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Un tema que preocupa a la mayoría de los mexicanos es la educación. Constantemente se escuchan, a través de los medios de información, los problemas que enfrenta el sistema educativo formal en nuestro país. Por un lado, están las cuestiones relacionadas con los currículos, las reformas educativas, el gasto que implica, la incapacidad de los dirigentes, la poca preparación de los profesores, la carencia de espacios adecuados para la enseñanza-aprendizaje; la lista podría continuar. Por otro lado, está el acceso a la educación, que incluso se trata de un derecho humano tal como lo ha establecido la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. Esto ha de llevar a la afirmación de que la educación no es un asunto de oportunidades ni una cuestión sujeta al poder económico. Al inicio de 2010, de acuerdo con información de la Organización de las Naciones Unidas, 34 millones de personas en México estaban en una situación de rezago educativo, donde 7 millones eran analfabetas y 1.4 millones de niños no asistían a la escuela. Es cierto que el país, en su adhesión a las metas del Milenio propuestas por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, se ha dado a la tarea de que la educación básica sea una realidad para todos. Sin embargo, los esfuerzos no han sido suficientes. El informe de 2006 respecto de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, específicamente en relación con el objetivo sobre la educación, presentó el avance de casi 22% respecto de la eficiencia terminal en educación primaria, y casi un 3% en alfabetización en población entre 15 y 24 años; y lo que se pretende para 2015 es que todos los niños y niñas puedan terminar un ciclo completo de enseñanza primaria. Lo que implica que en cuatro años, el objetivo del Milenio en relación con la educación tendrá que estar cubierto. Sin embargo, el tema educativo no es sólo una cuestión de indicadores y objetivos, se trata de un entramado complejo de una gran diversidad de sistemas que sólo en algunas ocasiones logran su equilibrio. Por ejemplo, se requiere que esté a disposición del educando una escuela o espacio educativo óptimo, un claustro académico de excelencia, un diseño curricular bien realizado, el apoyo d la familia, los útiles escolares, buena alimentación. Otra vez la lista se hace interminable. Y esto último aplica tanto para la educación pública como la educación privada, puesto que muchas veces se vive en el error de que al pagar una enorme cantidad de colegiatura, se está asegurando la educación de la prole. Entonces sucede que los hombres y las mujeres con hijos en edad de ir a la escuela se ven en la vorágine de doblar esfuerzos y turnos laborales pagar las colegiaturas; lo otro implicaría mandar al hijo o hija a un sistema educativo público, y entonces se presentan dificultades como el cupo, las listas de espera, la baja calidad de la enseñanza-aprendizaje, y hasta se llega a pensar en las malas influencias, lo que tampoco se garantiza en el sistema privado. El punto por reflexionar es no sólo en saber señalar las deficiencias del sistema educativo, ya sea público privado, sino en qué estamos haciendo ustedes y servidora para mejorarlo. En la actualidad, ya se escucha de asociaciones civiles formadas por padres de familia en la que toman este asunto en sus manos y no dejan la solución en el Estado o en la institución. Todas estas acciones me parecen heroicas: algunas defienden el derecho a la educación, otras fomentan la cultura y promueven educación de calidad; algunas se involucran en la realización de los currículos durante las reformas educativas, etcétera. Sin embargo, mi parecer se trata de acciones que hay que realizar, pero que no resuelven el problema en el niño o la niña que se encuentra hoy por hoy estudiando la primaria o la secundaria. Y mi pregunta es ¿qué hacer? Estamos de acuerdo en que nadie se va a conformar pensando en que esta generación y la que sigue salgan como puedan y que las futuras generaciones tendrán mejores oportunidades de acceso a sistemas educativos mucho mejor estructurados. Ante esta situación, me he encontrado con una alternativa para estas generaciones, la cual es la educación hogareña (homeschool). Se trata de una educación que se lleva a cabo en el entorno del hogar, dentro del contexto familiar (lo que puede se ampliativo), fuera de una institución, ya sea pública o privada. La primera inquietud que surge al hablar de este tema es si los niños y niñas que están en educación hogareña pueden tener acceso a un certificado legal. Lo primero que hay que contestar es que educación no es sinónimo de certificado o de “papel” como a veces se dice. Dicho de otro modo, tener un certificado de primaria y/o secundaria no garantiza la calidad de la educación. La segunda pregunta es ¿cómo socializan? Yo respondería con otra pregunta: ¿la escuela o el colegio es el único lugar donde puede socializar un niño o un joven? Y la tercera inquietud que surge es la que para mí es más sorprendente: ¿qué haces con los niños(as) todo el día? La cuestión de la legalidad en el tema de la educación hogareña en México al menos es muy sencilla. La Ley General de Educación, en el capítulo I, artículo 2, indica que todo individuo tiene derecho a recibir educación en cualquier sistema educativo nacional. Por su parte, el artículo 4 indica que todos los habitantes del país deben cursar la educación preescolar, primaria y secundaria. Y que es obligación de los mexicanos hacer que sus hijos o pupilos menores de edad cursen la educación preescolar, la primaria y la secundaria. Un artículo antes, el 3, especifica la obligatoriedad del Estado a prestar servicios educativos. De manera que, en primer lugar, la ley no obliga a que los niños vayan a una escuela, sino a que se eduquen; segundo: puede ser en cualquiera de los sistemas que ofrece el país. Para el que no lo sabe, la educación escolarizada no es la única, existen otros sistemas como el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos, donde a partir de los 10 años se puede iniciar; el Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior, y otros más. La educación de un hijo es un tema muy serio y el pensar en educarlos uno mismo es algo que nos puede sobrecoger en un principio. La educación hogareña implica un cambio de vida para toda la familia. Por ejemplo, la dinámica laboral se ve afectada en distintos modos. La primera es que los hijos van a requerir tiempo, lo cual aparentemente es imposible, pero si nos sentamos a reflexionar vamos a caer en cuenta que el que el papá y la mamá estén fuera de casa todo el día trabajando, dejando a sus hijos con una empleada que los cuide, mucho tiene que ver con pagar la colegiatura, además de pagar el segundo automóvil para que ambos padres se puedan desplazar a sus trabajos, con lo cual se paga a la empleada, al jardinero, el mantenimiento, etcétera. Sin embargo, cuando los niños están en casa estudiando, no hay colegiaturas con fechas inamovibles, lo que da espacio para dejar turnos extra, e incluso hasta un cuarto de tiempo. El no tener la necesidad de salir tarde con hambre y sueño a dejar a los niños al colegio da la oportunidad de quizá hasta sólo tener un vehículo por familia o una bicicleta, esto ya dependerá de cómo se organice cada familia. Lo que quiero subrayar es que no es a fuerza. Si uno de los padres está más tiempo con los niños, baja el gasto de pagar una niñera, y así sucesivamente. Pero la vida no sólo cambia en este sentido, sino en la calidad de vida en general, en el acompañamiento activo mientras un hijo aprende, en el reaprendizaje que supone para los padres, en el conocerse mejor como familia y como cónyuges, el disfrutar cómo los hijos van aprendiendo, entre muchas otras cosas. Cuando conocí esta alternativa, me di cuenta que es una opción para dar solución al problema actual y, de alguna manera, proteger a estas generaciones. Esto no significa que en un momento más adelante se puedan reincorporar a los sistemas escolarizados los niños y niñas que en el presente se eduquen en el hogar. Se ha demostrado que son niños y niñas que se adaptan rápidamente a diferentes entornos y con la ventaja de tener una mejor educación en todos sentidos, y sobretodo que son personas sanas y felices. Algo que nos debemos preguntar respecto de los sistemas educativos formales escolarizados. lguerrero@betah.mx www.betah.mx