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Invertir en este proyecto representa la oportunidad de dar un salto tecnológico y generar recursos para todo el país “cuando termina la era del petróleo”.
Cinco décadas de abandono gubernamental en ciencia y tecnología hacen a México un país “muy frágil” a los efectos de la recesión económica mundial, advierten los promotores de la Agencia Espacial Mexicana (Aexa), un organismo descentralizado aprobado por el Senado el 4 de noviembre de 2008 para impulsar la industria espacial y crear capital humano científico. Sólo falta que la Cámara de Diputados apruebe el presupuesto de 85 millones de pesos para que esa agencia comience a funcionar y el país aproveche los nichos tecnológicos que diversifiquen su economía, coinciden científicos y legisladores. Esos nichos son: aeronáutica, computación, robótica, seguridad y percepción remota, electrónica, medicina, pronóstico del tiempo, técnicas de suelo para uso agrícola, tecnologías de búsqueda y rescate, telecomunicaciones, creación de nuevos materiales y ecología, que aprovecharán la experiencia en los sectores en que México tiene fortaleza, particularmente el automotriz y el textil. En cambio, si persiste la política de no invertir en la educación de alto nivel, ese gran potencial para la economía se desperdiciará y comprometerá su viabilidad como nación, señalan los promotores de este proyecto. Aunque desde 1994 México se convirtió en el miembro 25 de los 30 países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), este país tiene los niveles más bajos en educación y formación tecnológica; apenas eroga 2 mil 405 dólares contra la media de 7 mil 527 que asignan los otros miembros de ese organismo, según indica el Panorama de la educación 2008 de la OCDE. Por ese motivo, ocupa el último sitio en egreso de secundaria (apenas 41 por ciento de estudiantes concluye ese nivel) y sólo 39 por ciento de entre 25 y 34 años concluye su preparatoria. Es decir, México tiene el segundo lugar más bajo entre los países de la OCDE en educación, frente a Polonia, Letonia, Botswana, Mauricio, Panamá y Costa Rica, lo que se traduce en que el 62 por ciento de los mexicanos tenga empleo y el 38 por ciento restante no estudie ni trabaje, admitió Andreas Schleicher, jefe de la división de Indicadores y Análisis de la Educación de ese organismo, el 9 de septiembre de 2008, al presentar ante los medios el estudio Panorama de la educación 2008. Por otra parte, países en vías de desarrollo como India (con 450 millones de pobres) y Brasil domesticaron la tecnología y a partir de sus agencias espaciales tienen resultados exitosos en telemedicina, desarrollo de satélites para percepción remota y son importantes en el sector aeronáutico. Ante ese contexto, el doctor José Franco, director del Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México, dice que el país “está absolutamente fuera de todo avance tecnológico y científico; está fuera de la investigación espacial que tiene muchos nichos que se pueden aprovechar y que por falta de visión quedó fuera”.
Por esa razón, el académico celebra que con la decisión del Senado se “retome el rumbo”, aunque, advierte, esa medida ocurre en condiciones de desventaja total: sin personal capacitado, sin industria ni proyectos o desarrollo del sector científico ni tecnológico. Frente a quienes estiman prioritario dirigir los recursos del erario hacia el alivio de la pobreza extrema en México, en lugar de apostar por desarrollar la industria espacial, el académico considera que ésa es una premisa totalmente falsa, pues México es la economía número 14 del mundo y sus indicadores debían ser mejores en educación, competitividad, desarrollo industrial y transferencia tecnológica. “No somos un país pobre, pero los dineros se han ido a proyectos que no le han dejado nada y dependemos de nuestros recursos naturales, y si se continúa con esa política, se avizora un futuro poco positivo. Debemos diversificarnos y desarrollar industrias que doten de empleos bien remunerados a sus ciudadanos”, concluye el también secretario general de la Academia Mexicana de Ciencias.
Regateo por 85 millones
Éste es el segundo intento (el primero fue a mediados del siglo XX) por desarrollar el potencial científico y tecnológico espacial del país. Está detenido porque la Cámara de Diputados debate el monto de su presupuesto, de apenas 85 millones de pesos, en la Comisión de Presupuesto y de Cuenta Pública. Para apresurar ese trámite, el 26 de febrero la Comisión de Ciencia y Tecnología del Senado, que preside Francisco Castellón Fonseca –del Partido Revolución Democrática–, envió una excitativa a la comisión análoga de la Cámara de Diputados, que preside la diputada Silvia Luna Rodríguez, del Partido Nueva Alianza. Ese documento, con la firma de los representantes de los tres principales partidos, busca consolidar la creación de la Aexa en este periodo legislativo que concluye en abril. Una vez que la Cámara de Diputados apruebe el dictamen, el presidente de la República tiene 30 días para dar el visto bueno a la agencia espacial. De lo contrario, será hasta la próxima legislatura cuando se aborde esta cuestión. Para el potencial beneficio económico que generaría el desarrollo de un sector como el espacial, la asignación de 85 millones de pesos resulta baja si se contrasta con los 3 billones 45 mil 478.6 millones de pesos –que equivalen al 23.5 por ciento del producto interno bruto– que ejercerá el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) este 2009. El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología recibirá el 24.7 por ciento del PEF, además de que las multas y sanciones que aplique el Instituto Federal Electoral se destinarán a ese rubro. No obstante, sigue siendo un porcentaje menor respecto al que se destina a combatir la inseguridad pública (54.46 por ciento) o la procuración de justicia (28.57 por ciento), de ahí que el astrónomo José Franco advierta que la tecnología espacial es nodal para alcanzar un desarrollo sustentable y, también, para generar esquemas de seguridad.
“En buena medida, la ola de criminalidad que hay en el país puede ser mitigada si existe información conectada en tiempo real y además comunicaciones establecidas en tiempo real que ayudarían a tener un muchísimo mejor control de toda la situación”, señala. Para este científico, la educación es la inversión estratégica más importante para cualquier país, así como el desarrollo tecnológico es fundamental y estratégico, pero “México la ha escatimado”. Para revertir esa situación, se debe invertir en las universidades, fundamentalmente en las públicas, que son las que generan conocimiento y capital humano científico, pues con la actual política el país descendió del sitio 30 al 60 en competitividad mundial. Por esa razón, los promotores de la agencia espacial afirman que los 85 millones de pesos se recuperarán tan pronto comiencen los proyectos de cooperación que se articulan ya con las agencias espaciales europeas y la estadunidense. “Ahí falta una pequeña dosis de voluntad”, refiere el senador Francisco Javier Castellón Fonseca. Agrega que todos los partidos políticos y el propio gobierno asumen un discurso “políticamente correcto” de apoyo a la ciencia y tecnología, pero el problema es que no se concretan las acciones en ese sentido. Considera “apremiante” concretar ese apoyo a la ciencia, eso significa invertir recursos, aprobar proyectos de la magnitud de la Aexa y hacer las políticas públicas que permitan a todos los actores invertir en estas áreas.
Negocios siderales
Fernando de la Peña Llaca es ingeniero en cibernética y sistemas computacionales que desde 2004 desarrolla, en el Centro Espacial Johnson de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés), una computadora portátil que funciona desde el espacio para ayudar a los astronautas con sus tareas básicas o en emergencias, además de que actualiza y envía información, se trata del Proyecto Evada (ensamblaje de actividad extra vehicular).
Anteriormente, este hidalguense también desarrolló en Houston, Texas, una herramienta para auxiliar a los astronautas a detectar los daños en la Estación Espacial Internacional y en el transbordador espacial. Nutrido por esa experiencia, asegura que el potencial de negocios de una agencia espacial mexicana es muy importante. “Éste es un proyecto que requiere de muy poca inversión y va a traer inversión extranjera, son muchos los interesados en invertir”. Además, la pobreza de millones de mexicanos requiere de proyectos que estimulen las inversiones, el empleo y la creación de productos tecnológicos”, que tendrán un impacto positivo en el desarrollo económico y social de las regiones en las que se asienten las sedes de la Aexa, indica De la Peña.
De acuerdo con un estudio de la NASA, por cada dólar que se invierte en los proyectos espaciales, se obtienen siete dólares en beneficio del sector, resultado de la comercialización de sus aplicaciones. Otra estimación, proveniente de China, señala que por cada dólar que se invierte en el rubro espacial, la economía recibe beneficios por ocho y hasta 14 dólares. Así sucede cuando se adquieren las sopas deshidratadas, diseñadas originalmente para los astronautas; sartenes de teflón, un producto utilizado para los cohetes Saturno de la NASA; el gel absorbente de los pañales para bebés empleados en los astronautas; el policarbonato, originalmente creado para los visores de los cascos y que se usa en los discos compactos, los DVD y las gafas para sol. Igualmente, lenguajes como el código de barras, el sistema de mamografía digital, los satélites para internet y teléfonos celulares; cada vez que se compran esos productos, las ganancias van directamente a las empresas que los desarrollaron. Ése sería el esquema que podría seguir México cuando funcione la Aexa y avancen los acuerdos e intercambios previstos con las 34 agencias espaciales de Estados Unidos, la Unión Europea y Rusia, entre otras. Sin embargo, Fernando de la Peña advierte que el tiempo apremia, pues en breve iniciarán dos misiones analógicas lunares bajo el mar, Marmex, en colaboración con la NASA, y ahí se prepararían los recursos humanos de la Aexa, “el problema es que ya es marzo, se viene semana santa y va lento el proceso”. Para la agencia mexicana, dos son los modelos exitosos de desarrollo espacial: el de India y el de Canadá. En el primer caso, la agencia INRO (Organización de Investigación Espacial de India) generó una industria espacial muy lucrativa a partir del lanzamiento de satélites nacionales y extranjeros, así como de la comercialización de sus productos hacia varios países.
En el segundo caso, la Agencia Espacial Canadiense encontró su nicho tecnológico en la robótica y actualmente toda estación espacial y armadoras automotrices utilizan sus brazos robóticos; por ello recibe grandes ganancias.
Despegue de Aexa
Tan pronto la Cámara de Diputados emita el dictamen aprobatorio de la Agencia Espacial Mexicana, se firmarán los acuerdos de colaboración internacional para realizar misiones conjuntas. En otoño comenzarán dos misiones de la NASA, en Florida, para capacitar a los mexicanos de la Aexa, “con lo que se ahorrarán años de experiencia por encima de otras agencias y se conocerá esta agencia a nivel mundial”, explica De la Peña. Este momento es propicio para que México tenga una agencia espacial, pues su fuerza laboral es de las más jóvenes del mundo y son ellos los primeros en apropiarse del conocimiento científico-tecnológico; además, comparativamente gradúa más ingenieros por año que Estados Unidos. Ante la recesión económica, conviene a aquel país contener el flujo migratorio que recibe por el aumento del desempleo a través de la ayuda que brinde para que esta agencia genere empleo y polos de desarrollo, señalan los simpatizantes del proyecto. La agencia tendrá al comienzo dos sedes: Tulancingo, Hidalgo, y Yucatán.
El primer sitio reúne 15 condiciones para alojar un centro espacial, que sólo comparte, en América Latina, con Perú: clima seco que evita el salitre en los equipos, suelo firme y sin riesgo de terremotos, cadena montañosa que protege de interferencia de microondas, no hay aeropuertos cerca que afecten los equipos sensibles; clima templado todo el año, es un punto intermedio entre el Golfo y el Pacífico que facilita las comunicaciones espaciales, red de carreteras, instalaciones de la estación terrena, además de su cercanía con el Distrito Federal, y tiene una ciudad cercana en la que puede vivir el personal.
La Península de Yucatán sería otra región propicia para desarrollar un esquema de negocios basado en la industria espacial turística. Por su situación geográfica, con una latitud menor a 21 grados y su cercanía al ecuador, las naves gastan menos combustible y pueden llevar más carga. Estas consideraciones son importantes en virtud de que, en 2010, los viajes espaciales turísticos de bajo costo (unos 200 mil dólares) comenzarán a operar. En ese contexto, De la Peña explica que es importante evaluar que un pasajero permanecerá en la zona un par de semanas durante su entrenamiento, “llevará a su familia y será más agradable estar en un sitio con playas y estructura turística como Yucatán”, y no en un desierto. Esa estancia generará ingresos adicionales para la entidad.
Objetivos contra reloj
Los objetivos de Aexa en los próximos cinco años son: desarrollar infraestructura; desarrollar una plataforma de lanzamiento de cohetes; realizar lanzamientos comerciales; desarrollar un hábitat lunar y nichos espaciales propios, como satélites o componentes de vehículos espaciales. Entre sus objetivos de cinco a 10 años se plantea promover un centro de aviación, manufactura, vuelos suborbitales, parque industrial espacial con centro de ingeniería. Y, en un plazo de 10 a 20 años, Aexa podrá desarrollar herramientas de exploración y componentes para misiones a la luna y Marte; sistemas de soporte de vida, sistemas alternativos de generación de energía, comunicaciones, guía y navegación. “Tenemos que dar pasos para que la agencia mexicana, en tres o seis años, sea de las primeras a nivel mundial, no una agencia más”, apremia Fernando de la Peña. (NE)