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Cira Rodríguez César/PL
La Habana. El Fondo Monetario Internacional (FMI), que exige y aplica políticas de choque neoliberales en países con aprietos económicos, hizo gala una vez más en su reciente reunión de primavera de las contradicciones entre cuanto dice y hace.
Ante el supuesto fortalecimiento de la economía mundial, el Comité Monetario y Financiero Internacional (CMFI) de ese organismo subrayó en la cita -celebrada del 8 al 13 de abril- que los países deben reenfocarse del corto al mediano plazo, con la ejecución de reformas estructurales que respalden un crecimiento sostenible, equilibrado y con abundante empleo.
De acuerdo con los especialistas de esa entidad, el mundo necesita un nuevo equilibrio de políticas, acorde con las necesidades de una nueva etapa en la recuperación económica global.
En esa cita, realizada de conjunto con el Banco Mundial, el ministro de Hacienda de Singapur, Tharman Shanmugaratnam, dijo que eso no implica un repliegue brusco de las estrategias macroeconómicas, en especial las monetarias, que apuntalarían la reanimación.
Pero sí significa dedicar mucha más atención a las reformas estructurales, señaló Tharman, algo que puede aceptarse como un reconocimiento de los problemas sistémicos del capitalismo.
Tharman, quien encabezó la reunión del CMFI, destacó que esos cambios deben encaminarse a sanear balances, fortalecer los sistemas bancarios y mejorar el funcionamiento de los mercados laborales.
No obstante, mencionó también riesgos claves para la economía mundial como un aumento de la deuda empresarial en ciertos países, que no tiene como contrapartida un crecimiento de la inversión.
Señaló asimismo la preocupación por el continuo peligro de volatilidad en los flujos de capitales a los mercados emergentes.
En su opinión este riesgo obedece en parte a un cambio en la estructura de las finanzas mundiales: no sólo se registra un mayor volumen de flujos de capitales sino también un cambio en su composición.
Agregó Tharman a esas sugerencias la urgencia de vigilar los riesgos geopolíticos, para lo cual recalcó el viejo discurso neoliberal de que el FMI desempeña un papel importante, cuando se trata de ayudar a estabilizar crisis geopolíticas y atenuar los riesgos económicos.
La traducción de sus palabras pueden encontrarse en todo lo acontecido en Grecia, Irlanda, Portugal, España y Chipre con los abultados rescates concedidos a esos países para salvarlos de la quiebra por su elevada deuda fiscal, a cambio de fuertes recortes y ajustes a los gastos públicos y despidos masivos.
Pero si aún quedan dudas, hace apenas unos días el FMI impuso un amplio paquete de reformas a Ucrania, como condición para recibir una ayuda de 19 mil millones de euros destinada a apuntalar una economía en caída libre.
El déficit ucraniano alcanzará este año los 26 mil millones de dólares, la mitad del presupuesto nacional (50 mil millones), mientras que el Producto Interno Bruto registrará un descenso del tres por ciento en caso de que se adopten las medidas propuestas.
De algo sí está seguro el FMI: la economía mundial aún está en serios problemas, por eso su directora general, Christine Lagarde, llamó a trabajar por un crecimiento de mayor calidad, más inclusivo y más equilibrado.
Los estudios del FMI sobre desigualdad apuntan a que hay que ir al incremento económico inclusivo, apuntó Lagarde, al tiempo que abogó a tener en cuenta para el logro de ese objetivo al cambio climático y la degradación del medio ambiente.
Reformas quedan en la agenda de pendientes
La reunión de primavera del FMI tampoco solucionó el tema de las reformas a ese organismo referentes al régimen de cuotas y la estructura de gobierno, acordadas en 2010 y pendientes aun por la aprobación de Estados Unidos.
China, Rusia y otras naciones desarrolladas manifestaron su preocupación por la demora de los cambios propuestos, que les da más derechos en el sistema de votación del FMI.
La gran mayoría de las 188 naciones miembros del FMI han aprobado las reformas, pero la oposición y los republicanos del senado de Estados Unidos han bloqueado los esfuerzos para su aprobación.
Muchos legisladores de esa bancada se quejan de que las reformas costarían demasiado en momentos en que el país se enfrenta a elevados déficits y recortes presupuestarios, y disminuirían la influencia de Washington en el FMI.
Expertos apuntan a que es vital para las naciones en desarrollo poder contar con una silla en la mesa de negociaciones de ese organismo multilateral, que se erige como gendarme de la economía mundial.
Las transformaciones incluyen proceder con un aumento en el porcentaje de votos de las economías emergentes, lo que al igual que las reformas formales reduciría el poder de votación de Estados Unidos, y una propuesta más drástica para negarse a extender la autoridad de préstamos de emergencia del FMI.
La reticencia del Congreso estadounidense es una lógica del sistema, porque si le da luz verde a las reformas, convertiría a China en la tercera mayor nación del FMI, también cambiaría la junta directiva, con una correspondiente reducción de la dominación de las naciones del oeste de Europa y de la Casa Blanca.