Oro azul: insuficiente

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Entre 1 mil y 1 mil 200 millones de personas en nuestro planeta carecen de agua o tienen enormes dificultades a diario para conseguirla. La escasez del preciado líquido se ha convertido en una dramática realidad.

Carlos A. Sánchez / Prensa Latina

Luego de la crisis del petróleo –que se vio más en los precios (llegaron hasta los 147 dólares por barril) que en la falta de reservas, pues fue un encarecimiento especulativo de los grandes empresarios privados que dominan esa industria– ahora todos hablan de la escasez de agua.

Mucha gente tiene claro que tanto el preciado líquido como el petróleo no son inagotables y tienden a ser insuficientes para cubrir las crecientes necesidades de la población del planeta.

Además, de nuevo los grandes empresarios quieren apoderarse de la explotación y comercialización de este recurso natural, que nunca debería ser privatizado porque es de una importancia estratégica aún mayor que la del petróleo, porque de él depende la existencia misma de la humanidad.

Es más, muchos saben que el petróleo se ha despilfarrado, y se sigue despilfarrando por la masividad que ha alcanzado el transporte individual sobre el colectivo; y se sigue despilfarrando en la proliferación hasta el infinito de anuncios lumínicos comerciales y en el encendido despreocupado de luces innecesarias en las casas.

El bajo costo de su obtención, por parte de las empresas petroleras, ha desestimulado el desarrollo de otras fuentes de energía como la eólica, la solar, hidráulica y la nuclear –no contaminantes del medio ambiente y virtualmente inagotables.

A su vez, el agua se desaprovecha, desde la que traen las precipitaciones pluviales, por falta de eficientes sistemas de presas, o se malgasta en las líneas de distribución.

Hay expertos que opinan que la instalación de sistemas permanentes de atención y renovación de redes de recolección y distribución de aguas, desde lo nacional hasta lo doméstico, se pagaría en poco tiempo con el ahorro de agua que produciría.

Otro sector casi ignorado en los países del Tercer Mundo y también en muchos desarrollados es la reutilización de las aguas que van a los drenajes. En España sólo se reutiliza el 1.1 por ciento de esas aguas, según publica un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Sin embargo, otro peligro ha surgido desde hace algunos años; proviene de los que en medio de las dificultades sólo piensan en sacar ganancias, las grandes empresas trasnacionales, las cuales ya han anunciado que aspiran a ser los contratistas que “resuelvan el problema” si se les deja a ellos la explotación del agua, desde las presas, ríos, mantos freáticos, redes de distribución y el más jugoso de los sectores, la fijación de tarifas y su cobro a los usuarios finales.

Pero dada la dimensión que el problema ha alcanzado, estos buenos samaritanos empresariales no garantizan una solución real, sino únicamente que sus facturas de cobro serán tan altas que la mayoría de la gente –los pobres– seguirá careciendo de agua.

Otra de las realidades que han salido a la luz con motivo del desabasto creciente del agua es la enorme cantidad del líquido que es contaminada en los ríos por los desechos químicos provenientes de todo tipo de industrias, así como por los que simplemente son vertidos en tierra y que las lluvias los van llevando a los mantos freáticos de las ciudades, muchos de los cuales provocarán que las aguas bombeadas de esos mantos salgan ya contaminadas, sin contar la basura y las heces del ganado y de los humanos que se depositan al aire libre y que siguen el mismo recorrido de “limpieza”.

Las cifras mundiales

Aunque las dos terceras partes del globo terráqueo están cubiertas por agua, sólo el 2.5 por ciento es dulce, y de ella, menos de la mitad está en condiciones de ser utilizada por los seres humanos para satisfacer sus necesidades elementales.

Un 90 por ciento de las lluvias cae sobre los mares; los casquetes polares contienen la mitad del agua dulce.

Naciones Unidas estima que más de 1 mil 200 millones de personas –especialmente en América Latina, Asia y África– padecen en diversos grados de la escasez de agua.

Según el Fondo de Población de ese organismo internacional, si no se toman medidas urgentes, dentro de 25 años, una de cada tres personas tendrá poca agua o no conseguirá siquiera acceder al mínimo necesario para sobrevivir.

Actualmente poblamos el planeta unos 6 mil 500 millones de personas. Las previsiones de los expertos indican que sobrepasaremos los 9 mil millones en 2050.

A ese ritmo, la demanda de agua aumentaría a 64 mil millones de metros cúbicos al año, indica un informe pre sentado el 16 de marzo ante la reunión del Foro Mundial del Agua en Estambul.

Las presiones sobre los recursos hídricos no dejan de aumentar en un mundo cada vez más desarrollado. “Las causas son el crecimiento de la población mundial y su desplazamiento, el aumento del nivel de vida, los cambios de hábitos en la alimentación y la presión por la producción de biocarburantes”, expresa el Tercer informe de las Naciones Unidas sobre el desarrollo de los recursos hídricos en el mundo, presentado en marzo en Nueva York.

El documento se pronuncia claramente contra la propuesta del expresidente George W. Bush de impulsar la producción de biocombustibles.

Al respecto expresa: “El aumento de la producción de alimentos (sobre todo de carne y productos lácteos), de biocombustibles, y en general de energía (cuya demanda mundial se prevé que aumente en un 55 por ciento hasta 2030) también generarán un incremento del uso del agua”.

Según los autores del informe, a pesar de las posibilidades que ofrecen los biocarburantes para disminuir la dependencia de los combustibles fósiles, es probable que acaben ejerciendo una presión desmesurada sobre la biodiversidad y el medio ambiente, sobre todo, por los recursos y la tecnología que se utilizan actualmente para producirlos.

En otro tema, el informe refiere que, ante la inexistencia de servicios básicos adecuados relacionados con el agua (agua potable segura, saneamiento y producción de alimentos), en muchas regiones del mundo se prevé que en 2030 unos 5 mil millones de personas, es decir, el 67 por ciento de la población mundial, seguirán desprovistas de servicios adecuados de saneamiento.

La reunión del Foro Mundial del Agua

Lo malo es que los intereses de las empresas trasnacionales que, de una manera u otra, explotan este líquido vital, tienen fuerza económica e influencias políticas para controlar algunos organismos como el Foro Mundial del Agua, que sesionó en la segunda mitad de marzo en Estambul, Turquía, para discutir toda esta problemática.

Naturalmente que después de fuertes debates, con el auspicio de Estados Unidos, Brasil, Egipto y otros países, esa reunión terminó con una declaración en la que no se reconoce el acceso al agua como un “derecho humano”, sino como una simple “necesidad básica”.

La declaración final del foro hace genéricas conside raciones que han sido criticadas por quedar solamente en enunciados vacíos de compromisos reales.

El encuentro es convocado por el Consejo Mundial del Agua (el cual creó el Foro Mundial del Agua en 1997). Es una organización con sede en Francia, cuyo financiamiento procede principalmente de empresas privadas que se dedican a explotar diversos segmentos de la industria en cuestión, entre ellas la firma Suez y la Thames Water y Nika Water, esta última dedicada a la producción y venta de agua embotellada, y la cual es ejemplo de la ambivalencia del sector privado.

Por una parte dedica sus ganancias a aliviar la situación del mundo pobre y sin agua y, por otra, les vende a precios corrientes de mercado el líquido embotellado en cantidades espectacularmente crecientes.

La declaración firmada en disidencia por países latinoamericanos y africanos, consta de dos puntos. En el primero reconocen al agua como “un derecho humano”, y en el segundo piden que el Foro Mundial del Agua deje de ser organizado por una entidad para ser convocado y dirigido por la Organización de Naciones Unidas (ONU).

En muchos lugares del planeta, los pobladores necesitan recorrer decenas de kilómetros para conseguir unos pocos litros de agua dulce, a veces sin los mínimos requisitos para ser considerada potable.

Esta terrible escasez es la que provoca desertificación y afecta la producción de alimentos. Incide también en la salud de los pobladores por el aumento de las enfermedades infecciosas, en tanto contribuye a la progresiva destrucción de los ecosistemas, con lo cual facilita que los fenómenos meteorológicos dejen una mayor secuela de víctimas y daños.

Acuerdos y conflictos en zonas acuíferas

Hace unos años, en Cochabamba, Bolivia, la población se alzó contra la privatización del agua potable y resultó victoriosa, aunque hubo varios muertos y heridos.

Más recientemente, el presidente Evo Morales dispuso finalizar el contrato con Aguas de Illimani –el nombre bajo el cual actuaba una filial de una multinacional francesa–, denunciando la falta de cobertura y miles de denuncias por abuso contra la compañía que tenía el suministro del líquido vital a las poblaciones de La Paz y El Alto.

En esa oportunidad, el presidente boliviano afirmó rotundamente que el agua era un bien y un derecho de la gente, y que no podía considerarse propiedad de nadie.

Exhortó entonces a la comunidad internacional a defender y a ejercer la democratización de ese recurso.

El gigantesco Acuífero Guaraní, que abarca amplias ex tensiones del subsuelo de Argentina, Brasil y Paraguay, es objeto de la codicia de Estados Unidos, cuyo mando estratégico en la región ya intentó incursiones en el área, bajo el argumento de que la zona conocida como La Triple Frontera esconde actividades de organizaciones terroristas.

Se trata de una de las mayores reservas de agua subterránea del planeta, calculada hoy en 55 mil kilómetros cúbicos (cada kilómetro cúbico equivale a 1 billón de litros de agua). La recarga natural del acuífero sería de 160 o 250 kilómetros cúbicos cada año, de tal forma que con la explotación de 40 kilómetros cúbicos anuales podría abastecerse a 360 millones de personas, que recibirían una dotación de 300 litros a diario (interesados consultar en www.serpal.info el envío 259-04, “Disputa por el oro azul”, que contiene amplia información sobre el tema).

En el Medio Oriente, “la distribución desigual se refleja en discrepancias muy marcadas en la utilización del agua entre israelíes y palestinos.

La población israelí no alcanza a ser dos veces más grande que la palestina, pero su uso total de agua es siete y media veces más alto. En Cisjordania, los colonos israelíes utilizan mucha más agua por persona que los palestinos y más que los israelíes: consumen casi nueve veces más agua por persona que los palestinos. Desde cualquier punto de vista, las disparidades son amplias.

Mientras se efectuaba la reunión del Agua en Estambul, en la Cuenca del Plata se suscribía el Programa Marco, un proyecto que involucra a cinco países de la región: Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay.

Con un crédito del Fondo Mundial para el Medio Ambiente, aspira a desarrollar estudios y acciones para proteger los recursos hídricos comunes, que constituyen el quinto sistema del mundo por su importancia. Se intentará también, a través de un monitoreo conjunto, controlar el impacto de la desertificación, de los agroquímicos, la explotación de los acuíferos, sequías e inundaciones.

Los movimientos populares hasta ahora han sido los más conscientes en defender esos derechos colectivos y rechazar la pretensión de explotaciones industriales amparadas por grandes inversiones económicas, pero con escaso respeto por el territorio y sus habitantes.

Un ejemplo de ello es la lucha constante de las poblaciones afectadas por los proyectos mineros en Esquel o en Catamarca, Argentina, o el reclamo de chilenos y argentinos contra el Proyecto Pascua Lama de la trasnacional Barrick Gold, una amenaza gigantesca contra las reservas y utilización de las aguas de los glaciares comunes entre ambos países.

“Una vez más está en manos de los pueblos, de su organización y movilización, la garantía real de asegurar un futuro en paz y con la disponibilidad de los recursos básicos, entre ellos el agua”, opina el analista Carlos Iaquinandi Castro, del Servicio de Prensa Alternativa.

Hasta 160 lugares han sido identificados donde ríos, lagos y mares son compartidos por dos o más países, y ello puede dar lugar a graves conflictos, pero dependerá de la escasez de agua.

“Por la creciente escasez de agua, un gobierno adecuado es imprescindible para su gestión. La lucha contra la pobreza depende también de nuestra capacidad para invertir en los recursos hídricos”, señaló el director general de la Unesco, Koichiro Matsuura, en el informe presentado en Estambul.

El informe que publica el foro cada tres años afirma que algunos países “están llegando al límite de la explotación de sus recursos hídricos”. A esto se añaden los efectos del cambio climático que agravarán la situación.

Por ello, los expertos consideran que la cuestión del agua podría llegar a politizarse debido a “las rivalidades emergentes entre diferentes países, diferentes sectores de actividad y entre zonas rurales y urbanas”.

Con estas previsiones no parece que los Objetivos de desarrollo del milenio –que indican que en 2015 más del 90 por ciento de la población mundial utilizará fuentes mejores de agua potable– se vayan a cumplir.

Según el informe, los progresos en materia de servicios básicos de saneamiento son insuficientes para alcanzar el objetivo fijado. África subsahariana cuenta todavía con 340 millones de personas sin acceso a agua potable segura, y 500 millones de personas carecen de acceso a servicios de saneamiento adecuados. Esta cifra coincide con las personas más pobres, que viven con menos de 1.25 dólares al día.

La desigual situación mundial repercute en la salud de las poblaciones. El 80 por ciento de las enfermedades que azotan a los países en vías de desarrollo está relacionado con el agua. La diarrea, por ejemplo, mata cada día en el mundo a unos 5 mil niños, uno cada 17 segundos.

El informe señala que el 10 por ciento de las enfermedades de todo el mundo se podrían evitar con la mejora del abastecimiento de agua, los servicios de saneamiento, la higiene y la gestión de los recursos hídricos.

El V Foro Mundial del Agua de Estambul terminó el 22 de marzo. Veinte países firmaron una declaración disidente para dejar clara su posición al cierre de la conferencia.

Los iberoamericanos que la suscribieron fueron Bolivia, Chile, Cuba, Ecuador, España, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay, Uruguay y Venezuela.

Esas naciones defendieron las zonas rurales pobres, el medio ambiente. Los representantes sindicales calificaron al foro como un promotor de la privatización del agua y reclamaron que sea organizado por la ONU.

“Pedimos que la asignación de agua se decida en un foro abierto, transparente y democrático”, no en una feria comercial para las mayores empresas del mundo, dijo Maude Barlow, asesor del presidente de la Asamblea General de la ONU.