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La avenida Eje Central de la Ciudad de México, una de las principales vías para llegar, al centro de la capital del país, se transformó en un río de gente que, con todo tipo de pancartas pidieron este domingo 8 de mayo el fin de la escalada de violencia que ha caracterizado al gobierno de Felipe Calderón.
Al frente de la Marcha por la Paz, el poeta Javier Sicilia, quien perdió a su único hijo en una ejecución de jóvenes a manos de narcotraficantes en el estado de Morelos, pidió la renuncia de funcionarios como Genaro García Luna, titular de la Secretaría de Seguridad Pública así como el fin de la intervención del Ejército en las calles, lo que ha vulnerado a la población civil.
Las pancartas de los manifestantes durante la Marcha por la Paz reprocharon la ineptitud del gobierno calderonista para hacer frente a la violencia que vive el país pero sobre todo para garantizar el respecto a las garantías individuales consagradas en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Sicilia pidió silencio a los manifestantes porque, dijo, es en el silencio en donde se encuentra la reflexión que, como se confirma, ha estado ausente de las estrategias del gobierno calderonista contra el narcotráfico que dirige el crimen organizado.
La Marcha por la Paz se inició en el estado de Morelos y los contingentes que acompañaron a Sicilia atravesaron en silencio y en paz varios de los territorios controlados por narcotraficantes. México, según diversos cálculos, ha perdido a más de 38,000 ciudadanos en la “guerra” contra el crimen organizado, como el presidente Felipe Calderón insistía en llamar hasta hace poco los esfuerzos de su gobierno para contener el avance del crimen organizado.
La cadena CNN estimó la participación de 90,000 mexicanos que pidieron con un “Ya basta” el fin de la violencia, la inseguridad y la incertidumbre jurídica en el país. El gobierno capitalino estimó la participación de 150,000 manifestantes aunque no todos permanecieron unidos al contingente hasta su llegada a la plancha del Zócalo en el corazón de la capital del país.
Académicos, indígenas como los triquis del estado de Oaxaca, universitarios, zapatistas, amas de casa, obreros y hasta personas en sillas de ruedas participaron en la Marcha por la Paz que se ha convertido, hasta ahora, en la mayor manifestación de la población civil después de que Felipe Calderón decidió desplegar en las calles a las fuerzas del Ejército aunque analistas y defensores de los derechos humanos advirtieron sobre el riesgo de la militarización.