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“La invención del Internet ha cambiado para siempre nuestra vida en el mundo”, William M. Daley, secretario de Comercio de Estados Unidos.
A pesar de los obstáculos económicos y regulatorios, la pasión por la red ha hecho que México se coloque entre las 15 naciones con más usuarios de internet en el mundo.
En este invierno, Cysco, el gigante estadounidense de los equipos de telecomunicaciones, decidió lanzar en México, antes que en cualquier otro país de América Latina, su pequeña videocámara Flip que permite a los cibernautas, en cuestión de minutos grabar y subir a la red imágenes que alimentan los sitios dedicados a las redes sociales. La decisión de Cysco no fue un accidente; sus expertos en estudios de mercado ubicaron en los mexicanos a los usuarios de la región más apasionados y devotos de las comunidades virtuales.
Sin duda, un gran mercado que avanza a contracorriente, a pesar de los obstáculos que imponen los propios proveedores de acceso a la red. De hecho, el 64% de las personas encuestadas en un estudio sobre este sector reconoció que no tiene acceso a Internet por razones de conocimiento pero sobre todo de costo y ante la imposibilidad de tener acceso a la infraestructura adecuada.
Pero, a pesar de ello, en menos de una década, más del 25% de los mexicanos ha hecho de la red parte fundamental de sus vidas. Conectados al Internet a través de la banda ancha o vía dispositivos móviles, la cuarta parte de los habitantes del país trabajan, se comunican, se informan, se divierten y se educan a través de él porque confían en la veracidad de la información a la que tienen acceso. En economías más desarrolladas la sociedad se encuentra en pleno proceso de escudriñar sobre cada dato que obtiene de la red.
La mala noticia, en términos sociales y de equidad en México, -un factor directamente relacionado con el costo del acceso a la red – es que el 41 por ciento de los usuarios de Internet pertenecen a los segmentos A y B, con alto poder adquisitivo. Además, la participación de usuarios de Internet en México por género aún no es equilibrada porque el 58% de los usuarios son hombres.
¿Pero bajo cualquier circunstancia, ¿cómo imaginar la vida sin twitear y actualizar el Facebook? o ¿cómo empezar el día sin la revisión cotidiana de la mensajería electrónica? ¿Cómo evitar saludar a decenas y hasta centenas de amigos conectados en línea? Simplemente ahora suena imposible tomando en cuenta que las llamadas también se suman a esta revolución. Lo que también es un hecho es que los mexicanos, sin embargo, siguen desconfiando de la seguridad de la red y en el terreno de las transacciones aún mantienen sus reservas. Según la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de las Tecnologías de la Información en los Hogares, el avance en el número de usuarios de Internet que han realizado transacciones en línea como pago de impuestos, servicios financieros, pago de servicios públicos o educativos, sólo tuvo un avance de 3.6 por ciento al ubicarse en un millón 282,901 personas. La encuesta realizada por el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), como parte del World Internet Project, estimó que el 12% de los usuarios de Internet han realizado compras por la red.
En el plano de las relaciones sociales, Internet también ha contribuido a mejorar el acercamiento entre amigos y familiares pero sobre todo la integración a grupos afines.
Ya sea por responsabilidad, obligación, terapia, necesidad o simple diversión, el número de internautas en México sigue creciendo a un ritmo sin igual, para colocarlo entre las 15 naciones con más usuarios en el mundo y número nueve de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), pese a las elevadas tarifas que implica hacerlo. En cada uno de los últimos cuatro años el número de suscriptores se elevó en más de 15 por ciento, con la fuerte aportación en el crecimiento de Telmex, que logró 139 por ciento en el 2009, seguido de tres años con tasas del 50 por ciento. Así, entre 2005 y 2009 las empresas de cable tuvieron dos años con dinámicas superiores a 10 por ciento y en los tres previos incrementos de entre 70 y 30 por ciento.
A pesar de la euforia de los mexicanos por la red, hasta el 2008 la penetración de las suscripciones de banda ancha, calculadas por la OCDE como promedio de los países que la integraban entonces, era de 22.8 por cada 100 habitantes, para México el dato sólo llegaba a 8.4 contratos. Naciones como Holanda y Dinamarca se acercan a 40 suscripciones, y en otro grupo: Alemania, Francia, Estados Unidos, Canadá y Corea se colocan arriba de 25. Nadie está más abajo que México.
Si se observa la misma variable, pero por hogares, el dato no es muy diferente, ya que en este caso la penetración es de sólo 9.8 por ciento. Pero donde salta la parte dramática del análisis es cuando se integra información de territorio y concentraciones poblacionales. México sólo alcanzó un índice de 4.34 por ciento, muy por debajo de los líderes de la OCDE pero también de las naciones rezagada, según la variable construida por el organismo multilateral. Es aquí donde se aprecia la dimensión real de la penetración y la expansión.
Siempre al final
Posicionado en el nada glorioso último sitio del ranking de los 30 países integrantes de la Organización para la Cooperación y del Desarrollo Económico (OCDE) y con el décimo primer mercado más grande del mundo, en términos de valor, México bajó del puesto 58 al 67, en competitividad para trabajar en línea, según el estudio 2008-2009 del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), que incluye a 134 naciones; el país experimentó un punto de quiebre en la tendencia de rezago que se manifestó entre 2003 y 2006.
Si bien, como lo demuestran ambos estudios, existen factores estructurales, políticos, legales, comerciales y culturales que limitan el desarrollo del internet al ritmo que avanza en el resto del mundo, existen ámbitos en los cuales el país se encuentra comparativamente mejor posicionado, como es el caso de parámetro de e-Participación, donde alcanza nivel de potencia.
Sin embargo, éste es sólo uno de los 80 indicadores que componen el ranking del WEF, que no es suficiente para hacer que el internet de banda ancha se convierta en un factor que contribuya a detener la pérdida de competitividad del país en el escenario internacional.
Con este escenario, de poco ayuda a los usuarios de internet observar pasivamente cómo las estrategias de mercadotecnia de telefónicas y empresas de televisión por cable intentan convencer de los beneficios que pregonan, así como la supuesta vertiginosa velocidad que obtendrán del servicio concentrado prácticamente por dos grandes proveedores, el de Suscripción por Línea Digital (DSL por sus siglas en inglés) de Telmex, denominado Infinitum, y el vía cable de Cablevisión-Megacable-Cablemás-Cablevisión Monterrey, constituido como el producto Yoo.
Aunque Telmex tiene 5.5 millones de suscriptores y 1.2 millones se conectan por cable, con lo que concentran 86 por ciento del mercado nacional, no están solos. Permiten que el resto de la demanda sea abastecida por unos 80 proveedores menores, normalmente regionales, con diversas tecnologías.
Ambos grupos, que se han visto involucrados en procesos judiciales bajo el cargo de mantener una posición dominante en telefonía y en televisión respectivamente, ahora tienen ante sí a 28.4 millones de internautas a quienes solucionan su necesidad conectarse para trabajar, chatear, cumplir la visita obligada a Facebook, hacer tareas escolares, continuar con el game interrumpido la sesión anterior, checar el mail… “no puedo permitir que se rompa la cadena”… Tienen la sartén por el mango.
Por ello, ningún mejor parámetro para medir la incompetencia del sector que los precios
Como toda industria, es común la participación de jugadores que encuentran los parámetros de comparación para enaltecer y justificar sus estándares tarifarios. Este es el caso de los proveedores de internet en México, sin embargo los comparativos internacionales colocan a sus tarifas entre las más elevadas a partir diversos parámetros de evaluación.
Al respecto, tanto la OCDE como el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) tienen varios rankings de tarifas en los que claramente se observan cambios en cada listado que han venido beneficiando a los consumidores. Esta dinámica sin embargo, no se presenta en el caso de México.
A nivel mundial, de esta forma se presenta una clara tendencia mundial hacia la reducción del costo del servicio a la par de las mejoras en la velocidad para la transmisión de datos, fenómeno que tampoco se encuentra como una constante en nuestro país.
Son las empresas proveedoras las que, finalmente, establecen las tarifas que no presentan un estándar único y que no corresponden al nivel de tecnología utilizada o a la velocidad ofrecida al usuario. En contrapartida, en los países líderes de la OCDE se presentan la menor diferencia entre la tarifa más baja y la más alta y son, precisamente, estas naciones las que tienen el mayor porcentaje de hogares con acceso a internet de banda ancha. Esta relación se ubica en 11 de los 15 países mejor ranqueados en cada parámetro.
Comparativamente en dólares, el pago mensual mínimo de suscriptor mexicano es el tercero más alto entre los países de la OCDE y, además, es el sexto más elevado en cuanto al pago máximo por el servicio de banda ancha. Otros modelos son más competitivos, como el sueco que tiene la segunda cuota más baja tanto en el pago menor (10.7) como en el mayor (43); o el coreano, que pese a tener la mensualidad mínima más alta (34), tiene la máxima más reducida (43).
Si se prefiere la medición neta, es decir, el pago mensual en dólares por megabit/segundo, el escenario no cambia mucho. México presenta el precio mínimo disponible en el mercado más alto que es de 18.5. Esto es más de tres veces superior al país más cercano (Turquía 5.5) y más de ocho veces sobre el promedio (2.3). Respecto a las tarifas más altas por país, es el segundo más costoso (115), con un nivel de más de dos veces sobre el promedio (48.7).
Ahora bien, el Foro Económico Mundial nos ofrece una perspectiva adicional: la mensualidad promedio también en dólares y la diferencia es que está elaborado como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB) per capita mensual de cada país. Este patrón incluye a 85 naciones, de las cuales México ocupa el sitio 82, con 62.7 por ciento. Este ranking incluye a un gran número de países latinoamericanos, de los cuales sólo Costa Rica se encuentra en una posición más rezagada. Por más que se busque…
Las consecuencias están a la vista, la penetración formal del internet en México se mantiene en niveles reducidos y la mayor parte de los internautas navegan fuera de sus hogares, pese al creciente número de suscripciones. El ámbito de expansión que se encuentra desatendido ronda la mitad de las familias que cuentan con computadora, pero no tienen la capacidad económica para pagar el costo de la suscripción, según datos de la encuesta que realiza anualmente el Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Para el 2009 fueron 54.1 por ciento los hogares los que cuentan con equipo, pero adujeron razones de economía la carencia de conexión. Mercado hay.
R E C U A D R O S
El mínimo esfuerzo
Un ring digno de la Triple AAA, los más populares contendientes hacen circo, maroma y teatro para convencer a las audiencias de sus atléticas dotes, aderezadas con fingidos odios y rivalidades, mientras la parafernalia montada con luces, sonidos y fuegos artificiales inunda el recinto, acompasado con el grito fanático de: ¡los rudos!- ¡los rudos!- ¡los rudos!… remata el cuadro un réferi experto en hacerse de la vista gorda: la Cofetel
Una inusual lucha se libra en el mercado nacional de los servicios de Internet: la batalla por la incompetencia. Algunos analistas la califican como un nuevo tipo de colusión. En un esfuerzo denodado: los principales proveedores del servicio de banda ancha mantienen una mínima eficiencia de servicio para un creciente número de usuarios, precios elevados y una cobertura poblacional con rasgos que rayan en posicionarlo como “artículo de lujo”, propio de una élite privilegiada.
Mientras el mundo avanza en una carrera frenética por alcanzar los máximos rangos de velocidad y acompañada de una tendencia de reducción de las tarifas por el servicio, en México los usuarios padecen un estancamiento en el nivel más bajo de transmisión de banda ancha y con incremento de precios.
En tanto las autoridades terminan de resolver el enredo en el que se han metido con la fibra óptica que abrirá la posibilidad de que el país cuente con internet a la velocidad que se conectan millones de usuarios en el mundo desarrollado; los suscriptores locales acceden mediante alguna de las variantes de Suscripción por Línea Digital (DSL, por sus siglas en inglés) que es básicamente una línea telefónica y por cable, que aprovecha un tendido de línea coaxial, empleado en sus orígenes para televisión cerrada. En menor medida participa en banda ancha la conexión satelital provista por una veintena de compañías.
Sea por DSL o por cable, el servicio para los internautas nacionales está colocado en el rango más bajo de velocidad entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Entre 2005 y 2008 el servicio de Telmex se mantuvo a 1,024 kilo bites por segundo (Kb/s), sólo comparado con España y Grecia. En tanto Japón y Corea habían alcanzado verdadera alta velocidad desde 2005 con 102,400 Kb/s.
Otros países en el mismo periodo tuvieron significativos despegues, el más señalado es el experimentado en Nueva Zelanda que pasó en el periodo de 2,000 a 24,576 Kb/s, o Italia cuya evolución fue de 4,000 a 20,480 Kb/s.
El panorama no es muy distinto en lo que respecta al servicio por cable. Pese a que la velocidad ofrecida en México pasó de 1,024 a 2,048 Kb/s, eso no le permitió abandonar el rango de transmisión más lento con esta tecnología, en el grupo de las 30 naciones de la OCDE. Quien sí sobresale es Corea que se colocó en la cima con un tránsito de 5,000 a 100,000 Kb/s, mientras que otros países también hicieron bien su tarea, como Australia que dejó atrás 2,880 para acceder a 20,000 Kb/s y Luxemburgo con su cambio de 4,000 a 30,000 Kb/s. en el periodo. No pierden el tiempo.
El costo de los incrementos de velocidad de la OCDE, los resume el propio organismo: “Los precios bajaron un promedio de 14 por ciento anual para conexiones DSL y 15 por ciento para cable entre el 2005 y el 2008. Los operadores han podido aumentar los ingresos por banda ancha captando nuevos clientes y ofreciendo paquetes de banda ancha con otros servicios, en especial, llamadas telefónicas.” En general, doble beneficio para el internauta.
Pero el impacto en México del aumento de velocidad y la baja de los precios nominales, no es exactamente igual ni equilibrado en las tecnologías. A la par que la conexión por cable redujo sus tarifas nominales en moneda local en los últimos cuatro años a una tasa de 35 por ciento anual, incrementó su velocidad a una tasa anual de 26 por ciento. Por su parte, el DSL modificó sus tarifas para dejarlas al mismo nivel de 2005.
La tendencia en el grupo de la OCDE se parece más a lo acontecido con el cable en México, Japón y Corea que han alcanzado la máxima velocidad disponible, redujeron sus tarifas en DSL a una tasa anual de 2 por ciento y 7 por ciento respectivamente. En cable, ambos dejaron sus tarifas sin cambios. La lista es amplia y diversa en sus patrones. El caso checo, por ejemplo, elevó en cable la velocidad en un promedio anual de 100 por ciento de 2005 a 2008 y los precios se redujeron 46 por ciento cada año en promedio. Ellos han podido.
Hay un pendiente en México que otros países de la OCDE han convertido en negocio. “En junio del 2008, Japón y Corea se convirtieron en los dos primeros países en tener más suscripciones a las conexiones de fibra que a la de tipo DSL o cable.” Si bien, en este terreno desde 2006 la Comisión Federal de Electricidad obtuvo la concesión para alquilar una red de 22 mil kilómetros para banda ancha fija, la llamada fibra oscura, el modelo aún está por resolverse.
El análisis la OCDE señala que la posibilidad de que la banda ancha se convierta en un activador de la productividad y del crecimiento económico, depende del acceso de los consumidores y las empresas, así como de los bajos precios por una conexión de alta calidad, factores que están supeditados a la competencia en el mercado. (GS)
Desafiando obstáculos
Bajo la sombra que proporciona la navegación de los internautas mexicanos a velocidades muy reducidas que ofrece la calidad de la banda ancha en el país, obligados a soportar tarifas de suscripción entre las más elevadas del mundo, con un mercado dividido entre dos grandes proveedores (alguna vez íntimos), así como una ínfima penetración territorial y poblacional, el país perdió nueve posiciones en el Índice de Facilidad para Trabajar en Línea, elaborado por el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés). Cayó en la medición 2008-2009 al puesto 67, desde el 58 ocupado en la lectura anterior.
Eso significó que los avances de Brunei, Rumania, Azerbaiyán, Ucrania y Colombia, combinados con el estancamiento de Brasil y Uruguay y una caída no tan severa de Panamá, en los parámetros del índice, desplazaran a México, que sólo alcanzó una calificación de 3.84, contra el 3.90, previo.
El índice que se centra en evaluar la rapidez y la eficiencia de operar en red, tiene relevancia porque sus componentes desglosan las limitaciones que impone el entorno al despegue de las tecnologías en la vida cotidiana. El subíndice del ambiente interno es en el califica más bajo el país, al colocarse en rango 75. Este subíndice está integrado por las condiciones de competencia en el mercado de las tecnologías (74), la capacidad gubernamental para establecer reglas (84) y finalmente la infraestructura (71). Enseñamos el cobre.
En cuanto a la facilidad que tienen los individuos, las empresas y el gobierno mediante la red para el desempeño de sus actividades y la entrega de sus servicios, el panorama no mejora: 76. Los que enfrentan más dificultad son las personas, aunque el gobierno logra una calificación mejor al estándar general (62).
El componente de uso, permite al gobierno colocarse en un rango competitivo (32) debido a la disponibilidad que se ha desarrollado para la realización de trámites en línea. En cambio los ciudadanos (66) y las empresas (76) están muy lejos de apoyarse de la misma manera en la tecnología. El rezago más señalado se presenta para los negocios.
Ahora bien, de entre las 80 variables seleccionadas por el WEF, en las que se aprecia con mayor nitidez la falta de capacidad de México para mejorar en el índice están: calidad de la educación en matemáticas y ciencias, carga regulatoria gubernamental, eficacia de los órganos legislativos, importación de equipo de cómputo, eficiencia del marco legal para solucionar diferendos, calidad del sistema educativo, suficiencia de científicos e ingenieros, promoción gubernamental de las tecnologías de la información y las comunicaciones y, finalmente, obtención gubernamental de productos de tecnología avanzada. En todos estos rubros el ranking al que cae el país es de 100 o más. Poca cosa. (GS)