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Ante las críticas que generó el acuerdo entre PMI y el gobierno de Galicia pa ra impulsar el sector español de los astilleros, la Secretaría de Marina dio a conocer que firmó con Pemex un convenio general de colaboración recíproca entre con la finalidad de establecer las bases de cooperación pa ra la prestación bilateral de servicios relacionados con la construcción de la flota menor de la pa raestatal
El convenio tiene como objetivo establecer las bases de cooperación para el desarrollo de una alianza estratégica entre ambas instituciones para prestación mutua de servicios relacionados con la contratación, diseño, construcción, supervisión, seguimiento, reparación y mantenimiento de embarcaciones, con la finalidad de contribuir de ese modo a la consolidación y expansión del sector marítimo. Un análisis de la Secretaría de Marina revela que el país sufre de una gran dependencia de buques construidos en astilleros extranjeros. Con más de 11,000 kilómetros de litorales, la situación es preocupante porque Pemex sigue arrendando buques a armadores extranjeros. Hace dos años, una iniciativa del PRI en la Cámara de Diputados impulsó una reforma para “rescatar” a la marina mercante mexicana que, de acuerdo con los legisladores de ese partido, ha sido desmantelada en las últimas dos décadas y sustituida por barcos extranjeros que movilizan petróleo y mercancías nacionales. En ese momento, se planteaba establecer desde la ley la obligatoriedad de que en materia de arrendamientos de buques el gobierno federal privilegie aquellos que hayan sido construidos en México, con el objetivo de detonar el desarrollo de esta área productiva del país. Fue entonces cuando se presentaron las modificaciones a la Ley de Adquisiciones, Arrendamientos y Servicios del Sector Público. El objetivo era aprovechar la capacidad instalada de al menos 64 astilleros que operan en puertos mexicanos y que tienen personal y tecnología para la construcción de buques tanques, graneleros y contenedores.
Sin embargo, muchos de ellos decidieron cambiar su vocación de constructores de embarcaciones por la reparación de yates. La reposición de la flota mayor de PEMEX involucra, por lo tanto, grandes retos para el gobierno federal y para los astilleros mexicanos. En el mediano plazo, PEMEX requerirá de al menos cinco buques tanque, remolcadores y lanchas de pasajeros. Además, la industria pesquera nacional tendrá la necesidad de reponer atuneros, tiburoneros, sardineros y camaroneros, de hecho, la Comisión Nacional de Pesca ha manifestado su intención de reponer las flotas camaroneras y sardineras que presentan una gran obsolescencia técnica. Los grandes clientes, sin embargo, siguen estando en el gobierno federal y en concreto en Pemex. Emprender la construcción naval de astilleros nacionales lograría la resucitación de la marina mercante, y esto se logrará en la medida en que, en principio, el gobierno adquiera lo que genere esta rama y no opte por empresas extranjeras.
Las condiciones actuales de la construcción naval a nivel mundial se apega a tiempos muy largos de respuesta, incluso la entrega de buques de cualquier tipo y tamaño se mide en años; así de revivir a esta industria en México, se estaría abriendo una ventana de oportunidad no sólo a nivel nacional sino internacional. Sobre todo si se considera que se pueden ofertar los productos en esta materia a países de Centro y Sudamérica que tienen operaciones petroleras, así como en aquellos con industria pesquera. En la Cámara de Diputados calcula que de no impulsarse una recuperación consistente de los astilleros mexicanos se podrían perder al menos 50,000 empleos. La tragedia sería, además, que esos puestos de trabajo se generarían en otros países. La preocupación de legisladores y empresarios está presente después de que PEMEX anunció recientemente (además de los floteles gallegos) que compraría tres buques cisterna pero a astilleros extranjeros.