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En México, a diferencia de otras legislaciones que dan derechos automáticos a los herederos, se otorga la posibilidad de decidir por completo la distribución de una herencia. La recomendación, por lo tanto, para evitar impugnaciones que dañen el rumbo de una compañía es dejar más soluciones que problemas.
“En la práctica, no obstante, muchas veces el patriarca de una empresa en su afán de seguir mandando aún en el otro mundo deja unos esquemas muy complicados como es el caso de las copropiedades que dejan más problemas que soluciones”, reconoce Aparicio.
De esta forma, cuando un testamento incluye esquemas de este tipo para la distribución de los bienes incluidos en una herencia, los familiares y beneficiarios tendrán que ponerse de acuerdo en negociaciones en donde, muchas veces, se pierde la racionalidad e imperan las emociones.
El testamento, por lo tanto, no es un área que se mantenga cerrada y definida durante la vida del empresario y la compañía. Cada año hay que revisar cómo está el proceso de herencia de bienes y, por supuesto, salvaguardar que ese documento no sea manipulado.
De lo contrario, reconoce Aparicio, se pueden generar verdaderas confrontaciones, historias de terror de intestados que se enfrentan a una realidad: ya no es la voluntad del fundador o del empresario desaparecido sino que ahora son las leyes y las autoridades las que determinarán el destino de los bienes.
En México, relata el consultor, hay muchas historias de empresarios que han establecido en su testamento que, a su muerte, el total de los bienes sean heredados a la esposa, lo que genera grandes problemas. Se trata también de un temor infundado a no ser justos y dejar a otros la decisión.
Por eso, el catedrático del IPADE e ideólogo del sector empresarial, Carlos Llano, solía decir: “No decidas el cambio de estafeta en la sala de terapia intensiva”.