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No son buenas noticias y al cierre del año comenzarán a confirmarse los pronósticos más pesimistas respecto a la economía porque, a pesar de que ahora el gobierno de Enrique Peña Nieto está dispuesto a liberar el gasto público para el último trimestre, el subejercicio en el que se incurrió durante el primer semestre del año y parte del tercer trimestre ya cobró muchas víctimas.
Para empezar, la reforma fiscal integral que contemplaba el IVA para muchos alimentos –con excepción de una canasta básica para las clases menos favorecidas– y el crecimiento económico que pudo haber registrado la economía durante la primera mitad del año, ya quedó enterrado.
Las áreas de análisis de casas de bolsa nacionales y extranjeras ajustaron sus pronósticos de crecimiento. Fue a principios de este año cuando, tras el anuncio del gobierno federal de que se regresaría al déficit cero, se cambiaron las expectativas de crecimiento para el Producto Interno Bruto (PIB).
Primero, se descartó que la economía pudiera crecer más allá de 2.5 por ciento. Después se ajustó la dinámica a 1.8 por ciento. Ahora, a pesar de que se ha ofrecido liberar el gasto público, corredurías extranjeras y áreas de análisis de casas de bolsa nacionales tendrán que reconocer que la economía no podrá llegar ni siquiera al 1 por ciento.
Además, se estiman nuevas presiones inflacionarias ante la carestía de productos agrícolas que generará la situación del campo luego de los huracanes.
Una verdadera tragedia porque el 1.8 por ciento de crecimiento del PIB que se perdió en estos primeros 9 meses del gobierno de Peña Nieto no se recuperará nunca y como saldo fatal se tiene el cierre de miles de empresas, la pérdida de empleos y, por supuesto, la caída en el consumo, tan necesario para estimular la economía interna frente a choques del exterior como el que se vivió en el primer semestre.
Es cierto, México –según los expertos en macroeconomía– padeció la caída en las ventas al exterior. No sólo fue petróleo, también dejamos de vender computadoras, pantallas, teléfonos.
¿La razón? La economía de Estados Unidos también ajustó sus niveles de consumo. Ese era el momento para estimular la economía interna, lo que los especialistas califican como estrategias contracíclicas.
A cambio, la economía mexicana tuvo un inexplicable subejercicio del gasto público en sectores como comunicaciones y transportes, educación, energía. Paradójico. Para el primer trimestre, la propia Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) ha reconocido un subejercicio del gasto del 10 por ciento; para el segundo trimestre de menos de 5 por ciento.
La realidad es que los montos asustan porque se piensa en los empleos generados y en el cierre de compañías que se hubiera evitado. El Partido de la Revolución Democrática (PRD) calcula que el subejercicio en los primeros 5 meses se ubicó en 70 mil millones de pesos; otros analistas consideran que el monto sólo llegó a 60 mil millones de pesos.
Ahora, la Secretaría de Hacienda anuncia que reasignará gasto para presupuestos sociales por 16 mil millones de pesos y que al final del 2013 quedará claro que no hubo subejercicio. Quizá, pero la dependencia también debería reconocer que el ejercicio tardío de los recursos presupuestos para gasto público sí generó un problema que hoy tiene sumida a la economía en un gran problema que será muy difícil de remontar.