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En 2010 las empresas mexicanas no sólo han empezado a colocar el tema de la inseguridad que se vive en algunas regiones del país dentro de sus preocupaciones sino que lo incluyen y descuentan de sus planes de negocios. A pesar de ello, los flujos de inversión se mantienen y su detrimento se explica más por la situación financiera internacional, que por causas internas.
Si bien las señales de alerta se han encendido entre el sector privado ante la inseguridad y violencia en muchas regiones del país, las empresas públicas han sido las más afectadas. Pemex, por ejemplo, experimenta desde hace años una escalada de ataques a sus instalaciones de transporte de carburantes, delitos que se atribuyen a bandas organizadas cuya capacidad de operación no ha encontrado límites.
De ahí que la percepción de inseguridad se ha extendido a todas las actividades económicas y, según estimaciones del Grupo Financiero BBVA Bancomer, su impacto se estima en el deterioro de un punto porcentual del PIB, alrededor de 10 mil millones de dólares, acuerdo con una investigación publicada en la revista Negocios y Economía de Editorial Robles.
La lectura en el ánimo de las empresas es similar en la encuesta trimestral que elabora la consultora internacional Deloitte en México que señala al flagelo como la principal amenaza en 2010, muy por encima de los efectos de la desaceleración de la economía de Estados Unidos y de los desacuerdos políticos que paralizan al país. De ahí que califique el ambiente en algunas zonas del país como de “luces y sombras”.
El Banco de México, con sus propias lecturas, se ha encontrado con resultados similares. De ubicar al tema de la falta de seguridad pública como uno de los factores que pudieran afectar el ritmo de la actividad económica en un nivel secundario en los últimos tres años, se ha convertido en una preocupación de primer orden a lo largo de todo el presente año para los especialistas económicos del sector privado.
Si bien los indicios permiten a los especialistas acceder a estimaciones sobre los efectos, el Secretario de Hacienda, Ernesto Cordero señaló: “No tengo evidencia de que la recuperación económica en México se esté deteniendo”, aunque sí se tiene conocimiento que en la parte comercial, de establecimientos, se están viendo afectados; pero son fenómenos regionales que perjudican la actividad económica, la dinámica y las relaciones sociales.
Los datos en las actividades asociadas al crecimiento de la inseguridad son contundentes: la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros reportó que hasta septiembre el robo de autos muestra este año un incremento de 25 por ciento. La situación más grave se presenta en Tamaulipas, Nuevo León, Chihuahua y parte de Baja California y en ciudades como Monterrey, San Luis Potosí, Ciudad Valles, Tampico, Culiacán, es donde hay mayor afectación. De hecho, en el norte del país el delito se ha triplicado desde 2008.
Para, Gerardo González, presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), el segmento que más padece los efectos de la inseguridad son las pequeñas y medianas empresas, que asociado con otras causas como la escasez de crédito, la corrupción, exceso de trámites, provocan el cierre de 75 por ciento de esos negocios antes de cumplir cinco años de vida.
La inseguridad de la población de manera acentuada en Tamaulipas, Baja California y Chihuahua ha sido la causa del incremento en la cartera vencida de créditos hipotecarios de algunos bancos, debido al abandono de localidades y, por lo tanto, de las viviendas. De ahí que sea previsible un incremento un incremento de medio punto porcentual en la tasa de interés y mayor selectividad, según lo expuso en a principios de noviembre José David Álvarez, director de Crédito Hipotecario de HSBC.