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Por: Adalberto Méndez López*
Desde el Año 2000 A.C., se tienen registros de actividades bancarias en el mundo, por ejemplo, en Asiria y Babilonia era común el préstamo de semillas y granos, mientras que en la antigua Persia fueron pioneros en el uso de títulos créditos al emitir los primeros prototipos de cheques y letras de cambio de la historia. En el año 1406, en Génova, fue que surgió el primer banco moderno, el Banco di San Giorgio, y fue hasta 1983, que el Banco de Escocia, ofreció el primer servicio de banca electrónica en el mundo.
Lo anterior es sólo una muestra de los casi 4000 años de existencia que tienen los bancos, es decir, son tan antiguos como las propias organizaciones humanas, por lo que no resulta nada extraño que la banca sea de las corporaciones que más han evolucionado a lo largo de la historia, presentando hasta la fecha innovaciones que llegan a impactar significativamente en la vida de toda sociedad.
En consecuencia, durante la última década, desde el gremio de las instituciones financieras se han impulsado y desarrollado diversas políticas corporativas enfocadas a atender las necesidades del desarrollo sostenible y la responsabilidad social que, sin duda, constituyen un parteaguas en la historia de la banca contemporánea por su impacto positivo en la promoción de los derechos humanos.
Uno de éstos notorios avances fueron los llamados “Principios del Ecuador”, iniciativa del Banco Mundial que, a través de la Corporación Financiera Internacional, fue emprendida desde el año 2003 y consiste en un marco general y referencial de gestión del riesgo de crédito para determinar, evaluar y gestionar los riesgos ambientales y sociales en las operaciones de financiación de proyectos realizados por diversas instituciones financieras alrededor del mundo.
La adopción de dicha estrategia es voluntaria y, básicamente, significa que toda persona, física o moral, que pretenda emprender algún proyecto que requiera de financiamiento por parte de alguna entidad bancaria adherida a estos principios, deberá cumplir en consecuencia con lo estipulado en los mismos para la realización del proyecto en mención. A saber, los Principios del Ecuador, consisten en los siguientes diez principios rectores:
- Revisión y Categorización: la entidad financiera deberá revisar el proyecto a financiar y categorizar el mismo, no sólo con base al riesgo crediticio, sino también basado en el impacto social y ambiental del proyecto.
- Evaluación Ambiental y Social: todo proyecto a financiar deberá ser evaluado previamente para determinar los riesgos sociales y ambientales que éste pudiera conllevar y, en su caso, deberán prospectarse medidas para minimizar, mitigar y compensar los impactos adversos del proyecto.
- Normas Ambientales y Sociales Aplicables: el proceso de evaluación antes referido, deberá ser acorde al cumplimiento de la normativa nacional e internacional respectiva.
- Sistema de Gestión Ambiental y Social y Plan de Acción: aquellos proyectos financiables, deberán contar en todo momento con procesos cíclicos de planeación e implementación para revisar y mejorar los procedimientos y acciones a realizar garantizando el cumplimiento de la políticaambiental y social.
- Participación de los Grupos de Interés: el proyecto sujeto a financiamiento deberá garantizar que, en la implementación del mismo, todos los impactados directa e indirectamente por éste (autoridades, inversionistas, comunidades indígenas, ejidatarios, etc.), participen y sean consultados efectivamente debiendo dejar evidencia documental de lo anterior.
- Mecanismos de Quejas: obligación de definir un mecanismo de quejas para recibir y facilitar la resolución de las preocupaciones e inconformidades relacionadas con el desempeño ambiental y social del proyecto, debiendo garantizar la celeridad en la resolución de las mismas.
- Revisión Independiente: el proyecto deberá ser revisado por un consultor externo, quien deberá examinar el cumplimiento de los Principios del Ecuador mediante la revisión de la documentación de la evaluación, el Plan de Acción y el Sistema de Gestión Ambiental y Social, y el proceso de participación de los grupos de interés.
- Compromisos Contractuales: incorporación de cláusulas en los contratos respectivos para instrumentar el financiamiento, relativas al cumplimiento de las leyes, reglamentos y permisos ambientales y sociales del país.
- Seguimiento Independiente y Reporte: los clientes a ser sujetos de financiamiento, deberán contar en todo momento con expertos independientes y cualificados para verificar la información de seguimiento del proyecto.
- Presentación de Informes y Transparencia: obligación de informar, por lo menos anualmente, de los avances del proyecto y del cumplimiento de la normativa social y ambiental acorde a los Principios del Ecuador, debiendo contar con versiones online de la información y en formatos accesibles.
Asimismo, resulta relevante mencionar que los Principios del Ecuador, es un instrumento vigente y dinámico, toda vez que desde su promulgación éstos han sido actualizados en tres ocasiones, emitiéndose la última versión de éstos en el 2013 cuando dicha estrategia se armonizó con los “Principios Rectores sobre las Empresas y los Derechos Humanos: puesta en práctica del marco de las Naciones Unidas para Proteger, Respetar y Remediar“, aprobados por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en 2011, particularmente en lo que respecta a la inclusión del cumplimiento de respetar los derechos humanos por parte de las corporaciones mediante la realización de procedimientos de debida diligencia.
Sin embargo, si bien los Principios del Ecuador se han convertido en una referencia importante en la materia, existen otras iniciativas similares que también son destacables, como lo es la Banca Alternativa, conocida también como Banca Ética o Banca Justa, que desde su surgimiento cuenta ya con numerosos ejemplos alrededor del mundo.
Este nuevo concepto de banca, busca conseguir, simultáneamente, dos objetivos compatibles que a su vez son complementarios: (i) el financiamiento de actividades económicas con un alto impacto social positivo, y (ii) la generación de beneficios económicos traducidos en rentabilidad. Algunos ejemplos destacables de estas innovadoras y emergentes instituciones financieras son Triodos Bank en España, enfocada al financiamiento de proyectos culturales, Banca Popolare Ètica en Italia, que ha destacado por su promoción del crédito como derecho humano, Citizens Bank en Canadá, focalizado en la financiación de proyectos medioambientales, Cooperative Financial Services en Gran Bretaña, primer banco de la región inspirado en el cooperativismo, o el Grameen Bank de Bangladesh fundado por el premio nobel de economía, Mohammad Yunus, precursor en la gestión de microcréditos y nuevos esquemas de préstamo.
Lo aquí expuesto, demuestra que la banca se está transformando, y que esa transformación puede ser través de la creación de nuevas entidades financieras con perfil social o bien, mediante la adherencia de entidades bancarias tradicionales con ánimo de re-configurar sus operaciones financieras, tal y como está sucediendo con los Principios del Ecuador que, a la fecha, agremia ya alrededor de 86 bancos provenientes de 36 países, de los cuales únicamente dos son mexicanos, BANORTE y CIBANCO.
Esperemos que en el 2017, más entidades financieras adopten estrategias de impacto social y ambiental como las aquí descritas, ya que repensar a la Banca como un vehículo de transformación social no es algo temerario sino necesario en un mundo donde la polarización de las clases sociales sigue causando estragos, por lo que una Banca Social con perspectiva de Derechos Humanos definitivamente puede vislumbrarse como un camino para el bienestar social.
*Socio Consultor de BR&RH Abogados en materia de Derechos Humanos y Empresa; Catedrático de la Universidad La Salle y la Universidad Iberoamericana (Campus Laguna) y Profesor Visitante de la SUNY University at Buffalo; Twitter: @ADALSAMMA; E-Mail amendez@brrhabogados.mx