El Fondo Monetario Internacional es obsoleto

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El Fondo Monetario Internacional (FMI) es obsoleto. Hoy este organismo se han vuelto más de consulta y estudios que un ente operativos frente a la crisis global y al poder de Estados Unidos y la Comunidad Europea.

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Siempre, pero especialmente fue notorio, a partir de la crisis que estalló en 2008, la Reserva Federal de Estados Unidos asumió un papel inédito en la gestión de la crisis financiera global, que no tomó en cuenta al FMI y mucho menos al resto de los países del mundo. De hecho Estados Unidos siempre se pasó de largo la estación del FMI, especialmente en lo que se refiere a las crisis. Nada he tenido que ver el FMI con la recompra de bonos gubernamentales del gobierno de EU y la estrategia de inyección de liquidez del Banco Central Europeo, pese a que las medidas afectan los flujos internacionales de dinero. Los países que emiten dólares y euros no le hacen llegar un memorándum al FMI sobre su actuación en política monetaria y los flujos comprometidos. Esto coloca al FMI en poco menos que en cero frente a la crisis global.

Básicamente lo que hace el FMI desde su creación, en 1946, es compensar desequilibrios en la balanza de pagos, mediante préstamos condicionados a la gestión “ordenada” de las crisis. Esto es, les presta dinero a los países miembros, a condición que ellos gestiones políticas económicas tendientes a recuperar su solvencia, aplicando políticas ortodoxas. Los países que han necesitado del FMI son los de mercados emergentes, básicamente, porque ellos no tienen la máquina para producir dólares o euros. Esta es la clave en la política monetaria de EU y de la Comunidad Europea.

Normalmente los desajustes en balanza de pagos se corrigen con devaluaciones y, en el tiempo, con aumento de competitividad. Los países que no aumenten su competitividad van a tener problemas a corto o largo plazo. La intervención del Fondo en países en desarrollo se debe a la necesidad de cubrir los faltantes de balanza de pagos de manera inmediata; el organismo multilateral ha servido para compensar esos desequilibrios momentáneos con créditos que deben ser pagados, no son a fondo perdido. En las crisis, especialmente de economía emergentes, el Fondo trata que no caigan en default, para no afectar a la comunidad financiera internacional.

Desde hace tiempo el FMI ha diseñado una Hoja de Ruta para la reforma del sistema financiero internacional, que tiene en el centro a las instituciones públicas multilaterales, no el sistema financiero privado, que evidentemente obedece a la tasa de ganancia. No hay hasta ahora voluntad política para cambiar el esquema injusto y obsoleto, donde las principales fuerzas internacionales hacer lo que les parece más conveniente para dotar de estabilidad su sistema económico y financiero, con independencia de la afectación de los otros países y al negocio financiero global.

El problema central que existe, además de la decadencia de Estados Unidos como potencia mundial, es que el sistema financiero privado no bancario no tiene formas de control efectivas, no está sujeto a las regulaciones y ahora, el problema se complica con las operaciones financieras en línea en todo el mundo. Esto es sencillo de entender.

En México se hacen operaciones financiera individuales: Un sólo inversionistas, sin pasar con las casas de bolsas nacionales, realiza operaciones en cualquier mercado del mundo, ¿cómo puede regular esto el gobierno mexicano? Los mercados de derivados y futuros en el mundo no tiene por que estar sujetos a las reglas o leyes de México? Es claro que debería existir una legislación y un supervisor global, pero no existen. Quizá sea fácil ordenar el sistema financiera basado en instituciones financieras multilaterales, como el FMI y el Banco Mundial, pero es posible que sea mucho más complejo ordenar el sistema financiero privado, que depende de millones de decisiones de inversión individuales y de mercados globalizados fuera del control de un Estado nacional.

Hoy más que nunca se requiere un sistema financiero internacional armónico, que no ponga los intereses de Estados Unidos o Europa por encima de la comunicad internacional, que además de compensar desajustas de balanza pagos no los propicie y, en beneficio de la estabilidad global, ponga límites a la movilidad y circulación de las inversiones y la estadía de los capitales. Hoy los fondos buitres “comen” las monedas y se benefician de las deudas más débiles sin que nadie les ponga límites.

Hoy la implementación de regulaciones más estrictas de capital y liquidez, y los cambios en la estructura y las líneas de negocio de la banca global están propiciando que la intermediación financiera tenga lugar de manera creciente a través de vehículos de inversión y de operaciones no sujetas a la regulación bancaria tradicional. El riesgo de liquidez que enfrentan estos vehículos y operaciones durante los periodos de estrés suele ser particularmente significativo.

En algunas economías emergentes la tenencia de valores por parte de los inversionistas globales representa ya una proporción muy significativa del total en circulación. Ello ha elevado la posibilidad de que se presenten episodios importantes de volatilidad provocados por la reasignación de activos por parte de los inversionistas globales. Esta situación es particularmente relevante ante la expectativa de una mayor proximidad del proceso de normalización de la política monetaria en las economías avanzadas, en particular en Estados Unidos.

En México, la inversión por parte de extranjeros en títulos de deuda gubernamental en moneda nacional representó a octubre de 2014 el 36.3 por ciento del total en circulación y destaca que esa participación se ha mantenido a pesar de los episodios de volatilidad financiera internacional ocurridos desde mayo de 2013. Por su parte, a la misma fecha la inversión en acciones ascendió a 33.6 por ciento del valor de capitalización de la Bolsa Mexicana de Valores (BMV).

Otra vez, como en 1994, ¿podría revertirse la inversión extranjera en títulos mexicanos y tener la devaluación de 1994-1995?

No es el caso, la economía mexicana está mucho más protegida que en 1994, sin embargo, la crisis global puede ser más fuerte que en sus inicios, en 2008, en cuyo caso, la fortaleza mexicana puede ser barrida en poco tiempo.

No obstante, hay que apreciar lo que hemos logrado con mucho trabajo y esfuerzo; las finanza públicas sanas, la deuda externa manejable, las reservas internacionales cuantiosas e históricas, la apertura comercial, los saldos favorables del pasado en balanza comercial, las reformas estructurales y, sobre todo, la relativa tranquilidad y paz social.

Lo que conviene es encender una vela para que las consecuencias de la gestión de la crisis global no afecten significativamente a México, que no la debe, pero si la teme. No exagero, es posible: frente a la potencia de la crisis global, podríamos estar desarmados y desamparados, por lo que encomendarnos a los santos es un buen acto de fe.

Por Raumiez Pérez Blanco, director del Centro de Negocios Bull & Bear.