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En México, el monto de los ilícitos con tarjetas bancarias supera los 1 mil millones de pesos. Mientras se incrementa cada día la circulación del “dinero plástico”, los bancos carecen de controles suficientes para evitar fraudes, clonación y robo, reconoce la Condusef
Ilícitos con tarjetas de crédito y débito le cuestan a la banca comercial 100 millones de dólares anuales, según la Asociación de Bancos de México. Para Enrique Arias, director de Análisis de la Comisión Nacional para la Defensa de los Usuarios de las Instituciones Financieras (Condusef), en un país donde circulan 18 millones de tarjetas de crédito, 33 millones de débito y se realizan anualmente 100 millones de transacciones, “no hay suficiente control”.
Banamex, Scotianbank, Banorte y Santander –apunta Arias– ofrecen seguros en caso de robo o extravío, fraude electrónico y clonación, los tres delitos con mayor incidencia en el medio de pago electrónico. Se trata sólo de cuatro bancos de un total de 39 inscritos en la Comisión Nacional Bancaria y de Valores.
“Ningún otro banco brinda esa protección al usuario. Le delegan toda la responsabilidad a su tarjetahabiente cuando los dos tienen parte de culpa o por el mal uso del plástico o bien por la vulnerabilidad que tenga el mismo.”
Reconoce que todas las tarjetas son propensas a sufrir fraudes, pues las instituciones bancarias se rehúsan a cambiar la banda magnética por medidas más seguras, como el chip. Con un simple escaneo –expresa– se pueden copiar los códigos de identificación del plástico. Por ello, “le hemos reiterado a la banca la importancia de que migren a otras tecnologías, pero en nuestro país este tipo de productos se ofrecen como de lealtad”.
Tal es el caso de las tarjetas blindadas Oro y Clásica de Scotiabank para las que se deben comprobar ingresos de entre 5 y 15 mil pesos, o la tarjeta Black de Santander que se adquiere sólo si se tiene antecedentes crediticios. B-Smart, de Banamex, solicita ingresos mínimos por 5 mil pesos, ofrece una tasa de interés del 24 por ciento y una anualidad de 420 pesos.
Las razones por la que no hay un mercado amplio para estas tarjetas –dice el director de análisis– son la falta de cultura financiera y que las instituciones bancarias no han generalizado este servicio.
Sostiene que, aunque a la banca le implique un costo mayor cambiar su infraestructura, “puede ser compensado un buen servicio con las comisiones que se cobran”. Según la Condusef, en México por cada peso de crédito entregado al usuario, los bancos ganan 24 centavos por intereses, y por cada peso en empréstitos comerciales, nueve centavos.
Además, algunas instituciones bancarias no tienen el cuidado de resarcir el daño a sus clientes: “Sin más, le envían un abogado al usuario para indicarle que su reclamación no procede porque él era responsable de su uso”. Quienes sí, lo hacen conforme al historial del tarjetahabiente, si no ha tenido problemas, el banco asume el riesgo.
El diputado por el Partido Acción Nacional Gerardo Priego, integrante de la Comisión de Desarrollo Social, advertía el 23 de enero de 2008 que este tipo de fraudes aumenta cada año en 20 por ciento y en un año se reportan 397 fraudes diarios a clientes de tarjetas de crédito.
Informó que durante 2007 la Condusef recibió 150 mil quejas de usuarios respecto de cargos indebidos por disposiciones no efectuadas, cobros erróneos por intereses y gastos de cobranza y comisiones. Tan sólo durante el primer bimestre de 2007, la Comisión recibió 3 mil quejas contra instituciones bancarias.
Hasta 2007, la Condusef estimaba que alrededor del 57 por ciento de esas reclamaciones se debieron a robo o extravío, 7 por ciento a fraudes por internet y 36 por ciento a clonación.
El legislador declaró que “a los bancos no les importa de dónde venga la tarjeta si es clonada o robada, ellos quieren cobrar. No hay esa solidaridad entre los negocios afiliados y los bancos para solucionar el problema y dejan en la indefensión a los tarjetahabientes”.
Crecen clonación y fraude
De acuerdo con la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados, hasta el año pasado la clonación de tarjetas afectó a 35 millones de usuarios. El delito –calcula la Condusef– le genera pérdidas al sistema bancario por más de 30 millones de dólares. En tanto, los fraudes por duplicación de plásticos pueden ir desde 2 mil hasta 100 mil pesos. La Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales afirma que existen 7 millones de tarjetas susceptibles de ser falsificadas.
Gracias al skimmer –aparato que permite obtener información cuando se desliza la tarjeta– se escanean los códigos de las bandas magnéticas que sirven para autorizar consumos en línea. Después, los falsificadores copian a otro plástico en blanco los números y pueden hacer disposiciones a nombre del usuario original.
La Condusef señala que el ilícito se comente en un 55 por ciento en bares y restaurantes, en un 25 por ciento en tiendas comerciales o departamentales y en un 20 por ciento más en hoteles y centros turísticos. Además sólo bastan dos minutos para que una tarjeta bancaria pueda ser clonada y cinco más para que los propietarios de los plásticos sean despojados de su capital.
Enrique Arias explica que si prolifera en estos establecimientos es debido a que se cobra en caja; de tener terminales inalámbricas, que son más seguras, disminuiría el riesgo: “Las instituciones deben dotarlos de la infraestructura que les permita erradicar este tipo de fraudes”.
Aunque –aclara– la duplicación de plástico sucede rara ocasión en cajeros automáticos, describe que bandas de delincuentes pueden montarlos y esas cabinas guardan los datos de la tarjeta en su memoria. No obstante, considera que los cajeros pueden ser un buen vehículo para evitar los fraudes, pero deben ser usados en horas en que las instituciones estén abiertas o, incluso –recomienda–, utilizarlos en establecimientos como centros comerciales, donde “no se perpetran este tipo de ilícitos”.
Por otro lado, el director de análisis de la Condusef señala que el fraude electrónico representa hasta el 6 por ciento de los 100 millones de dólares que se registran como el total de pérdidas del sistema bancario por los delitos contra tarjetas. Advierte que en las compras por internet se deben tener antivirus para evitar que los números de contraseña y tarjeta sean detectados, además de entrar a sitios que sean reconocidos y seguros.
Necesaria legislación
En abril de 2005 la Cámara de Senadores tipificó como delito grave la clonación de tarjetas de crédito y de débito al modificar la Ley de Instituciones de Crédito, General de Títulos, Operaciones de Crédito, la Ley Federal contra la Delincuencia Organizada y el Código Federal de Procedimientos Penales.
Así, “quienes despojen a los ciudadanos de su patrimonio, pertenencias o de su tranquilidad no deben recurrir a la libertad bajo fianza”. El proyecto de reformas establece que se sancionará con prisión de tres a nueve años y multa de 30 mil a 300 mil días de salario a quien produzca, fabrique, reproduzca, introduzca al país, imprima, enajene, comercie o altere tarjetas de crédito, de débito, cheques o formatos de cheques. No obstante, el entonces presidente Vicente Fox vetó la iniciativa.
Para febrero de 2007, se aprobó un dictamen de reforma a la Ley por la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados. Los cambios a la Ley de Instituciones de Crédito permitirían que la sanción fuera mayor, mientras que las reformas a la Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito también harían responsables a restaurantes y establecimientos asociados con la duplicación de tarjetas.
En opinión del director de Análisis de la Condusef, la legislación en el tema debe llegar también al negocio afiliado, pues aunque ya se controla al tarjetahabiente en el uso de medios de pago electrónicos y a la banca en el otorgamiento, el problema sigue vigente:
“Hay que legislar desde pedir una identificación cuando se consume con tarjeta, independientemente del monto que sea, como se hace en otros países donde hay un mayor control, pues aquí con presentar el simple plástico y la firma en un pagaré basta”.
El legislador Gerardo Priego anunció el 23 de enero la creación de una iniciativa de Ley de Tarjetas de Crédito. “En México –comentaba– la regulación de tarjetas se da por memorando de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público cuando cada día son más comunes los afectados por estos fraudes”.
La propuesta sugiere la corresponsabilidad entre el usuario, el banco y los comercios afiliados. El panista opinó que si no han endurecido los requisitos en el uso de tarjetas, es porque a algunas instituciones financieras no les es conveniente y cargan todo el peso de un fraude en el usuario: “Es enorme la ganancia que obtienen los bancos y no tienen ningún riesgo por los fraudes de la delincuencia organizada en tarjetas; el perjudicado siempre es el usuario”.
Además –subrayó Priego– será necesario fortalecer las atribuciones de la Condusef, pues “no es una institución que sancione, sólo concilia y promueve soluciones y a veces se topa con la arrogancia de las instituciones financieras, entonces tenemos que ampliar sus capacidades”.
Al respecto, Enrique Arias comenta que la Condusef está orientada también a promover una cultura financiera. Su propósito es que los cuentahabientes conozcan qué tipo de producto consumen para tomar la mejor decisión. Por ello, el director de análisis del organismo enumera las sugerencias para no caer víctima del fraude, robo y clonación de tarjetas de crédito y débito.
El funcionario recomienda que los usuarios limiten su crédito, que migren a tarjetas con más seguros y observen siempre el desglose de los movimientos cargados al estado de cuenta: “En otros países, la totalidad de las tarjetas tienen medidas de seguridad. Debemos volvernos clientes exigentes. No guiarnos solamente por promociones como una tasa baja y meses sin intereses, sino por la seguridad que ofrecen”.
- Costos a la banca por ilícitos con tarjetas en 2007: 100 millones de dólares
- Quejas de los usuarios contra instituciones bancarias ante la Condusef en 2007: 150 mil
- Usuarios afectados por clonación de medios de pago electrónico: 35 millones
- Tarjetas susceptibles de ser duplicadas según la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales: 7 millones