Pierden poder adquisitivo empleados universitarios

Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 12 segundos

Trabajadores de la UNAM CO

Las universidades públicas carecen de un blindaje que las proteja de los estragos de las políticas económicas neoliberales. Así, al igual que ocurrió con los salarios del grueso de la clase trabajadora mexicana, los ingresos de los empleados administrativos de la máxima casa de estudios del país también perdieron valor durante los últimos 30 años.

Aun con sus autonomías, las universidades públicas no están exentas de las dinámicas del mundo que las vio emerger. Es el caso de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Sus muros no han logrado impedir que la crisis económica provocada por el sistema neoliberal arrase con el poder de compra de sus empleados.

El salario de los trabajadores de la UNAM 1980-2013, un reporte de investigación elaborado por los integrantes del Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM), que tiene su sede en la Facultad de Economía, da cuenta de ello. En el documento, los investigadores universitarios aseveran que de 1980 a la fecha el poder adquisitivo de los trabajadores de la UNAM ha registrado una pérdida acumulada del 73.47 por ciento. La cifra proviene del cálculo que los economistas realizan con base en el salario mínimo nominal, el Índice Nacional de Precios al Consumidor y los indicadores de inflación.

Fue de 1981 a 1988 que los bolsillos de los trabajadores de la UNAM registraron el mayor golpe. Esto como consecuencia de “las políticas neoliberales y sus topes salariales”, así como de las crisis económicas que azotaron al país durante este periodo, la de 1982 y la de 1987. En este lapso la pérdida acumulada fue del 68.26 por ciento, es decir, de 9.75 puntos porcentuales como promedio anual.

La pérdida del poder de compra de los trabajadores universitarios se prolongaría hasta 1993 cuando los incrementos salariales quedaron nuevamente opacados por el alza de precios en bienes y servicios. La pérdida acumulada para entonces alcanzó los 77.18 puntos porcentuales.

De acuerdo con Luis Lozano, Javier Lozano, Irma Otero, Martín Molina y Luis M Lozano, responsables del reporte de investigación, el deterioro salarial de los trabajadores de la UNAM, presente desde 1977, ha impactado no sólo los bolsillos de este sector de la comunidad universitaria, sino también sus prestaciones sociales.

“Es responsabilidad de los trabajadores enfrentar conscientemente y de manera organizada el histórico y sistemático deterioro del nivel de vida y trabajo de la clase trabajadora en México”, señalan los especialistas.

Moderada recuperación

El reporte revela que de 1994 a 2013 los trabajadores universitarios han experimentado un menudo respiro.

De acuerdo con los cálculos de los profesionales de la economía, el poder de compra de los trabajadores de la máxima casa de estudios del país contuvo la pérdida para este periodo; incluso logró una recuperación de 3.71 por ciento respecto de 1993. Con ello, la caída del poder adquisitivo pasó de 77.18 por ciento en 1993 a 73.47 por ciento en 2013.

Se trata, en realidad, de una moderada recuperación. Mientras que de 1981 a 1988 sus dineros perdieron anualmente el 9.75 por ciento de su valor, de 1993 a 2003 lo recuperaron en tan sólo 0.371 por ciento al año.

Los investigadores de la UNAM aseguran que este fenómeno de contención o mejora es fruto de la acción del Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México, que optó por un cambio en su estrategia de gestión y negociación con la autoridad universitaria, por una política de retabulación y de ajustes a los ingresos de los trabajadores, y por el establecimiento de programas de estímulos.

 

 Trabajador de la UNAM CO

Entre las conclusiones planteadas por los miembros del CAM, destaca que “el mayor proceso de recuperación de la pérdida del poder adquisitivo de los salarios de los trabajadores administrativos de la UNAM se presenta en las categorías cuyos ingresos salariales son mayores”. Así, de 1994 a la fecha, el poder adquisitivo de un auxiliar de intendencia, rango 2, nivel A, se recuperó en 1.14 por ciento; el de un oficial de imprenta, rango 7, nivel A, en 1.34 por ciento; el de un vigilante, rango 5, nivel A, en un 1.41 por ciento; y el de un laboratorista, rango 10, nivel A, en 5.81 por ciento.

Por ello recomiendan ofrecer “un mayor apoyo a las categorías donde se concentra el grueso de los trabajadores de base sindicalizados”.

A partir de que “el manejo de programas de complementación al salario sí ha sido un freno a la caída salarial de los trabajadores”, los expertos identifican otra de las necesidades: “establecer un mayor impulso a dichos programas de complementación y profesionalización, principalmente en las categorías en donde se encuentran el grueso de los trabajadores y cuyos ingresos son menores”.

Mayoría de la población, afectada

El deterioro en el poder de compra no es privativo de los trabajadores de UNAM. Afecta directamente a alrededor de 52 millones de personas en el país, las mismas que integran la Población Económicamente Activa.

A decir de los integrantes del CAM-UNAM, la pérdida que el poder adquisitivo del grueso de la clase trabajadora mexicana ha acumulado en 30 años de neoliberalismo es ya de 82 por ciento. El cálculo considera lo ocurrido entre diciembre y agosto pasados, periodo en que la merma fue de casi 10 puntos porcentuales a causa del incremento en los precios de los productos que integran la Canasta Alimentaria Recomendable (indicador que incluye 38 alimentos cuyos nutrientes son los mínimos necesarios, y que fue elaborado considerando los aspectos históricos, económicos, sociales, culturales y de dieta de las familias mexicanas).

La pérdida del poder adquisitivo del salario mínimo refiere el bajo crecimiento de los salarios nominales respecto del comportamiento de los precios. Se trata de una realidad paralela al Artículo 123 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que establece que “los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer la educación obligatoria de los hijos”.