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La Habana. Una de las economías más importantes del mundo, la japonesa, da signos preocupantes en medio de problemas financieros globales, que de alguna manera atañen a todos los países, incluso a los más ricos.
El asunto tiene enfrentados los criterios de economistas con distintos pareceres, pese a que los indicadores señalan un camino común para las dificultades en el mundo, aunque naciones como Japón o Alemania presentan problemas diferentes a los países menos desarrollados.
Informaciones al respecto señalan un crecimiento económico japonés menor al esperado por los analistas.
Las más recientes cifras generadas en Tokio indican que la economía del país marcó el cierre de 2013 con un trayecto más lento que el previsto, debido sobre todo al débil consumo (comparativamente) y descenso de las exportaciones.
Dichas estadísticas apuntan que el Producto Interno Bruto (PIB) solo se elevó, en el período señalado, uno por ciento sobre una base anual en el semestre que concluyó en diciembre pasado, frente a los cálculos del mercado que estimaron una expansión del 2,8 por ciento.
Sin embargo, pese a esos datos preocupar a algunos expertos, las entidades oficiales anotan que la tercera mayor economía del mundo registró cuatro semestres consecutivos de crecimiento.
Otro elemento a tener en cuenta está en el informe acerca de que Japón registró otro déficit comercial sin precedentes, con importaciones que excedieron a las exportaciones por casi 10 mil millones de dólares.
Tales tendencias parecen mantenerse, y los economistas consideran que no debe cambiar en un futuro cercano. Ello tiene también relación con la política de debilitamiento del yen con la finalidad de reducir el costo de las exportaciones y estimular el crecimiento.
Estos senderos llevan a un incremento de los precios en cuanto a importaciones de petróleo y gas.
Algunos reportes de prensa señalan que el incremento de los precios energéticos, por ejemplo, puede enfrentar las intenciones de recuperación en el país del sol naciente.
El dato tiene también vínculo directo con la paralización de los salarios, que eslabona su cadena con el consumo y los mercados.
Las autoridades financieras niponas tuvieron un inicial éxito en el camino para recortar el valor del yen, cuando la moneda de ese país decreció un cuatro por ciento frente al dólar estadounidense.
Ello ocurrió luego de la intervención del Banco de Japón a esos efectos y decidió reactivar las deprimidas exportaciones locales, siempre considerando que no se trata de problemas acuciantes, si hacemos comparación con países empobrecidos o menos favorecidos.
Voceros oficiales insistieron en que continuarán una estrategia de vender yenes hasta lograr un resultado financiero satisfactorio en los mercados.
Las intervenciones previas no llegaron al efecto esperado, aunque algunas voces aprecian a la moneda nipona como un refugio frente a la inestabilidad financiera mundial.
Para los japoneses, la alta cotización del yen debilita la economía, seriamente afectada por la gran deuda pública, y los costos de reconstrucción por problemas derivados del tsunami de marzo de 2011 y sus consecuencias posteriores, como las afectaciones a centrales nucleares y al sistema eléctrico del país.
Por su parte, el primer ministro japonés, Shinzo Abe, declaró oportunamente un esperado incremento del impuesto sobre las ventas para acomodar esas finanzas públicas mencionadas.
Dicho impuesto al consumo se elevó a razón del cinco al ocho por ciento el 1 de abril de 2014, primera crecida de este tipo en por lo menos 15 años. De tal suerte Tokio requiere recaudar más moneda para pagar su deuda pública, considerada la más alta de las naciones desarrolladas.
Esa deuda duplica su PIB, por tanto pone una nota de inestabilidad que preocupa a los economistas y destapa alertas sobre una solución a tales problemas económicos y financieros.
Las medidas en cartera, sin embargo, tienen riesgos, que según los entendidos pueden dañar la recuperación económica japonesa, cuando para algunos está sobre una frágil cuerda, y puede incluso afectar la popularidad de los principales políticos del país.
La latente armadura samurai
Pese a esos problemas, Japón tiene sus ventajas frente a los problemas que maltratan con fuerza a otras economías, sobre todo desde la crisis de deuda de 2008 y que algunos expertos ven erradicada, mientras otros la consideran latente y peligrosamente incrementable.
La economía de Japón es la tercera mayor a nivel mundial, tras los Estados Unidos y China, y exhibe una cooperación entre el gobierno y las industrias que le favorece.
Un elemento positivo está en la costumbre nipona de trabajar duro y el importante dominio de la tecnología que permitió a Tokio el éxito y su posición a nivel global.
Los sectores estratégicos de su economía son los productos manufacturados y la tecnología, sobre todo vehículos, artículos electrónicos e industria del acero.
Pese a esas elevadas cotas, las estadísticas colocan una ineficiente agricultura, según los niveles mundiales del momento, lo que obliga a subsidios del Estado.
El sector de las finanzas aporta un buen desarrollo en la actualidad debido a la fortaleza del yen, la tercera moneda más empleada, luego del dólar estadounidense y el euro.
Ese recurrente éxito japonés lo denotan como una especie de fenómeno económico para la segunda mitad del siglo pasado, resultado de un control profundo de sus importaciones y una inversión elevada en el interior del país, junto a una política de exportación agresiva, como la venta de coches.
Los principales socios comerciales de Japón son Estados Unidos, China, Malasia, Tailandia, República de Corea, Alemania y el resto de los miembros de la Unión Europea.
Como acápites destacables de la economía japonesa incluyen una fuerte unidad entre productores, manufactureros y distribuidores, reunidos en grupos conocidos como keiretsu.
Otro dato lo aportan fuertes gremios empresariales y la garantía del empleo vitalicio para la mayoría de los trabajadores; sin embargo, tales garantías muestran deterioros evidentes en el presente.
Ello es significativo teniendo en cuenta la carencia de recursos minerales en el país, y la falta energética que incide en el desarrollo industrial nipón, tras los problemas desprendidos de fenómenos como el tsunami y las centrales nucleares.
Exhibe -pese a ser escasos- recursos como cobre, azufre, manganeso, plomo y zinc, carbón localizado en ciertas regiones y pozos de petróleo en la zona noroccidental.
Con muchos asideros económicos frente a los problemas, y pasados los peores momentos de la crisis económica mundial, sumados los desastres naturales, el empleo comienza a escasear, obligando a leyes para proteger a las familias y estimular una mirada crítica sobre el presente y el futuro japonés.