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Bajo la administración de Citigroup, el Banco Nacional de México (Banamex) cumple 130 años de trayectoria en el mercado mexicano. Con una larga historia de consejeros regionales que en todo el país habían buscado por todos los medios que el gigante del crédito en México acelerara la derrama de financiamientos en los estados, desde hace varias décadas esta institución, que ahora preside Javier Arrigunaga, no ha estado libre de conflictos y de rescates.
En la década de los 90, uno de los pleitos más complicados que enfrentó Banamex, después de su privatización y durante la gestión de Roberto Hernández y Alfredo Harp, fue la suspensión de pagos del Grupo Xacur, que presidía Jacobo Xacur, un empresario originario de la comunidad judía y que construyó un verdadero imperio en la producción de aceites y oleaginosas en el sureste del país.
Aquella experiencia le dejó a Banamex una amarga historia y un quebranto de al menos 200 millones de dólares. Después vinieron las pérdidas cambiarias en diciembre de 1994 y con ella un gran número de empresas con problemas de pago. Una de ellas el Grupo Sidek, de los hermanos Martínez Güitrón, alguna vez consejeros regionales de Banamex. Por cierto, también Nicolás Xacur y su familia formaron parte, alguna vez, de las listas de consejeros regionales del banco.
Estos son sólo algunos casos que ejemplificaron, en su momento, los problemas y conflictos de interés que enfrentaba Banamex en su estructura para garantizar que sus controles internos evitaran fraudes o incumplimiento en el pago de créditos.
Con este nivel de riesgo, por lo tanto, no resulta extraño que los grandes bancos como Banamex argumentaran durante décadas que en México el costo del dinero no podía reducirse. Era necesario, bajo todos los escenarios, recuperar las pérdidas de grandes casos como el de Situr, Sidek y Xacur.
Así fue como la historia de desencuentros regulatorios y operativos de Banamex se sumó a la de Citigroup que no sólo tejía, por su parte, dudas y sospechas en Estados Unidos en medio de la crisis de los ya tristemente célebres Savings & Loans, sino que escribía sus propias historias en México.
El caso de Raúl Salinas de Gortari que se destapó a raíz de las investigaciones del senador demócrata, Carl Levin, selló la presencia en México de Citibank todavía como banco extranjero con una representación en el territorio nacional.
A pesar del antecedente y el escándalo que llevó a los tribunales de Suiza, Francia y Estados Unidos a Raúl Salinas de Gortari, Citibank recibió el aval del gobierno mexicano para comprar Banamex, la joya de la corona que –durante la gestión de Javier Arrigunaga en esa institución del Banco de México– recibió abultados pagarés del Fobaproa para rescatar su cartera con problemas de pago.
Citibank adquirió así en 2001 uno de sus mejores negocios en América Latina. En 2008, Banamex y su negocio cautivo en México demostraría su generosidad para distribuir riesgos lejos del territorio estadunidense y generar dividendos.
Banamex, en teoría y luego de la crisis de Citibank en Estados Unidos y el control del Departamento del Tesoro de sus operaciones, no podía operar bajo la administración de un gobierno extranjero. Fue entonces cuando la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, en el gobierno de Felipe Calderón, autorizó que el gobierno de Estados Unidos administrara las operaciones de Banamex y su influencia en el sistema de pagos mexicano. Y cuando la tormenta parecía haber pasado, cuando Citibank obtendría en Estados Unidos la autorización para repartir dividendos, en México se destapa el caso Oceanografía, de Amado Yáñez, lo que provocó una nueva investigación por parte de las autoridades estadunidenses de la Comisión de Valores de Estados Unidos y del Buró Federal de Investigación (FBI, por su sigla en inglés).
¿Qué tan bien vigila Citibank sus filiales en México? ¿Será que el escaso control de riesgos se contagia a través de los sistemas de pagos que administran?
Así Banamex cumple 130 años como una “institución financiera innovadora en todos los instrumentos de ahorro, intermediación y crédito del sistema financiero mexicano”, como asegura su boletín conmemorativo. Sin embargo, los retos regulatorios para los gobiernos de Estados Unidos son tan grandes como la influencia de Citibank y Banamex.