su presencia en el vecino del Sur: Guatemala.
A estos talamontes no se les identifica aún. “No tienen un nombre como tal porque son comercializadores de madera, pero decimos que es una mafia por la forma en cómo trabajan: están organizados en estratos delincuenciales, contratan mano de obra que no es local, tienen puesto vigías y están armados”, explica el funiconario federal.
En entrevista, el ejidatario William César Uc Chuc, comisariado de Pustunich, Champotón, señala que este año se puso más fea la situación con los talamontes. “Hemos sufrido amenazas al grupo [de ejidatarios que conserva el Área Natural Protegida] que tenía ahí un campamento y [los talamontes] van armados”.
Por eso es que “vinimos aquí [a la Ciudad de México] con la intención de llevar buenas respuestas a nuestra gente. Vinimos a ver al gobierno federal porque en el estado no hemos sido atendidos como estamos pidiendo. Hace 5 años tuvimos problemas con los taladores, fuimos hasta meterle denuncia a Profepa, al gobierno del estado y a Semarnat y no nos han hecho caso”.
El problema en la región es muy complejo. Zúñiga Morales –director de la Reserva de Calakmul– admite que las acciones de combate a la tala ilegal resultan insuficientes, debido al amplio territorio que abarca la Reserva. “Contamos con dos cuerpos de la Gendarmería Ambiental, sin embargo, estamos hablando de una extensión de cerca de 123 mil hectáreas”.
Tan sólo el 7 de agosto pasado, en el paraje Bel-Ha, elementos de la Gendarmería Ambiental aseguraron una camioneta cargada de madera preciosa. Pero la tala clandestina en la región no es nueva: al menos desde 2001 hay registro de las denuncias sobre el saqueo que el crimen organizado realiza permanentemente en esta Reserva.
Pero no sólo es tala clandestina. Gerardo Ceballos González, investigador del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México y uno de los representantes de la organización Amigos de Calakmul, AC, comenta en entrevista que en la península de Yucatán hay graves problemas de afectaciones medioambientales “que tenemos que parar ya”.
El investigador expone que se trata de casi 3 millones de hectáreas de selva “asediadas por muchos problemas; por ejemplo, el avance de la agricultura de los menonitas, un grupo que no respeta la Ley y que ha deforestado grandes extensiones de selva, siembran soya transgénica y usan pesticidas”.
Coincide en que las mafias de delincuentes mexicanos están asociadas a la mafia china. Ellos, asegura, son los “que están entrando a deforestar, a la tala selectiva de especies como el ciricote en la península de Yucatán”.
Por el agobio que este delito de la tala clandestina ha generado entre los ejidatarios, una comisión de ellos se desplazó a la capital del país para tocar las puertas de Palacio Nacional y, por segunda ocasión, pedirle al presidente Andrés Manuel López Obrador que atienda estos crímenes y envíe a la Guardia Nacional a la región.
El Programa de Combate a la Tala Clandestina, de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), ha detectado 108 zonas críticas forestales a nivel nacional, sin especificar si Calakmul se encuentra en ese mapa de urgente atención.
Consultada por Contralínea, la Profepa indica que entre 2017 y 2019, se han realizado 7 mil 812 inspecciones a predios y aserraderos, 2 mil 650 recorridos de vigilancia y 547 operativos en materia forestal, de lo que se obtuvo el aseguramiento de 36 mil 595 metros cúbicos de madera, 637 vehículos, 690 toneladas de carbón vegetal, y 1 mil 324 herramientas y equipos.
La institución agrega que en ese periodo también se clausuraron 177 aserraderos y se puso a disposición ante el Ministerio Público Federal de 91 personas por delitos ambientales relacionados con la tala clandestina.
Ejidatarios, en la incertidumbre
Durante años, los ejidatarios han estado a cargo de la conservación de la Reserva de la Biósfera y, ahora, dicen, se enfrentan a la incertidumbre no sólo del crimen sino también de seguir recibiendo los recursos federales por esa labor.
En abril pasado, cuando el presidente López Obrador visitó Champotón, varios de ellos bordearon la valla humana que rodea al mandatario e hicieron sus peticiones. ¡Por fin, llegó la Guardia Nacional!, señalan en entrevista. Pero apenas fueron seis elementos del nuevo cuerpo de seguridad del gobierno federal. Se mantuvieron allí unos días y luego se retiraron, denuncian.
Héctor Olaya Martínez, ejidatario de Pustunich, Champotón, es uno de los hombres que ha llegado a la Ciudad de México en busca de protección para su pueblo. Con sus compañeros William César Uc Chuc –comisariado del poblado– y Camerino Cervantes, dejó en la oficina de Atención Ciudadana de la Presidencia una carta dirigida a López Obrador. Él piensa que si el presidente ya les hizo caso una vez, hay esperanza de que los escuche nuevamente.
En la misiva exponen que Calakmul es una comunidad indígena integrada por las etnias: maya, chol, tzetal, tzoil, totonaca, nahuatl; así como kanjobal, quekechí, quiché, originarios de la República de Guatemala, ya naturalizados mexicanos, quienes integran el núcleo agrario ejidal con un frontal de 108 ejidatarios, 20 avecindados, 750 pobladores: un total de 220 familias.
El ejido se integra de 31 mil 800 hectáreas de los cuales 7 mil están destinadas a las parcelas con certificados agrarios y 24 mil 600 a tierras de uso común, ubicadas en la zona de amortiguamiento de la Reserva de la Biósfera de Calakmul, donde se encuentra una de las mayores reservas ecológicas del país con una gran diversidad de flora y fauna, del cual así lo constatan diversos estudios científicos realizados.
Mencionan que “la superficie de las tierras de uso común de 24 mil 600 hectáreas antes señalada, ha sido motivo y preocupación constante para su preservación y conservación […] en los últimos 5 años, han sido deforestadas superficies importantes de taladores de madera, ya que como en zonas vírgenes se han explotado maderas preciosas causando ya un impacto ambiental en la zona de amortiguamiento de la reserva nacional ya mencionada”.
Las maderas de Calakmul
De acuerdo con el Catálogo de maderas tropicales de México. Biodiversidad en bosques de producción y mercados certificados, elaborado por la Comisión Nacional Foresta, el ciricote (Cordia dodecandra) es utilizado en pisos (duelas y parquet), muebles finos y gabinetes, mangos de cuchillería y herramientas, trabajos de carpintería (interiores y exteriores), revestimientos, chapas decorativas, objetos artesanales e instrumentos musicales (fondos de guitarras).
Respecto de su trabajabilidad, el catálogo indica: “a pesar de su alta densidad, la madera es fácil de trabajar con herramientas manuales y maquinaria. Permite buena calidad al aserrado, cepillado, torneado, moldurado y lijado; de aceptable resistencia al rajado. Probablemente difícil de pegar por su alta densidad y su superficie grasosa. Requiere pre-taladrado para el clavado y atornillado. Ofrece un buen acabado”.
Del granadillo (Platymiscium yucatanum), indica su uso puede ser para duela, lambrín, parquet, chapas, muebles, mangos de herramientas, artesanías, instrumentos musicales. En tanto que su trabajabilidad corresponde a: “madera pesada, fácil de trabajar manualmente y en operaciones con máquinas. Muy buena para moldurado y escopleado”.
José Adalberto Zúñiga Morales, director de la Reserva de la Biósfera de Calakmul, expone en entrevista que esta Área Natural Protegida conserva vestigios arqueológicos de la cultura maya, “se plantea que por lo menos en Calakmul vivieron entre mil 500 y 2 mil años la cultura maya, eso representa que hoy día tenemos más de 600 sitios arqueológicos dentro de la reserva”.
La pobreza de Pustunich
El Catálogo de Localidades de la exsecretaría de Desarrollo Social (ahora Secretaría del Bienestar) indica que Pustunich mantiene un “alto” grado de marginación, con una población activa rural.
La miseria que prevalece en esta región había llevado a los propios habitantes a la explotación de la reserva selvática; sin embargo, comenta Héctor Olaya Martínez, hace 20 años decidieron dejar esa actividad porque “nos concientizamos del impacto que estábamos generando”.
Bajo esta idea de conservación, la organización Amigos de Calakmul se acercó a ellos y negoció la entrega de 3 mil pesos anuales para cada uno de los 108 ejidatarios que desempeñan labores de protección de la selva.
No obstante, los ejidatarios alertan que esos recursos que les han sido entregados desde hace un par de décadas anualmente, este año dejaron de ser suministrados.
En la carta al presidente, firmada por decenas de ejidatarios, solicitan a través de la gestión federal de su gobierno se canalicen los programas de apoyo de preservación y conservación del medio ambiente, principalmente de la Reserva de la Biósfera de Calakmul, “donde están nuestras tierras de uso común como la captura de carbono 14, y otros subsidios federales destinados a las familias que integran las familias de nuestro núcleo ejidal y comunitario, para continuar con la conservación y preservación de nuestras tierras y recursos naturales”.
Acusan que la organización Amigos de Calakmul suspendió el suministro de 3 mil pesos que entregaba a las familias.
Gerardo Ceballos González, investigador y uno de los representantes de Amigos de Calakmul, asegura que los recursos que opera la organización “sí les llegan. No les llegan beneficios al tamaño de lo que tienen, porque eso sí debería de ser más generoso. Estamos hablando que una zona tiene 19 mil hectáreas y otras 15 mil hectáreas. Pero sí llegan los beneficios”.
Expone que Amigos de Calakmul opera con un fideicomiso privado. “Los recursos los conseguimos fuera de México, con Conservation International [organización de origen estadunidense dedicada a la protección del medio ambiente], que donó casi 2 millones de dólares para el fideicomiso”.
Reconoce que el pago por los servicios ambientales que se le asignan a los ejidatarios debería ser mayor, pero actualmente este rubro ha tenido una restricción importante en recursos.
La Reserva
Información oficial indica que la Reserva de la Biosfera Calakmul fue establecida mediante decreto presidencial, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 23 de mayo de 1989; en 1993 ingresó a la Red Internacional del Programa El Hombre y la Biosfera (MAB) de la UNESCO. Está incluida dentro del Programa de Conservación de la Biodiversidad en Áreas Naturales Protegidas Selectas de México, parcialmente financiada por el GEF (Global Environmental Facility).
“Calakmul es relevante por su representación de mamíferos, éstos incluyen seis de las siete especies de marsupiales registrados en el país…Comprende una extensión total de 723 mil 185-12-50 hectáreas”.
La región representa una “gran diversidad biológica que incluye más de 80 por ciento de las especies vegetales de toda la Península de Yucatán, además de 350 especies de aves y casi 100 especies de mamíferos. Quizá aún más importante es el hecho de que es el hogar de varias especies de vertebrados mayores en peligro de extinción en México, como el pecarí labios blancos (Tayassu pecari), tapir centroamericano (Tapirus bairdii), jaguar (Panthera onca), puma (Puma concolor), zopilote rey (Sarcoramphus papa) y pavo ocelado (Meleagris ocellata), entre muchas otras”, indica el portal de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
Deforestación por tala clandestina
El problema de la tala ilegal es tan grave que México ha colaborado en operativos liderados por organismos internacionales como Interpol –Organización Internacional de Policía Criminal–, con la que llevó Operación Amazonas IV en Chiapas, Tabasco Campeche, Yucatán y Quintana Roo, indica el Informe de actividades 2018 de la Profepa.
Las especies que se lograron asegurar fueron: cedro rojo (Cedrela odorata), especie protegida incluida en la Norma Oficial Mexicana NOM-059-SEMARNAT2010; granadillo (Platymiscium yucatanum), y chicozapote (Manilkara zapota), consideradas como “maderas preciosas y de ornato que se desarrollan en las selvas altas y medianas mexicanas. Su papel en los ecosistemas es importante al alojar la mayor biodiversidad biológica, por lo que su extracción rompe el frágil equilibrio ecológico de la zona, generando fuerte impacto al suelo, la flora y la fauna silvestre del lugar”.
Datos entregados a Contralínea por el área de Comunicación Social de la Profepa indican que, para 2017, de las 140 millones de hectáreas forestales existentes en el país, 41.8 millones se encontraban fragmentadas por efectos de cambio de uso de suelo y tala clandestina; es decir, el 29.85 por ciento.
En específico, los talamontes han afectado en todo el país 17.3 millones de hectáreas de bosques templados, 8.9 millones de hectáreas de selvas subhúmedas, 2.9 millones de hectáreas de selvas húmedas, 11.1 millones de hectáreas de matorrales xerófilos y 1.6 millones de hectáreas de bosques mesófilos de montaña.
La tarjeta informativa Tala ilegal en México 2017-2019 que la Profepa entregó advierte que “la cadena productiva ha sido afectada desde el aprovechamiento, transporte, transformación, almacenamiento hasta la venta de materias primas forestales, debido al cambio de uso de suelo sin autorización en terrenos forestales, el sobre aprovechamiento e incumplimiento de programas de manejo, la extracción de madera sana (sin plagas ni enfermedades) al amparo de notificaciones de saneamiento, el lavado de madera mediante el mal uso de remisiones y reembarques forestales y la tala clandestina.
“Los factores que propician esta situación son múltiples, ya que la facilidad de acceso a productos clandestinos y de bajo precio permiten un mercado irregular, aunado a la sobre-regulación, trámites complejos que dificultan la incorporación al manejo forestal sustentable, además de la falta de tecnologías para la trazabilidad de las materias primas y productos forestales y la detección oportuna de los ilícitos.”