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ENTRESACADO: “La inflación mayor a 5% regresó y tal vez para quedarse pero es la corrupción y el control de mercados lo que en realidad afecta al consumidor. ¿Cuándo se decidirá el gobierno a terminar con ellos?”.
Consumidores S.O.S
Claudia Villegas
¿Qué significa el incremento de precios para los consumidores? ¿Una amenaza? ¿Una oportunidad? Los economistas no terminan por ponerse de acuerdo. Algunos más liberales aseguran que después de una crisis económica y financiera de la magnitud de la que estamos viviendo, ningún país puede darse el lujo de vivir sin ella. Y explican: cuando no hay posibilidad de aumentar los impuestos – porque resulta políticamente incorrecto o porque simplemente no existe la voluntad de la sociedad para pasar ese trago amargo – entonces la única salida es el incremento de las tarifas para bienes y servicios públicos. También se presenta como la salida fácil aunque dolorosa para un gobierno que, como las dos últimas administraciones, ha tenido que vivir de los ingresos del petróleo y esos recursos dejan de fluir ante una caída en los precios del hidrocarburo o, peor aún, ante la menor disponibilidad del producto para ofrecer al mercado. Ambos escenarios han amenazado constantemente al Ejecutivo en México y a las finanzas públicas del país. Pero serán los consumidores mexicanos los que lidian ahora con inflación y elevación de los impuestos.
Por ello, aunque el doctor Agustín Carstens prevea que en 2011, un año antes de las elecciones, la inflación bajará porque el impacto de los impuestos sólo se presentará esta vez – ¿acaso no estamos esperando el próximo año una verdadera reforma hacendaria – es un hecho que las bajas tasas de inflación que se vivieron en la última década no volverán a presentarse porque simplemente no habrá dinero del petróleo para subsidiar la gasolina, el precio del maíz o para trasladar recursos a las empresas que generan energía eléctrica. Si bien es cierto que muchos analistas dudan que el país abandone en el corto plazo las tasas de inflación de un dígito, tampoco volveremos a los niveles de 3.33 por ciento, la más baja que se ha registrado. Así, esa historia quedó definitivamente en el pasado y la tragedia para los consumidores es que las maniobras de las autoridades para mantener la inflación bajo control a costa de los trabajadores, cuyos salarios prácticamente se mantuvieron congelados, servirá de poco en medio de una economía que no ha aprendido a competir y en donde los monopolios le cuestan miles de millones de pesos al consumidor.
De la vida real
Fue en diciembre cuando me enteré que el gas LP subiría de precio. La cantidad exacta del incremento era de 16 centavos por kilo. Me angustié porque tres meses atrás la empresa de gas que llena el tanque de mi casa me había visitado y me había advertido que en enero, seguramente, tendría que volver a solicitar sus servicios. “Qué organizados los de la compañía de gas, tienen todo muy bien sistematizado”, dije a principios de octubre cuando el alza mensual en los precios del combustible aún no me alcanzaba igual que a millones de mexicanos. Ahora tendría que pagar porque llenaran el voluminoso tanque pero con el nuevo precio. Aunque el aumento anunciado era de sólo 16 centavos, en términos porcentuales era de 11%. Así, una rápida operación me advirtió que si antes llenaba el tanque con un presupuesto trimestral de 1,400 pesos, ahora tendría que desembolsar de la noche a la mañana al menos 1,550, si es que quería seguir contando con agua caliente y una estufa lista para preparar alimentos en casa. Lo peor es que no sería el único incremento sino el primero de cada mes del 2010. En fin, suspiré y espere a que, como siempre, mi afable portero tocara el timbre para decirme, como cada trimestre, que sólo tenía 20 kilos y que era “urgente pero muy urgente” llamar a la empresa del gas. Pero no, esta vez, la advertencia fue más dramática y contundente: “Ya no tiene gas, pero nada, y hoy sí tiene que llamar a la compañía”. Qué extraño, pensé: agua caliente, fuego en la estufa y ¿no hay gas? Alentada por el ánimo de ahorrar subí a verificar si la versión del amable portero era cierta. Y allí estaba, la evidencia: 20 kilos y contando. Todo era un engaño. Así, molesta descendí de la azotea por una empinada escalera y me dirigí a llamar a otra empresa proveedora de gas LP que no estuviera coludida con el portero. Algo así sucede con la economía, la corrupción y los monopolios son los que afectan verdaderamente el bolsillo de los consumidores. Es cierto, la inflación mayor a 5% regresó y tal vez para quedarse pero es la corrupción y el control de mercados lo que en realidad impactan al consumidor. ¿Cuándo se decidirá el gobierno a terminar con ellos?