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De acuerdo con el Inegi, el valor económico total del trabajo no remunerado de los hogares mexicanos asciende a 3 billones 61mil millones de pesos. La responsabilidad de las labores domésticas y de cuidados sin pago recae primordialmente en las mujeres. Ellas cubren el 78.3 por ciento del total de horas destinadas a estas actividades.
Son las 5 horas. El sonido del despertador se adelanta a la salida del sol. Elena, una mujer de 55 años edad, se dispone a iniciar una jornada laboral no remunerada; la misma que desempeña desde hace casi 4 décadas.
Luego del aseo personal, prepara el desayuno de su hijo, quien ya se alista para ir al trabajo. Le acerca la comida a la mesa; le envuelve una torta de jamón para llevar.
La manecilla menor aún no alcanza el 7 en el reloj de la pared cuando Elena deposita en la lavadora la primera de cuatro tandas de ropa: pantalones, faldas, blusas, camisas, playeras, calcetines. La última de éstas incluye un cobertor matrimonial y un juego de sábanas del mismo tamaño.
Como malabarista profesional, la mujer pasa de una actividad a otra sin perder el control. Exprime, tiende, refriega pisos. Cuando el aparato de lavado ha hecho lo propio, ella ha terminado también con la limpieza del baño y del patio de la casa.
A escasos minutos de las 11 horas, cuando al fin planea almorzar y de paso reposar unos minutos, su marido la interrumpe. Acaba de despertar y exige probar bocado. Se trata de un hombre jubilado, 10 años mayor que ella y que, como consecuencia de un accidente cerebrovascular, requiere de cuidados especiales.
Mientras ella entibia la leche, voltea las tortillas del comal y prepara un par de huevos revueltos con frijoles de olla, alcanza a mordisquear un pan dulce que sopea en una taza de café.
Una vez satisfecha el hambre del marido y provistos los medicamente que éste requiere, la mujer retoma sus labores. Es medio día ya, y Elena ha trabajado por casi 7 horas. Su jornada apenas comienza. Aún le falta asear y organizar el resto de la casa, comprar el mandado, preparar la comida, lavar los trastes, planchar al menos una docena de ropa y cumplir con las actividades propias de su negocio: la venta de productos por catálogo.
De acuerdo con la Cuenta satélite del trabajo no remunerado de los hogares de México 2012, publicación a cargo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), durante 2012 el valor económico total del trabajo no remunerado de los hogares mexicanos fue de 3 billones 61 mil millones de pesos, cifra equivalente al 19.7 por ciento del Producto Interno Bruto para el mismo año. De este porcentaje, las mujeres aportaron el 15 y los hombres el 4.7
Como puede observarse, la carga mayor recae en las mujeres. Para 2012, la población que realizó trabajo no remunerado doméstico y de cuidados fue en 52.8 por ciento mujeres y en 47.2 hombres. Ellas cubrieron el 78.3 por ciento del total de horas destinadas a estas actividades, lo que corresponde en términos del valor económico al 76.1 por ciento.
Considerando el tiempo destinado tanto al trabajo de mercado como al no remunerado, resulta que las mujeres registraron también la más amplia jornada. Sumaron 2 mil 520 millones de horas semanales frente a las 2 mil 158 de los hombres.
“En este sentido –concluye el Inegi– la responsabilidad de las labores domésticas y de cuidados recae principalmente en las mujeres, quienes destinaron a estas actividades el 65.2 por ciento de su tiempo de trabajo total y sólo 3.3 de cada 10 horas al mercado de trabajo. En contraste, las actividades de los hombres se orientan principalmente al trabajo de mercado y a la producción de bienes de autoconsumo, con el 76.2 y 2.5 por ciento, respectivamente, de su trabajo total, destinando sólo 2.1 de cada 10 horas a las labores domésticas y de cuidados”.
Alimentación, actividad a la que se destina más tiempo
Los datos del Inegi derivados de la Cuenta satélite del trabajo no remunerado de los hogares de México2012 permiten conocer también el tiempo dedicado a cada una de las actividades del hogar y de cuidados.
Así, tenemos que para 2011 la distribución fue la siguiente: 33.5 por ciento para la alimentación; 22.1, limpieza y mantenimiento de la vivienda; 18.9, cuidados y apoyo; 12.3, limpieza y cuidado de la ropa o calzado; 9.3, compras y administración del hogar; y 4 por ciento, ayuda a otros hogares y trabajo voluntario.
Cabe destacar que las mujeres tuvieron una mayor participación en las actividades relacionadas con la alimentación y con la limpieza y cuidado de la ropa y calzado. En tanto, los varones sobresalieron en el rubro de compras y administración del hogar.
La Cuenta satélite tiene como objetivo brindar información sobre la valoración económica del trabajo no remunerado que los miembros del hogar realizan en actividades productivas para la generación de servicios necesarios destinados a la satisfacción de sus necesidades. Esto permite, a su vez, dimensionar el aporte de los hogares a la economía nacional y la importancia de este trabajo en el consumo y bienestar de la población.
El trabajo no remunerado de los hogares puede definirse como “el tiempo destinado a las labores domésticas y a los cuidados realizados por los miembros del hogar para producir servicios destinados al consumo del mismo, sin obtener un pago o remuneración, y que están fuera de la frontera de la producción de la contabilidad nacional”.
En América Latina las mujeres invierten el triple de horas que los hombres en trabajo no remunerado
Ana Güezmes García, directora regional de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) Mujeres para México, Centroamérica, Cuba y República Dominicana, refiere que, de acuerdo con las encuestas de tiempo realizadas en 18 países de América Latina, las mujeres invierten el doble o triple de horas que los hombres en el trabajo no remunerado.
Detalla que una de cada tres mujeres de la región no cuentan con ingresos propios y que el 90 por ciento del cuidado doméstico no remunerado está a cargo de las mujeres.
La representante de la ONU lamenta que este tipo de discriminación no forme parte de la agenda pública de la región, “la más desigual del planeta”.
Y que se convierte en un “impuesto –en tiempo, trabajo y dinero– invisible que pagan las mujeres en una sociedad que aún no ha hecho del cuidado una obligación de Estado”. Así define Güezmes García al trabajo no remunerado a cargo de la población femenina.