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A principios de 2011, Mony de Swaan, presidente de la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel), anunció que se licitaría la señal de dos cadenas digitales de televisión abierta, una con cobertura del 92 por ciento del territorio nacional, mientras la segunda apenas con 82 por ciento. A la fecha, dicha licitación no ha prosperado, a pesar de que las condiciones técnicas son viables; por el contrario, cada vez encuentra mayores obstáculos para su implementación.
Uno de varios inconvenientes que enfrenta la licitación, es que no hay claridad para las autoridades de la materia si crear dos cadenas nacionales o formar varias cadenas regionales a lo largo y ancho del país. Ambas opciones tienen sus pros y contras. En principio, crear dos cadenas nacionales, serviría para hacerle competencia frontal al actual duopolio, por ejemplo, los productores independientes podrían ofertar sus contenidos a los nuevos canales y el mercado se sujetaría a la oferta y demanda. Pero también la creación de televisoras regionales fortalecería las economías locales.
El problema, en todo caso, es que los nuevos concesionarios sabrían que las oportunidades de negocio dependerían de la cantidad y solvencia de aquellos anunciantes con voluntad de abonarse a sus empresas, puesto que actualmente la publicidad está cooptada por el duopolio televisivo que no sólo impera en la industria de la televisión sino en general en los medios masivos.
Sumado a lo anterior, el llamado apagón analógico marcha lentamente y el duopolio televisivo no muestran ningún signo de interés por acelerar dicho tránsito; incluso pese a haber adquirido el compromiso de no entorpecer el desarrollo de la televisión digital ante la Comisión Federal de Competencia (Cofeco) cuando ésta les permitió la fusión de capitales para operar Iusacell, entre ambas televisoras han interpuesto ocho amparos en contra de la transición a la televisión digital terrestre (TDT) .
Por su parte, el gobierno federal y los legisladores no atinan en determinar fechas precisas para la transición y tampoco se ponen de acuerdo sobre el otorgamiento de subsidios para los decodificadores que tendrían que implementarse en los televisores que no tienen la capacidad de recibir señales digitales. Pero no sólo eso, también hace falta discutir quién se encarga de la instalación de esos decodificadores, las televisoras, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), el propio usuario.
Quizá valga la pena mirar hacia el exterior y replicar algunas experiencias de éxito en otros países. Por ejemplo, en el gobierno de Barack Obama se capacitó a los bomberos para que fueran ellos quienes asistieran a las familias en la instalación de los decodificadores digitales. Evidentemente, en México el cuerpo de bomberos no podría solventar dicho encargo, pues apenas y tienen recursos para su función natural, pero si podría pensarse en otra entidad que pudiera llevar a cabo dicha misión.
Acelerar la transición a la televisión digital establece condiciones mínimas para demandar mayor competencia, pero –sobre todo– calidad en los contenidos. En ese sentido, ampliar la oferta televisiva, significa la diversificación del mercado. Si bien el negocio de la televisión es tener frecuencias radioeléctricas para ofrecer a los anunciantes un público cautivo, con la llegada de nuevos canales competidores y la diversificación de contenidos, televisoras y anunciantes tendrían que replantear sus estrategias publicitarias para que el público decida quedarse en un canal porque realmente se sienta cómodo con el producto que se le está ofreciendo.
Sin embrago, todo parece indicar que el debate sobre la búsqueda de equilibrios en los contenidos y la regulación de la publicidad que sostiene a las empresas televisivas, es sólo una simulación, pues gobierno y televisoras interponen sin pudor escollos que hacen más difícil el ingreso de nuevos competidores a la industria y empantanan el uso de nuevas tecnologías, perjudicando al final del día a los usuarios que tienen que conformarse con la recepción de señales analógicas y sin acceso a otro tipo de contenidos.
*Maestro en comunicación por la Universidad Iberoamericana