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Roberto Castellanos/PL
la Habana. El norte de Chile trabaja para volver a la normalidad tras un sismo de 8.2 grados que causó seis muertos e importantes daños materiales, en medio de vaticinios catastrofistas de que lo peor está por venir.
Cientos de miles de pobladores de las zonas más septentrionales del país apenas durmieron el 1 de abril, cuando la tierra fue sacudida por un terremoto al que siguieron por varios cientos de réplicas, una de ellas de 7.6 grados 24 horas después.
El temblor obligó a la evacuación en ambos casos de más de 900 mil personas que viven en la región costera del país por temor a un tsunami, el cual nunca llegó a producirse.
Estimaciones preliminares indican que nueve mil 500 viviendas fueron dañadas, de las cuales más de mil 200 resultaron declaradas irreparables.
A diferencia de hace cuatro años, cuando en su primer mandato la presidenta Michelle Bachelet recibió duras críticas por su tardía respuesta a un sismo, el gobierno ahora reaccionó inmediatamente.
En esta ocasión Bachelet permaneció en el Palacio de La Moneda (sede del Ejecutivo) para coordinar los pasos a dar por su equipo y demás autoridades.
La prensa nacional destacó también la rápida declaración de Estado Constitucional de Catástrofe en la zona más afectada, medida que restringió el poder civil y encargó a las Fuerzas Armadas del orden público.
Como parte de la estrategia para abordar la catástrofe, varios ministros fueron enviados a las regiones de Arica y Parinacota y Tarapacá, las más golpeadas, entre ellos los de Vivienda, Paulina Saball; de Economía, Luis Felipe Céspedes; de Agricultura, Carlos Furche, y de Salud, Helia Molina.
Precisamente, Furche decretó la emergencia agrícola en las regiones de Arica y Parinacota y de Tarapacá.
La Ley de Presupuestos otorga luz verde a esa cartera para financiar situaciones o gastos no previstos causados por fenómenos climáticos, catástrofes naturales o emergencias.
La reacción de las autoridades permitió en cuestión de días el restablecimiento de los servicios de agua y electricidad en la mayoría de las regiones, aunque algunas pequeñas localidades continúan con problemas e incomunicadas por los cortes de carretera.
Otro de los logros fue evitar saqueos y actos vandálicos debido al rápido despliegue de efectivos de las Fuerzas Armadas en las zonas afectadas.
No obstante, el terremoto obligó al gobierno a reenfocar sus prioridades y a posponer algunas de sus promesas.
Bachelet, quien asumió el cargo el 11 de marzo, destacó que el plan de 56 medidas para los 100 primeros días de su gestión sufrirá algunos retrasos debido al sismo.
“Puede ser que en algunas áreas tome un poquito más de tiempo, porque hay que dedicar más esfuerzo a estas tareas (de reconstrucción y rehabilitación)”, subrayó.
Un sondeo de Radio Cooperativa, la firma Imaginacción y la Universidad Central destaca que el 49,6 por ciento de los afectados calificó de buena las acciones del Ejecutivo y un 29,6 de regular.
Mientras, un 12,8 por ciento criticó las labores de ayuda y reconstrucción tras el fenómeno natural, en tanto un 8,2 por ciento evitó contestar.
“Cuando hay muchos problemas, la gente tiende a ser muy crítica con las autoridades. En este caso es bien notable que la evaluación es buena, y yo creo que tiene que ver con que las cosas funcionaron”, comentó el director de estudios de Imaginacción, Carlos Vergara,
Evidentemente hay un libreto por parte de Bachelet para no repetir errores, comentó el decano de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Central, Marco Moreno.
Sin embargo no todo marchó bien; vecinos de varias ciudades y poblados, como Iquique y Alto Hospicio, denunciaron la especulación de productos de primera necesidad con las velas, el pan y el agua.
Las críticas y protestas, que incluyeron la quema de neumáticos, obligaron a las autoridades a actuar y anunciar arrestos y causas penales para quienes incurran en ese delito.
En medio de un clima de pánico, el director del Centro Sismológico Nacional, Sergio Barrientos, descartó cualquier megaterremoto, como pronostican otros expertos chilenos.
Antes de ese movimiento telúrico habían dos escenarios probables: que la zona se activara en un solo sismo de gran magnitud, que habría tenido unos 600 kilómetros de extensión, o varios un poco menores, explicó.
“Aparentemente es esto último lo que estamos viendo”, indicó Barrientos, quien detalló que el terremoto dividió en tres la zona de la laguna sísmica.
Sin embargo, otros expertos no comparten esa idea y advirtieron que lo peor está por venir.
El sismólogo de la Universidad de Chile Mario Pardo, el geógrafo Marcelo Lagos y el profesor del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Concepción Klaus Bataille coinciden en que aún es imposible determinar a ciencia cierta si ocurrirá uno mayor en la zona a corto plazo.
Chile es uno de los territorios del mundo con más actividad sísmica debido a su ubicación en el llamado Cinturón del Fuego del Pacífico.
El terremoto de Chillán, en 1939, es considerado el más devastador en el país con un balance de cinco mil 648 muertes.
El 27 de febrero de 2010 un sismo de de 8,8 grados, en la zona central y sur, dejó un saldo de 526 muertos, 800 mil damnificados y 30 millones de dólares en pérdidas.
Sin lugar a dudas, el gobierno de Bachelet pasó su primera gran prueba de gobierno con su rápida reacción tras el sismo, aunque aún queda mucho por hacer para eliminar las secuelas del movimiento telúrico en la región septentrional del país.