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Estamos viviendo una época en la que recibimos miles de estímulos al día, en las redes sociales, en los medios de comunicación, en la publicidad impresa, entre muchos otros. Estos estímulos finalmente, la mayoría de ellos, van enfocados a una cuestión: hacernos comprar o adquirir productos o servicios. De ninguna manera significa que comprar sea malo.
La realidad es que vivimos en un mundo capitalista y finalmente tenemos que vestir, comer, divertirnos, adquirir productos, satisfacer gustos y necesidades. Sin embargo, ¿te has puesto a pensar si gastas como realmente deberías gastar?
A veces es tan fácil utilizar la tarjeta de crédito o solicitar un préstamo personal para comprar lo que tanto queremos y que satisface nuestra necesidad inmediata, que pasamos por alto la posibilidad, de que, en lugar de generar una deuda, podríamos haber ahorrado ese dinero y después comprar lo que tanto deseamos.
Primero compro, y ¿cuándo ahorro?
Existe la tendencia de satisfacer nuestras necesidades y gustos inmediatos en lugar de priorizar y buscar satisfacer aquellos que son a largo plazo, a través de un plan financiero bien pensado.
Con esto me refiero a que, en un acto impulsivo, muchas veces compramos ese nuevo teléfono móvil a meses sin intereses con la tarjeta de crédito y, aparte realizamos otras compras que se van sumando y a la fecha de corte, el monto que debemos pagar ha comenzado a salirse de nuestras manos.
Pero, ¿qué pasaría si en lugar de usar la tarjeta de crédito hubiéramos ahorrado ese dinero mes con mes? Al final, también tendrías ese teléfono móvil, que sería completamente tuyo porque lo pudiste pagar de contado y tu tarjeta de crédito tendría un cargo menos que asumir durante varios meses.
Nos hemos olvidado de ahorrar porque la opción de usar la tarjeta de crédito nos parece más fácil, más apropiada, tal vez con menos esfuerzo que elaborar un plan de ahorro con el que haciendo algunos pequeños o grandes sacrificios, puedo obtener lo mismo, pero en un mediano o largo plazo.
¿Necesitas todo lo que compras?
El dinero que llega a tus manos debe rendirte, y para eso, es de suma importancia tener los pies sobre la tierra y que entiendas cuál es realmente tu situación financiera para aceptar cuánto es lo que deberías gastar realmente.
En este punto es importante que dejemos de lado uno de los grandes errores que todos cometemos en algún punto de nuestra vida: Aparentar.
Seamos honestos, muchas veces no necesitamos las cosas que compramos, pero con ellas nos vemos y sentimos mejor y creemos que las personas también nos perciben mejor. Si lo analizamos, ¿cuánto dinero se nos ha ido de las manos por esta cuestión?
Pero esto no es lo más importante sino, ¿cuánto dinero se te seguirá yendo?
Estás a tiempo de comenzar a hacer pequeños o grandes sacrificios, más allá de un plan de gastos, para comenzar a tener dinero no solo en tus bolsillos sino en tu cuenta bancaria también. No se trata de presionarte, pero puedes iniciar con pequeños cambios que, a mediano y largo plazo, créeme, los vas a agradecer y poco a poco te encontrarás con tu paz financiera.
Pequeñas decisiones, mejoras financieras
Si quieres que tu situación financiera cambie o mejore, no puedes esperar a que las condiciones externas den un vuelco a tu favor. Tienes que ser tú la persona que tome las decisiones correspondientes que se vean reflejadas en tus bolsillos.
No esperes a que llegue un aumento de sueldo para ahorrar, o que se presente una mejor oportunidad laboral, o que termines de pagar tus deudas o que la situación económica mundial cambie. Hoy tienes la oportunidad de buscar satisfacer tus necesidades a largo plazo en lugar de las inmediatas, incluso como un seguro de gastos médicos mayores (en caso de que no lo tengas) o un seguro de gastos funerarios, o algo más sencillo y que es más un gusto que una necesidad, un viaje.
Sara Sandoval Picazo
*Gerente de Marketing de Prestadero.com