Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 14 segundos
Resulta totalmente absurdo que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) de Agustín Carstens haya modificado a la baja las expectativas de crecimiento económico para 2008 de 3.5 a 2.7 por ciento sin haber modificado sustancialmente los demás indicadores macroeconómicos del país. Así, por ejemplo, el menor crecimiento esperado ya no es consistente con la inflación esperada, la cual permaneció sin modificación a pesar de que el crecimiento en Estados Unidos será menor y la inflación en ese país será mayor, debido al efecto de los precios internacionales del petróleo.
Vemos que los programas de inversión e infraestructura recientemente anunciados por Felipe Calderón no son “nuevos”, ya que prácticamente la totalidad de ellos ya estaban contemplados en el Presupuesto para 2008, que fue aprobado en noviembre del año pasado por los diputados.
Por ello, el impacto de los programas anunciados sobre el empleo y el crecimiento económico será prácticamente nulo. Y los 600 mil empleos que se pretenden generar serán imposibles de alcanzar.
Hay que recordar que los Criterios de Política Económica –también llamados marco macroeconómico– constituyen las proyecciones de los principales indicadores macroeconómicos sobre los cuales se hacen las estimaciones de ingresos y gastos públicos; por ello, de la consistencia y veracidad que tengan las proyecciones macroeconómicas dependerá el comportamiento de las finanzas públicas y de la economía en general.
Más aún, cuando parece que –con excepción de los altos niveles en el precio del petróleo– la mayoría de las condiciones económicas que enfrentó la economía estadunidense a principios del sexenio anterior se están repitiendo. Pero éstas son aún peores que durante el primer trienio de Vicente Fox.
Entonces el crecimiento promedio de la economía estadunidense fue de apenas 2.0 por ciento, y de la economía mexicana, del 1 por ciento. Además, la generación de empleo fue negativa: entre 2001 y 2003 se observa que los empleos disminuyeron en 39 mil 413 personas.
Lo anterior, a pesar de que entre 2001 y 2003 la economía mexicana tuvo ingresos excedentes por concepto de petróleo por aproximadamente 80 mil millones de pesos y el gobierno realizó una inversión pública en esos tres años por casi 400 mil millones de pesos.
Desde que Calderón anunció la incorporación de Agustín Carstens como encargado de su Programa Económico, se generaron diversas reacciones y opiniones en prácticamente todos los sectores económicos y políticos del país. Y si bien es cierto que en los círculos financieros del poder, la designación del exsubdirector gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) causó buenos comentarios, también planteó fuertes críticas por parte de analistas y académicos, quienes manifestaron duramente su inconformidad al señalar que Felipe Calderón se supeditó nuevamente a las instrucciones del FMI y de Roberto Hernández.
Lo cierto es que desde que Carstens tomó el control de las finanzas del país se ha dedicado a aplicar la misma estrategia que su antecesor Francisco Gil Díaz; por ello, la economía mexicana sigue enfrentando el principal problema del sexenio foxista, es decir, falta de crecimiento y de empleo.
Carstens, al aplicar las mismas medidas económicas que la administración foxista, no podrá obtener resultados diferentes a los que hasta ahora se han obtenido.
Durante la gestión de Agustín Carstens como subsecretario de Hacienda del gobierno foxista (2001-2003) se logró la aprobación por parte del Congreso de la llamada reforma financiera y buena parte de la reforma fiscal, pero fue también cuando se obtuvo un menor crecimiento económico.
La situación se repite, ya que Carstens aparentemente ha logrado obtener “un parche fiscal” con la mal llamada “reforma fiscal calderonista”; sin embargo, hasta ahora, nada muestra que la economía mexicana pueda retornar al camino del crecimiento y del empleo.
Lejos de eso, durante 2007 y de acuerdo con los datos reportados en los Criterios de Política Económica, la economía mexicana apenas registró un crecimiento de 3.3 por ciento, cifra que se compara desfavorablemente con el 4.7 por ciento registrado en 2006.
Cabe destacar que para 2007 los empleos generados disminuyeron en más de 139 mil personas respecto de los generados durante 2006. Y, de acuerdo con las cifras dadas a conocer por Agustín Carstens, la generación de empleos será aún más precaria para 2008, al ser inferior en más de 239 mil puestos de trabajo con relación a 2006.
Más aún, la crisis inmobiliaria en Estados Unidos y las consecuencias que ésta ha tenido sobre los mercados financieros y económicos estadunidenses hacen prever que resultará prácticamente imposible que los norteamericanos se salven de una recesión en 2008, lo que sin duda alguna traerá consecuencias desastrosas para nuestro país.
Por ello, el propio Fondo Monetario Internacional ha advertido que se espera un menor crecimiento mundial y ha revisado a la baja tanto el crecimiento de Estados Unidos como de la economía mundial en general.
A esto se añade que si bien es cierto que un precio elevado del petróleo es conveniente para nuestras finanzas públicas, también lo es que en la medida en que estos máximos históricos se mantengan, el costo de muchas materias primas que no son producidas en nuestro país empezarán a incrementarse. Y con ello empezaremos a “importar inflación” que acelerará aún más el crecimiento de los precios y que se combinará con los altos precios de los alimentos.
El único camino para mitigar los efectos de la recesión estadunidense es modificar las condiciones estructurales de nuestra economía. Y, para ello, se debe ejercer un combate frontal contra los monopolios, aplicar un programa de austeridad en el gobierno que libere recursos que permitan establecer un programa de incentivos fiscales para empresas, así como un programa emergente de subsidios a los productores agropecuarios y de nueva inversión en sectores como el de la energía y la infraestructura.
*Secretario de la Hacienda Pública del “gobierno legítimo”