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Pareciera ser que a algunos círculos sociales y prensa afines todavía no asimilan el triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador. Al primer error o a la primera equivocación por parte de los morenistas las redes sociales “arden” y terminan con un “se les dijo”, “se les advirtió” o un “les dieron atole con el dedo”.
Tendríamos que aclarar primero que López Obrador tomará el poder de forma oficial el 1 de diciembre. Aunque claro, algunos dirán que oficialmente Morena y AMLO comenzaron a gobernar a partir del 1 de septiembre cuando diputados y senadores instalaron el nuevo Congreso con mayoría morenista.
Pero el problema, es que, desde ese cambio, la mayoría de las veces defender lo “indefendible” ha estado pasando por figuras que nos cuesta trabajo imaginar.
Ahí está el caso del actor y ahora diputado, Sergio Mayer, quien ahora preside la Comisión de Cultura en la Cámara de Diputados; pero también, los acuerdos entre Morena y el indefendible Partido Verde Ecologista de México para que Manuel Velasco pasara de gobernador a senador y de regreso hasta el término de su mandato en Chiapas.
Ahí están también, las escandalosas peleas en la Cámara de Diputados entre Porfirio Muñoz Ledo y Gerardo Fernández Noroña; o por el papel de Dolores Padierna al frente de la presidencia de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, desde donde tomó la voz en nombre de Morena incumpliendo los protocolos legislativos y conduciendo una sesión de dicha cámara de manera parcial.
Ahí está el conflicto del exfutbolista y ahora gobernador, Cuauhtémoc Blanco y la presidenta de Morena, Yeidckol Polevnsky por el control (y reparto) del gobierno en el estado de Morelos.
Vamos, que el problema de la transición parece estar en todos lados, con casos como el de Martí Batres, quien se vio obligado a salir del paso teniendo que pedir disculpas por el mal uso de las redes sociales oficiales del Congreso, el cual preside, y en las que se podía leer este mensaje en su cuenta de Twitter:
“A 208 años de la Independencia de México, el @senadomexicano adquiere plena legitimidad rumbo a la #CuartaTransformación de la República. Vamos a lograr el resurgimiento de la grandeza de nuestra patria”.
O el caso de personajes como el senador Napoléon Gómez Urrutia quien rentó un lujoso salón de hotel para dar su primera conferencia como senador.
Pero sin más ejemplos vamos al caso del que todos hablaron y seguirán hablando: la ostentosa boda de César Yáñez, el colaborador más cercano de Andrés Manuel López Obrador, y su prometida, la empresaria Dulce Silva.
Pronto se supo que a la boda celebrada en Puebla asistieron 600 invitados, que en la cena se sirvió langosta, espárragos, filete de res en salsa Bordalesa y postres variados; que la música corrió a cargo de unos de los grupos más sonados recientemente Los Ángeles Azules, y que el lugar donde se celebró la fiesta contó con miles de flores.
Y entonces fue cuando inició la avalancha de duras críticas de la oposición a López Obrador y con justa razón, pues no se trató de la boda de algún millonario, algún actor o alguna celebridad, sino del brazo derecho del presidente electo quien siempre ha dicho estar en contra de toda ostentación y derroche del bien público.
Andrés Manuel mismo ha dicho que a partir del 1 de diciembre vivirá en Palacio Nacional y que para hacerlo sólo necesitará un espacio donde quepa un catre y en donde colgar una hamaca.
Pero volviendo al caso Yáñez, el control de daños se centró en que no se usó dinero público para celebrar el matrimonio, que cada quien puede hacer con su dinero lo que le plazca, y que al ser un acto privado no había que rendir cuentas de los 5 mil pesos por persona que se gastaron los novios en el menú que se sirvió en su fiesta. La estocada final vendría un par de días después.
Los detalles de la fiesta de Yáñez y Silva aparecieron en ¡Hola!, la revista más popular de la llamada “prensa del corazón”. En 19 páginas de la edición en México vimos a la novia con tres vestidos distintos diseñados especialmente para la ceremonia, y que el testigo principal del enlace fue precisamente Andrés Manuel López Obrador. Y así, los pormenores de las nupcias se convirtieron en uno de los mayores escándalos para el presidente electo.
La oposición al tabasqueño encontró pólvora para descalificarlo a él y al propio Yáñez, pues el discurso ahora se centró en el hecho de haber salido en la portada de la revista, con todos los detalles de la fiesta, y exhibiendo toda la opulencia y el derroche; pero lo peor, mostrando la “incongruencia” de la nueva élite que pronto gobernará el país.
Y es que no es casualidad: en la portada de la revista han salido Enrique Peña Nieto y Angélica Rivera, sus hijos; la cantante Anahí y Manuel Velasco; la excandidata presidencial Margarita Zavala; el expresidente Vicente Fox; Javier Lozano; Carlos Salinas de Gortari y demás personajes que el mismo Andrés Manuel ha calificado como “la mafia del poder”.
Incluso el propio Andrés Manuel tuvo que declarar que a él lo invitaron a la boda, que cada quien es responsable de sus actos y que no se trató de un “acción de gobierno”: https://twitter.com/SalvadorZA/status/1047950030878007296
Pero supongamos que el presidente tiene razón: que a él no lo invitaron a la fiesta y que esta no fue una acción de su gobierno. Con las cosas como están, la percepción ya es otra.
El presidente, que ganó prometiendo austeridad y el fin de los lujos en su administración, parece no entender que el tan anhelado cambio también está en cuidar estos detalles: la congruencia de sus colaboradores y equipo cercano, y una evolución en el discurso, pero si eso no cambia, quizá la cuarta transformación esté todavía muy lejos.
Nos quedaremos con esas mismas portadas de Peña Nieto-Rivera, de Calderón-Zavala, de los Velasco-Puente, entendiendo que la nueva clase política que tanto ansiaba el cambio, en realidad seguirá perpetrando las mismas prácticas que llevaron a los de la “mafia del poder” a perder en julio pasado, ¿o usted qué piensa?
Por Salvador Zaragoza Andrade
*Periodista y productor.
Correo electrónico: szaragozaa@gmail.com / twitter.com/SalvadorZA?