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El resurgimiento económico de África es un hecho; en la última década su crecimiento promedio anual fue de 5.2%. Este sólo número nos obliga a poner los ojos en ese continente y adquirir una actitud más proactiva para conocer las potencialidades de comercio, inversión y cooperación económica que México podría desarrollar con ese continente.
África pasa por uno de sus mejores momentos y su futuro se ve prometedor. El ambiente de negocios en el África se ha visto favorecido por reformas macroeconómicas, la apertura de sus mercados y una mayor protección legal hacia los inversionistas lo que aunado al apoyo para la reducción de su deuda les ha permitido atraer mayores flujos de capital. Salvo algunas excepciones que se mantienen como focos rojos, ese continente está experimentando transformaciones muy positivas que le han permitido acabar con la mayoría de los conflictos y alcanzar una estabilidad política y económica no vista en décadas. Ello ha hecho que países emergentes como China o la India tengan ya una presencia económica y comercial significativa.
México parece no haberse percatado de los profundos cambios que se están dando en esa región del mundo y se está perdiendo de oportunidades que otros países en América Latina como Argentina, Brasil o Venezuela ya aprovechan. Los acercamientos de México hacia el África hasta hoy se han centrado sobre todo en el diálogo político y en realización de encuentros de alto nivel y algunas visitas de Estado. Sin embargo, la promoción del comercio está aún en el terreno de la retórica. La incipiente incursión del sector privado mexicano en el mercado africano ha sido resultado de iniciativas individuales de las empresas no de un programa establecido de apoyo por parte de las estructuras de promoción gubernamental. Las misiones empresariales se cuentan con los dedos de una mano y cuando se han dado han respondido más a cuestiones coyunturales que a una política estructurada a partir de la selección de países a los que se busque acceder y sectores específicos a los que se intente promover.
El mercado africano, hoy, está en franca expansión como lo demuestran sus tasas de crecimiento, parecidas o superiores a las de México y las previsiones de los analistas económicos son que éstas se mantendrán por arriba del 5% en la década por venir. En 2010 la tasa promedio de crecimiento para los 53 países del continente fue de 4.3% y se espera que en 2011 ésta sea de 5.3%. De acuerdo con datos del FMI, en 2010 18 países del África tuvieron tasas de crecimiento superiores a las mexicanas. Por ejemplo, la República del Congo y Zimbabwe crecieron más de 9%, Botswana 8.5%, Nigeria productor de petróleo creció más de 8.3%, y Etiopía 8%, por mencionar algunos.
África es rica en recursos naturales, con una población joven de más de mil millones de habitantes y una clase media en ascenso paulatino. Hay países con gran capacidad de compra como es el caso de las Seychelles cuyo PIB per capita en términos de paridad de compra (PPP) es US$24,837, casi el doble de México; seguido de países como Guinea Ecuatorial cuyo PIB per capita (PPP) alcanza US$18,387; Botswana tiene uno de US$15,450; Libia y Gabón alcanzan can US$14,000; Mauricio cuenta con US$13,200 y Sudáfrica le sigue con US$10,500.
El continente africano no es un mercado homogéneo; es diverso y muchos de sus requerimientos se satisfacen desde el exterior. África cada vez compra más productos del mundo. En 2010 los 53 países africanos adquirieron bienes por US$461,941 millones 3.5 veces más que en 1999. Pero de México prácticamente no compraron nada. La presencia mexicana en esa parte del mundo es marginal y la relación comercial ha sido tradicionalmente deficitaria. En 2010, las importaciones que México hizo del África sumaron US$1,332 millones en tanto que las exportaciones fueron sólo US$466 millones, es decir 0.16% del total de las ventas mexicanas al mundo. De la misma forma, México sólo representa 0.15% de las importaciones que África realiza del mundo. Este dato se compara de manera muy desfavorable con Brasil, el segundo exportador en América Latina que vendió a esos mercados US$9000 millones, más de 20 veces el valor de México.
Ante este panorama tan pobre cabe preguntarse si realmente existen oportunidades para el exportador mexicano en esos mercados. Analizando en detalle el comercio potencial de México con África, podemos observar en la siguiente tabla que existe una canasta de mercancías que África compra del mundo, y en los cuales, pese a que México es un exportador importante, su presencia en el continente es baja o nula lo que es un indicador inicial del potencial para México en esa región. De acuerdo con información del Centro de Comercio Internacional de la UNCTAD/OMC las oportunidades de México están en la manufactura, específicamente en el sector químico (fluor); medicamentos y vacunas; preparaciones para moldes; cables de filamentos; productos, tubos y perfiles de hierro y acero; cinc; maquinaria; teléfonos; electrodomésticos; discos de almacenamiento; tractores, vehículos y chasises así como autopartes y equipo médico.
Igualmente existen oportunidades para los proveedores mexicanos de servicios tales como la industria del entretenimiento; servicios para la operación de las empresas y los de software; servicios de ingeniería y construcción de vivienda de bajo costo; infraestructura eléctrica, de agua y saneamiento y de transporte; telecomunicaciones y tecnologías de la información o servicios de turismo, por mencionar los más importantes.
El comercio de México con África además de ser escaso presenta una elevada concentración de mercados; México vende principalmente en 5 de 53 países: Sudáfrica, Marruecos, Argelia, Egipto y Túnez. Las exportaciones mexicanas a esos 5 mercados son sobre todo manufacturas que también podrían acceder a otros mercados africanos. México podría enfocar sus objetivos estratégicos buscando una mayor participación en sus 5 principales mercados en donde ha logrado una cierta presencia y a partir de ahí buscar incursionar en más mercados.
La promoción de negocios de México en ese continente puede verse impulsada aún más si se alinea con la política mexicana de cooperación técnica, científica y económica hacia esa región. Un buen ejemplo de esta estrategia lo podemos observar en Brasil que ha desarrollado programas de cooperación que a su vez han abierto oportunidades de negocios para sus propias empresas. Ese país aportó US$193 millones para implementar el Programa “Más alimentos para África” que busca reproducir el esquema brasileño para modernizar la producción familiar agrícola. Los fondos asignados a Ghana y Zimbabwe se destinan a la compra de equipos brasileños.
Uno de los principales obstáculos para el desarrollo de negocios en ese continente es el desconocimiento de las empresas mexicanas sobre el potencial de mercado. Identificar oportunidades comerciales es un paso inicial pero debe ser parte de una estrategia que impulse integralmente el comercio de México con África y que contemple una serie de aspectos clave que hagan viable este acercamiento. Entre los elementos a considerar está el financiamiento con garantías del Estado, la creación de canales directos de comercialización, la realización de viajes de prospección contando con la participación de empresas privadas y del sector público, el desarrollo de programas de identificación sectorial y de promoción comercial directa para disminuir la triangulación que hoy se da vía EE.UU. o la UE y apoyar mejores formas de conectividad como puede ser impulsar el establecimiento de transportes marítimos directos entre puertos del África y los mexicanos.
Evidentemente la aproximación con África no se va lograr de un día para otro pero tampoco se puede seguir postergando. Ello requiere de un esfuerzo deliberado de autoridades y empresarios para apoyar un sólido acercamiento económico y comercial con esa región; la escasa presencia comercial y empresarial en ese continente hace aún más urgente empezar a construir ya una relación comercial con visión de largo plazo con un continente que, como nunca antes, está en posibilidades de dar un salto cualitativo en sus niveles de crecimiento y bienestar. México tiene que dejar de ser espectador y colocarse de una manera más agresiva en el escenario africano. Los beneficios para México pueden ser tan prometedores como el futuro de ese continente.