La nueva guerra fría

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La libertad con la que se mueve el universo de internet asusta hasta al gobierno más poderoso del mundo. Estados Unidos se encuentra en plena construcción de las murallas que le permitirán cubrir los flancos que han quedado al descubierto y que son motivo de preocupación respecto a su seguridad nacional pero sobre todo ante el riesgo de la competitividad de sus negocios amenazados por el robo de secretos industriales.

Apenas en febrero pasado, el Congreso de Estados Unidos aprobó cambios para fortalecer la Ley de Mejora de la Seguridad Cibernética ante la preocupación que han generado las más recientes manifestaciones de esta nueva clase de delincuencia y que también ha puesto en entredicho las relaciones bilaterales entre los países afectados.

La Oficina General de Control de Estados Unidos (GAO), por sus siglas en inglés, presentó un pormenorizado reporte en el que analiza la eficacia de las acciones desarrolladas por las dependencias del gobierno estadounidense para combatir el problema. En ese informe –liberado en julio pasado- la GAO realiza un recuento de los eventos que demuestran el riesgo en el que se encuentra su seguridad nacional.

No se trata de un fenómeno nuevo. En mayo de 2007,  el gobierno de Estonia y muchas empresas de ese país fueron víctimas de un ataque cibernético coordinado desde el exterior que generó graves consecuencias en sus niveles de seguridad tecnológica. Se culpó, entonces, a hackers rusos y el miedo en torno a una nueva guerra fría se hizo presente, pero esta vez en el ciberespacio. Por lo tanto, el blindaje contra ataques y amenazas a través de la red, es una asignatura pendiente que ocupa por igual a empresas que a gobiernos (Fortuna 90. Julio. Seguridad Informática, Inversión para el futuro).

Una nueva amenaza

Hasta ahora, ningún país se encuentra a salvo. En marzo de 2008, el Departamento de Defensa de Estados Unidos reportó que durante 2007 su sistema de cómputo, así como el de otras agencias federales relacionadas con importantes think-thanks, había sido blanco de intromisiones que, se presumió, se originaron en China. En esa época, el influyente periódico inglés The Times publicó que el gobierno chino preparaba un ataque cibernético masivo en contra de Estados Unidos y que habría estado encabezado por el Ejército de Liberación del Pueblo.

La respuesta de ese gobierno no se hizo esperar y se manifestó en restricciones contra los íconos estadounidenses del imperio del internet como Google.  En esa región de Asia, el gobierno instaló un filtro para bloquear el acceso al gigantesco buscador por parte de de los cibernautas chinos.

Después, en enero de 2010 se dio a conocer que al menos 30 compañías estadounidenses, casi todas ubicadas en la región de Silicon Valley, California, habían registrado problemas con la seguridad de sus sistemas, luego de que los ciberterroristas lograron infectar sistemas de cómputo para tener acceso a sus archivos privados que resguardaban información corporativa y códigos de acceso a sus softwares más estratégicos.

Estados Unidos se encuentra en plena construcción de las murallas que le permitirán cubrir los flancos que han quedado al descubierto y que son motivo de preocupación respecto a su seguridad nacional, pero sobre frente al riesgo de la competitividad de sus negocios amenazados por el robo de secretos industriales

Pero la historia se complicó aún más cuando una de esas compañías californianas – cuyo nombre no revela el informe de la GAO- confirmó que había sido víctima del robo de códigos de software y que, posteriormente, ese material se distribuyó entre más de 10 millones de usuarios como parte de las estrategias del gobierno chino para filtrar este tipo de material entre consumidores finales. Dicha empresa calculó el daño en al menos 2,200 millones de dólares después de que investigadores confirmaron que porciones de esos códigos habían sido copiados y usados en versiones iniciales de software chino.

En India fue una investigación académica de ocho meses durante el transcurso de 2009 la que confirmó que sistemas de cómputo en ese país habían sido atacados por programas remotos para infectar sus computadoras utilizando a las redes sociales. En este caso, las investigaciones se dirigieron a una organización de espías interesados en obtener información estratégica gubernamental.

Por la gravedad de la situación, Estados Unidos busca llevar esta discusión con mayor fuerza  al seno de los organismos multilaterales como el G8 o el G20. Sin embargo, son precisamente muchos de los países que no participan en estos grupos los que representan las mayores amenazas para ese gobierno y sus empresas. Además, las diferencias regulatorias y los niveles de participación del sistema judicial de cada país para atacar este problema también están complicando el combate de los delitos cibernéticos. Ésta es la nueva amenaza.

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