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La pérdida del poder adquisitivo del salario mínimo de la clase trabajadora mexicana agudiza la pobreza en el país. Así, durante los primeros nueve meses de 2012, 467 mil personas entraron en situación de pobreza. Aumentar el monto de los salarios, la única manera estructural para combatir este fenómeno, aseguran especialistas de la Universidad Iberoamericana.
De acuerdo con el Observatorio del Salario Justo de la Universidad Iberoamericana (Uia), campus Puebla, durante los primeros nueve meses de 2012, 467 mil personas entraron en situación de pobreza como consecuencia de la pérdida del poder adquisitivo del salario mínimo de la clase trabajadora en México.
Y es que mientras de enero a septiembre de 2012 la inflación de la canasta alimentaria básica del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) fue de 5.13 por ciento para la zona urbana y de 5.98 por ciento para la zona rural, el incremento salarial para 2012 fue de tan sólo 4.5 por ciento.
Contrario a lo que plantean los economistas neoliberales, en el sentido de que la solución a la pobreza son las “transferencias focalizadas y los programas sociales dirigidos a condicionar el acceso al dinero”, Miguel Santiago Reyes Hernández, integrante del Observatorio del Salario Justo, asegura que la única manera estructural de combatirla es con aumentos salariales.
Refiere, por ejemplo, que entre 1994 y 1995 la pobreza se incrementó a raíz de la caída del salario de la clase trabajadora. En tanto, entre 1996 y 2000 hubo una recuperación económica vinculada con el aumento de los salarios.
“Si no hay un incremento importante al salario, tampoco se puede desarrollar el mercado interno –clave del desarrollo independiente y soberano de cualquier nación– y, por tanto, no hay crecimiento ya que se inhibe el consumo y la producción”, acota el economista.
Reyes Hernández rebate el argumento de los teóricos neoliberales de que el alza en los salarios generaría una escalada inflacionaria. “Ellos siempre te hablan de que es un problema marcoeconómico; que está inercialmente ligada la inflación a los salarios; que los salarios son un componente de la inflación. Esto es una falacia, es más bien una ideología que se ha venido desde los años de Salinas en México”.
Para sustentar su afirmación, el investigador alude el caso de Brasil. Explica que el aumento del salario mínimo en aquel país, que de 2003 a 2012 fue del 54 por ciento, lejos de provocar un incremento desmedido en los precios, contribuyó a reducir los niveles de pobreza.
Pérdida del poder adquisitivo
Considerando el precio actual de la canasta alimentaria básica del Coneval (1 mil 125 pesos para la zona urbana y 800 pesos para la rural), durante el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa la pérdida del poder adquisitivo del salario mínimo en el país es de cerca del 32 por ciento, asevera Miguel Santiago Reyes Hernández.
A decir del integrante del Observatorio del Salario Justo, además de ser indigno, esto atenta contra el artículo 123 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que establece que “los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para promover a la educación obligatoria de los hijos”.
Rodrigo Olvera Briseño, del Centro de Reflexión y Acción Laboral (Cereal), agrega que la pérdida del poder adquisitivo del salario mínimo violenta también diversos tratados internacionales signados por México, relativos a los derechos a la salud y alimentación. Subraya, asimismo, que el salario mínimo no es un capricho de los trabajadores, sino un derecho humano, “lo cual implica que es tan importante como que no haya tortura”.
Según un estudio del Observatorio del Salario Justo de la Uia, para satisfacer el mandato constitucional, el salario mínimo debería ser de 9 mil 143 pesos al mes. Así, el 32 por ciento de la población, es decir, unos 35 millones de personas, podrían salir de la situación de pobreza en que se encuentran.
Hoy, el salario mínimo nominal es de 1 mil 772.40 pesos y el salario mínimo real de 1 mil 754.33 pesos.
Salario mínimo en México
Fue en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, a través de los llamados pactos de estabilidad, que inició la política de contención salarial más agresiva. A 17 años de concluida su administración, las consecuencias son evidentes. De acuerdo con datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de 2011, México ocupa el penúltimo lugar en materia de salarios respecto de 41 países de América, Europa y Asia.
Los 170 dólares mensuales de salario mínimo en México están por debajo, incluso, del salario mínimo en China que es igual a 173 dólares. “Cuestionábamos a China por sus salarios de hambre. Hoy estamos por debajo de los salarios en ese país”, apuntan los investigadores del Observatorio del Salario Justo.
Los especialistas advierten que con la reforma laboral que actualmente discute el Poder Legislativo, esta situación se agudizará. “Habría menos posibilidades de recuperar el salario. Las posibilidades de negociación serían casi nulas porque se legalizarían los contratos de protección patronal, el outsourcing y la contratación sería por hora”.
“Estamos regresando a una situación del siglo XIX en donde, producto de esa situación, hubo muchas revueltas sociales, muchas guerras, revoluciones, incluso como la Revolución Mexicana y eso es a lo que le están apostando, a que la gente empeore su nivel de vida, a que sus derechos como trabajadores sean cada vez más vulnerados y además a que caigan en una situación de pobreza”, dice Miguel Reyes.
La solución
A decir de Reyes Hernández, sólo una estrategia integral, basada en un nuevo pacto social, puede contribuir a recuperar el poder adquisitivo de la clase trabajadora mexicana.
Dicha estrategia implicaría, entre otras, generar empleos dignos, invertir en producción, tecnología y productividad (pero desde una perspectiva económica diferente), redistribuir la riqueza, desaparecer los contratos de protección patronal, lograr que los sindicatos sean verdaderamente libres e independientes, acabar con el corporativismo.
Asimismo, “tiene que haber un cambio y una redirección de la política económica en este país, es decir, no tenemos que enfocarnos en favorecer a los grandes grupos empresariales de exportación. Se tiene, más bien, que favorecer a las pequeñas y medianas empresas con ciertos mecanismos y créditos fiscales que ahora no existen. Tiene que desaparecer el Impuesto Empresarial a Tasa Única porque implica una doble tributación para la pequeña y mediana empresa”.
De manera emergente, el Observatorio de Salario Justo y el Cereal encabezan una campaña por la recuperación salarial, cuyo objetivo es incidir de manera positiva en la próxima negociación salarial a cargo de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami).
Para ello, los especialistas contemplan acciones como interponer amparos que obliguen a la Conasami a incrementar el monto del aumento salarial, y acudir a instancias internacionales como la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y al sistema de relatores especiales de la Organización de las Naciones Unidas en materia de derechos humanos, en concreto, a los relatores en materia de pobreza y alimentación. Y es que “la estrategia salarial del gobierno mexicano lo que está provocando es que cada vez haya más personas en situación de pobreza”.
El investigador de la Uia, campus Puebla, precisa que los salarios además de estar vinculados con el crecimiento económico y el desarrollo del mercado interno, lo están con el bienestar humano. El beneficio en este último aspecto es doble: “Se tiene para comer y vivir dignamente pero también hay una realización personal del ser humano en términos de que tú estás contribuyendo a la transformación consciente de esa naturaleza para producir satisfactores”.