Tasas de interés negativas: la batalla de los bancos centrales

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A la luz de la prolongada crisis post-subprime, los bancos centrales empezaron a enviar señales confusas que los alejaban cada vez más de las tradicionales políticas monetarias ortodoxas a las que tanto recurrieron desde la Gran Depresión de los años 30’s;  me refiero concretamente a  la impresión de billetes y monedas como instrumento para estabilizar los precios y para fomentar el crecimiento económico (en algunos casos). Actualmente, los principales bancos centrales se han enfocado en lo que para algunos resulta una medida poco común y arriesgada: la implementación de tasas de interés negativas en los depósitos bancarios como instrumento de política monetaria.

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Por Haydeé Moreyra*

Con el propósito de contrarrestar el efecto de la caída en los precios del petróleo y la desaceleración de la economía de China, en enero el Banco Central de Japón dijo que reduciría su tasa de interés de los depósitos por debajo de cero para ubicarla en -0.1 por ciento; mientras que la tasa de interés a los depósitos del Banco Central Europeo, BCE por sus siglas en inglés, ha estado en los terrenos negativos desde el 2014 y actualmente se ubica en -0.3 por ciento. Los bancos centrales de Inglaterra y Canadá tienen actualmente una tasa de interés de 0.5 por ciento. Pero quizás lo más relevante en estos días ha sido un reciente pronunciamiento de parte de la presidenta de la FED, Janet Yellen, que conllevó a una fuerte fluctuación en los mercados: “A la luz de la experiencia de los países europeos y otros más que han estado implementado tasas negativas, estamos (la Fed) de nueva cuenta considerándolo, porque queremos estar preparados en caso de que necesitemos aumentar  medidas acomodaticias…debemos tener en cuenta el contexto institucional y evaluar si funcionarían bien aquí“, declaró Yellen.

¿Qué están leyendo Yellen y los bancos centrales?  ¿Qué los está orillando recurrir a este tipo de medidas – para algunos- bastante heterodoxas?

Quizás antes de contestar la pregunta, vale la pena tener un poco de contexto económico. En teoría, las políticas monetarias ortodoxas tienen un objetivo y mecanismo muy concreto; son como una regla que automáticamente al entrar en operación tienen un resultado hasta cierto modo previsible: impacto en el PIB y en la estabilidad de precios. El mejor instrumento que tienen los bancos centrales para lograrlo es la oferta monetaria. Durante casi la mayor parte de esta década estas instituciones se enfocaron en “inundar” el mercado de billetes y monedas en un afán de ofrecer liquidez al mercado (QE por sus siglas en inglés). Un reporte de la agencia Bloomberg en el 2014 cita que la medida de QE aumentó la cantidad de dinero por 3 mil 700 mil millones de dólares tan solo en Japón, Estados Unidos y Reino Unido. La intención era buena: ofrecer crédito expedito a empresas y familias para sacar a las economías del estancamiento en el que se encontraban. La efectividad…no tanto.

Una política monetaria heterodoxa, en contraste, es discrecional. Es decir, es una medida poco convencional que se implementa a juicio del hacedor de política económica; la fijación discrecional de las tasas de interés por parte de los bancos centrales son un ejemplo claro de ello.  Los críticos de este comportamiento advierten el desvío de patrones establecidos por la teoría y en ese sentido, impredecibles. Irónicamente, el BCE ha justificado el uso de instrumentos monetarios poco convencionales para alcanzar el objetivo de una política monetaria ortodoxa: la estabilidad de precios. Nuevamente, la intención es buena: castigar los depósitos bancarios en manos de los bancos centrales para motivar a la banca a prestar.  Una tasa tan baja implica financiamiento asequible para el consumidor y las empresas. Y no por ello menos importante, una tasa de interés prácticamente en cero permite que la moneda local siga depreciándose frente a otras, haciendo competitivas sus exportaciones.

Cierto es que países como Japón, China y algunos más de la Comunidad Europea están enfrentado serios problemas de desaceleración económica como también es cierto que estamos viviendo un momento bajista de manera generalizada en el mercado: monedas, commodities, tasas de interés, etc. Medidas poco comunes parecen ser lo que necesitan estas economías, pero cuáles son los riesgos.

Un primer riesgo es la poca predictibilidad de la medida lo que “mete ruido” a los mercados (la fuerte depreciación de las divisas frente al dólar es un ejemplo de ello). Una tasa negativa también puede ser un incentivo perverso para que los bancos dejen de comprar bonos de los bancos centrales a cambio de depósitos en efectivo  que son severamente castigados. Otro riesgo es que una tasa de interés negativa impacta directamente a los activos bancarios, afectando la rentabilidad de una parte importante del sistema financiero; si un banco ve mermadas sus ganancias, tendrá memos incentivo para prestar. En ese mismo sentido, el que los bancos castiguen a sus depositantes con una baja tasa de interés, podrían llevar al consumidor a guardar el dinero “bajo el colchón”.

Mi opinión es que todo se reduce a la teoría de las “expectativas racionales”. Es decir, qué tanto el agente económico (gobiernos, empresas, familias) puede entender, predecir y anticiparse a las decisiones de política monetaria. De no lograrlo, se crean burbujas y falsas expectativas que eventualmente producen peores resultados. En ese sentido, creo que las medidas deben ser acompañadas de un mensaje claro y contundente por parte de los bancos centrales; debe quedar claro el objetivo, no solo el instrumento.

Precisamente mi último comentario es sobre el objetivo de la política monetaria. Me cuesta trabajo creer que los bancos centrales estén poniendo atención al nivel de precios (inflación), cuando lo que observamos son potenciales problemas deflacionarios. Al final del camino todo se reduce a este segundo mandato que solo algunas instituciones reconocen como suyo: el crecimiento económico. Pero si todo se reduce al financiamiento y a la liquidez, y si no se ha logrado ni con medidas ortodoxas ni heterodoxas, entonces yo sugiero que debe ser un “error de origen”. En otras palabras, quizás habría de preguntarse ¿por qué aún con crédito y dinero barato, las empresas no piden prestado, los bancos no prestan y las familias no consumen? ¿No será que nos estamos planteando un problema diferente? ¿Será que las políticas económicas heterodoxas deberían también implementarse en los gobiernos? Ahí le  dejo las preguntas.

Cambios en tasa de Interés BCJ
Fecha %
Feb-16 0
Oct-10 0.1
Dec-08 0.1
Oct-08 0.3
Feb-07 0.5
Jul-06 0.25
Mar-01 0
Fuente: Banco de Japón

 

 

Tasas de Interés Largo Plazo  (países OCDE) Annual
Países 2013 2014 2015
Australia 3.7 3.66 2.71
Austria 2.01 1.49 0.75
Bélgica 2.37 1.74 0.88
Canadá 2.26 2.23 1.52
Chile 5.35 4.69 4.42
Rep. Checa 2.11 1.58 0.58
Dinamarca 1.75 1.33 0.69
Finlandia 1.86 1.45 0.72
Francia 2.2 1.67 0.89
Alemania 1.57 1.16 0.5
Grecia 10.05 6.93 9.67
Hungría 5.92 4.81 3.43
Islandia 5.79 6.37 6.26
Irlanda 3.83 2.26 1.11
Israel 3.8 2.89 2.07
Italia 4.32 2.89 1.71
Japón 0.69 0.52 0.35
Corea 3.28 3.19 2.31
Luxemburgo 1.83 1.34 0.36
México 5.68 6.01 5.93
Países Bajos 1.96 1.45 0.69
Nueva Zelanda 4.09 4.3 3.42
Noruega 2.58 2.52 1.57
Polonia 4.03 3.52 2.7
Portugal 6.29 3.75 2.42
Rep Slovaquia 3.19 2.07 0.89
Eslovenia 5.81 3.27 1.71
España 4.56 2.72 1.74
Suecia 2.12 1.72 0.72
Suiza 0.95 0.69 -0.07
Reino Unido 2.39 2.57 1.9
Estados Unidos 2.35 2.54 2.14
Euro area 3.01 2.28 1.27
Fuente: OECD
Año Tasa de Fondos Federales
2000 6.24
2001 3.88
2002 1.67
2003 1.13
2004 1.35
2005 3.22
2006 4.97
2007 5.02
2008 1.92
2009 0.16
2010 0.18
2011 0.1
2012 0.14
2013 0.11
2014 0.09
2015 0.13
Fuente: Reserva Federal

 

*M.A. Coordinadora Executive MBA-EGADE Business School.