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El Fondo Monetario Internacional (FMI) considera que los bancos europeos necesitan reforzar sus balances con la reducción de activos y el incremento del capital para recuperar la confianza de los inversionistas y mantener una resistencia a largo plazo.
Aunque reconoce que las autoridades europeas han llevado a cabo diversas medidas para estabilizar el sistema financiero, como las políticas fiscales y estructurales en Italia y en España, el acuerdo sobre el financiamiento de Grecia y la reestructuración de la deuda con el sector privado, estima que el sistema financiero aún está frágil y los mercados siguen volátiles.
“Las políticas adoptadas han evitado hasta ahora una contracción del crédito, pero si la tensión financiera recrudece, un desapalancamiento sincronizado y a gran escala de los bancos europeos podría causar daños graves en los precios de los activos, la oferta de crédito y la actividad económica, dentro y fuera de Europa”, afirma José Viñals, consejero Financiero y titular del Departamento de Mercados Monetarios y de Capital del FMI.
En el informe sobre la estabilidad financiera mundial (Global Financial Stability Report), Viñals señala que aún queda mucho por hacer para que haya mayor margen de acción.
Si bien desde 2008 los bancos han vendido activos e incrementado el capital, así como limitado los recortes de crédito a empresas y hogares. “La clave está en encontrar el equilibrio justo, ya que los bancos necesitan apuntalar los balances para reforzar la capacidad de resistencia a largo plazo. Al mismo tiempo, es fundamental evitar recortes a gran escala del crédito que puedan socavar el crecimiento económico y la recuperación mundial”, apunta Viñals.
Destaca también que el bajo nivel de crecimiento de la zona del euro dificultará salir de las deudas que tienen los gobiernos, el sector empresarial y los hogares.
El FMI propone continuar con el recorte del déficit público, con políticas monetarias acomodaticias, un retiro paulatino del respaldo fiscal en los países que no tienen presión por parte de los mercados financieros y reformas estructurales para estimular la productividad y la competitividad.
A corto plazo sugiere mantener los programas de ajuste de las economías que presentan tensión y complementarlos con “un cortafuegos”, es decir, un financiamiento de respaldo flexible y potente.
Además de lograr un proceso ordenado de desapalancamiento con la estrecha supervisión de las autoridades bancarias europeas para terminar con la reestructuración de bancos débiles, con financiamiento proveniente del cortafuegos de ser necesario.
Mientras a largo plazo, el FMI propone elaborar una hoja de ruta para lograr la estabilidad financiera de la zona del euro, con supervisión y una resolución bancaria paneuropea, y garantías de depósitos que promuevan el funcionamiento adecuado de la unión monetaria.
También se debe afianzar la supervisión central de la política fiscal, respaldada por una mayor mancomunación del riesgo fiscal mediante un fondo común al que puedan recurrir los países para obtener asistencia en caso de shocks económicos.
Pero también demanda a Japón y Estados Unidos planes de reducción de los déficits y en específico pide al gobierno estadounidense emprender políticas más decisivas para ayudar a los hogares a hacer frente a su deuda hipotecaria, con la reducción del monto contable de las hipotecas que valen más que las propiedades que financian y expandiendo el acceso al refinanciamiento.
Las economías emergentes, apunta el FMI, tendrán que afrontar las secuelas de la crisis de la zona del euro, porque los bancos europeos con una presencia en estos países podrían otorgar menos préstamos a medida que reduzcan los balances y vendan activos.
Olivier Blanchard, jefe de División del Departamento Económico del FMI, afirma que en los últimos seis meses la economía mundial ha estado como “una montaña rusa” y que aun cuando la situación se ha tranquilizado, “reina una tensa calma” y “en cualquier momento, al parecer, la situación podría volver a empeorar”,.
El funcionario señala que persisten los riesgos como la tensión en el mercado petrolero, aunque el riesgo principal sigue siendo la posibilidad de otra crisis aguda en Europa.
A nivel mundial, el FMI prevé un crecimiento de 3.5% para 2012 y una mejora al 4.1% en 2013. Estos valores son aproximadamente 0.2% más altos que los pronósticos de enero, pero 0.5% más bajos que los formulados en septiembre pasado.
En los países avanzados, el organismo pronostica un crecimiento de 1.4% en 2012 y de 2% en 2013. En el caso de Estados Unidos, las cifras son 2.1% y 2.4%, mientras que las tasas proyectadas para la zona del euro son -0.3% y 0.9%. El número negativo de 2012 refleja el crecimiento negativo de países como Italia y España; para Alemania y Francia pronostica que el crecimiento será positivo, aunque bastante bajo.
Respecto a las economías emergentes y en desarrollo, el FMI estima que el crecimiento seguirá siendo vigoroso, aunque menor que antes, debido a la baja de las exportaciones a los países avanzados, la volatilidad de los precios de las materias primas y los flujos de capital altamente volátiles.
Para 2012, los datos del FMI apuntan un crecimiento de 8.2% en China, 6.9% en India, 3% en Brasil y del 4.0%, en el caso de Rusia. Respecto de África subsahariana pronostican un crecimiento de 5.4%.
El FMI presenta su informe en vísperas de las Reuniones de Primavera, a realizarse del 20 al 22 de abril en la ciudad de Washington, donde expertos financieros analizan la situación de la economía internacional.