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El nuevo hermano es producto del presente digital y su alcance es eminentemente global. Su concepción no hubiera sido posible sin la existencia de quienes filtran información sensible generada por gobiernos, grupos militares o corporaciones.
La omnipotencia y la omnisciencia del Gran Hermano terminaron. Su poder se ha diluido gradualmente con el avance de la tecnología; los recursos que alguna vez utilizó para controlar o manipular la informacion terminaron por convertirse en armas en su contra . La encriptación, el envío y almacenamiento de datos confidenciales, la captura y edición de imágenes y la grabación de conversaciones privadas ya no son exclusivas de los regímenes totalitarios, hoy están al alcance de los ciudadanos y han dado paso al nacimiento de un pequeño hermano.
Este nuevo ente, es producto del presente digital y su alcance es eminentemente global. Su concepción no hubiera sido posible sin la existencia de quienes filtran información sensible generada por gobiernos, grupos militares o corporaciones privadas y está conformado por aquellos genuinamente interesados en ella.
El nuevo hermano es un peculiar centinela, anhela verlo todo. La red podría hacerlo posible, sin ella no se puede entender el fenómeno de la diseminación masiva de contenido generada por individuos o agrupaciones. El año pasado fuimos espectadores de nuevos y cruentos asesinatos, levantamientos sociales, ataques terroristas y otras situaciones de conflicto que fueron captadas a través de simples teléfonos celulares o videocámaras de uso casero y cuyas imágenes proliferaron de forma viral en Internet.
Con un click pudimos acercarnos a las entrañas del poder, a esa oculta cavidad del cuerpo del Gran Hermano quien por vicio e inercia se debate entre el “bien” y el “mal”. Proyectos como el de Wikileaks dejaron en claro que las leyes de transparencia son meros discursos, que las alianzas entre gobiernos son mucho más endebles de lo que aparentan. Las filtraciones de información disminuyeron la opacidad y pudimos ver usos excesivos de las fuerzas públicas.
A través de cristales más limpios vimos que algunas “operaciones de combate contra una fuerza hostil” fueron en realidad asesinatos injustificados. La muerte de 11 civiles vista desde la perspectiva de la tripulación de un helicóptero Apache de las fuerzas armadas estadounidenses demuestra de forma contundente que es necesario ver los hechos y no aceptar ciegamente las palabras y los discursos oficiales. Cada vez será más difícil ocultar la verdad, censurar efectivamente, cometer abusos sin dejar rastros.
A pesar de los ataques financieros, tecnológicos, mediáticos y políticos contra organizaciones no gubernamentales o luchadores sociales, la información encontrará la manera de salir a la luz. Será responsabilidad de los ciudadanos llegar a ella, decodificarla, interpretarla y reproducirla para que los pueblos puedan ver lo que sus gobiernos hacen detrás de ellos, sin informarles. Sólo de esta manera podremos contrarrestar la –tan bien aprendida y aplicada- consigna Orwelliana de “la ignorancia es la fuerza”. Ese será el reto del pequeño hermano, mantenerse firme en la búsqueda de la transparencia aunque para los gobiernos ésta sea insoportable porque cuando las cámaras son apagadas y los micrófonos son silenciados, lo que queda es un sucedáneo de la felicidad, cosecha 1984.
*Columnista de la revista Fortuna,Negocios y Finanzas. Busque sus colaboraciones en nuestra edición impresa.