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Bajo las instrucciones del presidente Donald Trump, los representantes de Estados Unidos que negocian la modernización del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) no se han movido un ápice de sus pretensiones que sus contrapartes mexicana y canadiense han procurado matizar para aceptarlas, pero, de acuerdo con un despacho de Reuters, la respuesta de los enviados de Washington ha sido: “es mi propuesta o nada”.
De manera paralela al encuentro sostienen que las delegaciones comerciales de los tres países en Montreal, México y Canadá han buscado la coordinación para atenuar o contrarrestar la inflexibilidad que ha mostrado Estados Unidos, donde las palabras reiteradas de Trump se refieren a que su nación debe beneficiarse más o se retira del acuerdo.
Como parte de esa coordinación, la canciller canadiense, Chrystia Freeland y el secretario de Economía mexicano, Ildefonso Guajardo se encontraron previo al inicio de la sexta ronda de conversaciones, además, este miércoles el presidente Enrique Peña Nieto y el primer ministro, Justin Trudeau sostuvieron una conversación telefónica en la que trataron temas comerciales y convinieron en mantener el diálogo para temas bilaterales, regionales y globales.
Tensión en la mesa de negociaciones
La tensión está imperando en el diálogo de la sexta ronda, de la que se esperaban acuerdos para los temas más complejos para la modernización. Una fuerte involucrada en las conversaciones, que no fue identificada, dijo a Reuters: “hemos sido flexibles, hemos llevado ideas, pero el problema es que Estados Unidos no se ha movido una pulgada”, reportó la agencia informativa.
Dentro de Estados Unidos existen muchos sectores altamente preocupados por la posibilidad de que Washington cancele el tratado y anuncie la retirada de su país. Es el caso de agricultores, la industria automotriz, por ejemplo. Además, dentro de su partido, senadores y entre miembros de su gabinete, la opción de terminarlo es rechazada, como se lo hicieron saber a Trump en diciembre pasado, cuando los consultó al respecto.
Vulnerabilidad trilateral estructural del TLCAN
El tratado entró en vigor en 1993, desde entonces Estados Unidos incrementó su comercio internacional 40 por ciento, mientras que sus socios lo hicieron 30 por ciento, cifras que les han parecido suficiente motivo para considerarlo exitoso; con datos de 2016 el comercio EU-Canadá fue superior a 300 mil millones de dólares anuales, cifra similar al intercambio EU-México; sin embargo, la relación México-Canadá no llegó a 15 mil millones de dólares, como se publicó en estas páginas.
Pese a que no se ha conformado realmente una región, sino una cadena en la cual Estados Unidos es el eslabón clave, para muchos analistas, la modernización del tratado es una necesidad, debido a las transformaciones que ha tenido la economía y las relaciones comerciales entre los países.
Los temas que reflejan la modernización referida han sido aceptados casi en su totalidad. Empero, donde se han centrado las discrepancias es en dos puntos que incorporó la delegación estadounidense durante el transcurso del diálogo. El único de los planteamientos complejos que fue expuesto desde la declaración de objetivos presentada por la Casa Blanca, se refiere a la solución de controversias.
Temas complejos
Han trabado el avance de las negociaciones, las reglas de origen para la industria de las autopartes, que Estados Unidos pretende elevar el contenido actual de 65 por ciento de la región para los productos, a 85 por ciento, dentro del cual Estados Unidos deberá tener 50 por ciento.
El segundo de los temas complejos es la cancelación del tratado cada cinco años, para obligar a su renegociación. Las partes mexicana y canadiense han visto con interés la oportunidad de darle actualidad permanente, sin embargo Washington enfoca el objetivo en obtener ventajas comerciales sobre sus socios.
Finalmente, el tema de la solución de controversias ha sido muy discutido. En la redacción original los países establecieron páneles especiales para la atender los casos de prácticas contrarias a las disposiciones del acuerdo. Este mecanismo pretende desecharlo Washington para que sean los tribunales estadounidenses lo que resuelvan las quejas que involucren a empresas y productos de su país.
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