Grave crisis en la cuenca lechera

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Texto y fotos: Araceli López Islas

La crisis de la industria lechera afecta a 150 mil productores del estado de Hidalgo, en donde se localiza la que fuera la más importante cuenca de producción. La quiebra amaga luego de la entrada en vigor del capítulo agropecuario del TLCAN. Los productores, que están en el abandono, estiman que podrán mantener sus negocios sólo cuatro años más

Mientras que países como China hacen frente al encarecimiento mundial de alimentos con una política de autosuficiencia alimentaria a largo plazo, el gobierno de México abandona al campo y provoca la quiebra de sectores estratégicos, como el lechero, lo que conduce al país a una peligrosa dependencia alimentaria.

Tal es el caso de la crisis que padecen, desde 2005, los ganaderos de la cuenca lechera de Tizayuca, por lo que los propios ganaderos pronostican apenas cuatro años de vida a ese sector en Hidalgo.

La causa de este problema, argumentan los ganaderos, radica en el impacto de los bajos precios del lácteo en el mercado local, que ocasionaron ya una disminución del 25 por ciento en la producción y una pérdida del hato ganadero de 8 mil cabezas.

Las advertencias del Banco Mundial, en el sentido de que a causa del encarecimiento de los alimentos podría aumentar la pobreza y la malnutrición, perece no decirle nada al gobierno federal, el cual poco o nada ha hecho por revertir la crisis que vive el sector lechero, antes sustantivo para la economía nacional y estatal.

El Complejo Agroindustrial de Tizayuca (Caitza) ocupa alrededor de 120 hectáreas de terreno en los que se localizan 126 establos y un promedio de 25 mil vacas. Ahí trabajan 90 productores que generan alrededor de 2 mil 300 empleos directos y 7 mil 500 indirectos, cuya producción en conjunto alcanza los 500 mil litros de leche.

Esta cuenca fue creada durante el sexenio de Luis Echeverría (1970-1976), luego de que los productores de leche que operaban en el Distrito Federal fueron desplazados de la capital del país hacia otras zonas cercanas “por generar contaminación”. También llegaron a Tizayuca ganaderos de otras zonas productoras del país, sobre todo de los altos de Jalisco y de Zacatecas.

Álvaro González Muñoz, presidente del Frente Nacional de Productores, advierte que si el gobierno federal y los diputados no aceptan las propuestas de los ganaderos para rescatar a este sector, existe el riesgo de que –luego de la entrada en vigor de la última parte del capítulo VIII del apartado agrícola del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN)– los ganaderos tengan que vender al gobierno esta cuenca estratégica.

González Muñoz explica que en los últimos dos años, casi 10 establos han cerrado y 20 más podrían ser abandonados en este año de 2008. Esta medida significaría un impacto negativo en la creación de empleos y producción lechera de la región, en virtud de que en cada centro de producción se tiene un hato promedio de 300 vacas.

Liconsa paga mal

El problema que comparten todos los productores lecheros del país, coincidieron en señalar el presidente de Caitza, Javier Jiménez González, y Álvaro Muñoz en entrevistas por separado, radica en los bajos precios del producto.

Actualmente la empresa paraestatal Liconsa paga cuatro pesos por el litro de leche a los ganaderos, mientras que su costo de producción oscila entre los cuatro pesos con 60 centavos y cinco pesos. Esto significa que un ganadero promedio de la cuenca de Tizayuca registra una pérdida diaria de 5 mil pesos.

Por otra parte, a este panorama desolador de la industria se suman: los altos costos de los alimentos para el ganado, la importación del 40 por ciento de la leche que requiere el país y la falta de créditos que desde hace tres años han ocasionado que los ganaderos estén al borde de la quiebra.

“Nosotros llevamos cinco años pidiendo un acuerdo nacional y no hemos sido escuchados. En este país parece que los productores de leche somos indefendibles y de no llegar a un acuerdo con las autoridades estamos por desaparecer antes de cuatro años: verdaderamente ya no aguantamos”, lamenta el presidente de Caitza.

“No es posible que a los consumidores se les haya incrementado en dos ocasiones el precio de la leche y a nosotros no se nos ayude, sólo a los industriales”, agrega Javier Jiménez. Asegura que con los incrementos que ha tenido el lácteo, los industriales obtuvieron una ganancia de tres pesos, en tanto que las tiendas obtuvieron un peso por cada litro.

Este incremento de los costos y la falta de ayuda gubernamental, obligó también a algunos productores a vender su producción a los fabricantes de queso, quienes sólo pagan a tres pesos el litro. “Es un producto que vale seis pesos y algunos compañeros lo dejan en tres pesos por la desesperación”, dice Jiménez González.

El representante de los lecheros señala que por una mala política del gobierno –que avalaron los diputados federales–, Liconsa dejó de pagar a seis pesos el litro de leche, para sólo ofrecer cuatro pesos por litro. Asegura que la repercusión de esta medida fue inmediata: se canceló la importación de ganado procedente de Estados Unidos y Canadá y esto impactó en la calidad del hato ganadero.

Los apoyos que el gobierno de la entidad ha ofrecido a la cuenca, explica, han sido insuficientes. Tal fue el caso de la planta del grupo Real de Tizayuca destinada a “salvar” a los ganaderos porque permitiría la comercialización del producto; sin embargo, no cumplió con las expectativas que generó en el sector porque la leche envasada en cajas tipo tetra pack no fue aceptada en los centros comerciales.

“Sufrimos discriminación en las tiendas, muchas no quieren aceptar el producto y argumentan que se trata de una marca nueva que no tiene impacto en la población, pero nosotros tenemos la leche de mejor calidad, tanto que vendemos a firmas como: Lala, Santa Clara y Alpura, por lo que necesitamos que las cajas de leche se expendan en todo el país”, refiere el líder.

TLCAN, desleal

Tras la entrada en vigor de la primera parte del capítulo VIII del TLCAN, en 2004, los ganaderos y productores de leche mexicanos perdieron el 30 por ciento del mercado nacional. Además, esos lecheros señalan que el precio con el que entra la competencia extranjera es menor al de producción de los lecheros nacionales, lo que ya provocó pérdidas colosales para lecheros primarios del país.

En contraste, los productores de Estados Unidos reciben grandes apoyos para la producción del lácteo. Datos proporcionados por los lecheros locales estiman que por cada dólar que México destina a sus agricultores, Estados Unidos destina 6.6 dólares. Además, en nuestro país se recibe apenas una décima parte o menos de esos apoyos que, además, no son generalizados en virtud de que llegan a muy pocos productores pequeños.

Cabe señalar que los programas Alianza para el Campo y Procampo son muy limitados, no llegan a todo el sector agrícola y mucho menos al agropecuario. “A nosotros nunca nos ha llegado ningún tipo de apoyo y es que a los pequeños productores ni caso les hacen”, declara el productor Alejandro Hernández.

“Hay muy pocos apoyos y cuando llegan a un productor pequeño, éste tiene que buscar el de los productores ricos para reunir el capital necesario, pues el gobierno sólo te apoya con un 50 por ciento y el otro 50 por ciento lo tienes que poner tú, por lo que los apoyos siempre caen en manos de las grandes empresas como Alpura, Lala, Danone”, comenta.

Algunos podrían pensar que los productores de leche del país no están capacitados, pero “¿cómo quiere el gobierno que estemos capacitados si no nos ayudan en nada y la verdad no tenemos recursos económicos para hacerlo y lejos de ayudarnos nos ponen cada vez más trabas que nos limitan el trabajo?”, pregunta el productor Alejandro Hernández.

Entre los productores especializados, los únicos con capacidad de competir son los que están integrados en grupos como Lala, Alpura, Danone y Santa Clara, entre otros, pero se habla de no más de 5 mil o 10 mil. El resto carece de toda posibilidad de competir debido a su falta de capacitación y principalmente porque carecen de los recursos económicos necesarios.

La apertura comercial a partir del TLCAN y la reducción gradual en la importación de polvos y lactosueros trajo consigo la expansión de fórmulas lácteas que se venden como si se tratara de leche genuina en el mercado nacional. Esta información engañosa sobre la naturaleza real del producto constituye una competencia indigna con la leche legítima que es producida en el país, argumentan los lecheros.

La quiebra

Desde hace 14 años, tras la firma del acuerdo trinacional de libre comercio, los pequeños productores de leche que no pudieron competir por falta de rentabilidad, fueron obligados a abandonar la actividad y a emplearse como mano de obra en otras empresas. Esta situación tuvo otra faceta lamentable: la migración hacia las ciudades en busca de un mejor empleo.

Las autoridades deberían brindar apoyos, de lo contrario, los pequeños productores de leche dejarán de realizar su trabajo y no podemos dejar que los ganaderos se vayan a la quiebra. “Si el gobierno no reorienta la política económica del sector lechero vamos más de 150 mil productores directamente al fracaso”, considera el presidente del Frente Nacional de Productores de Leche, Álvaro González Muñoz.

Otra medida que contribuyó a afectar al sector ganadero fue la indiscriminada importación de fórmulas lácteas. El aumento en el consumo de estos sustitutos lácteos dejó atrás la producción y fomento al consumo de la leche vacuna, que de acuerdo con normas internacionales es considerada como uno de los alimentos más completos por su alto porcentaje de nutrientes.

La leche es muy rica en proteínas –que a su vez contienen gran cantidad de aminoácidos esenciales para la vida– por lo que a nivel mundial se considera a este producto como el alimento ideal y necesario para la alimentación de infantes y adultos, además de que se puede consumir ya sea en forma fluida o en una amplia gama de derivados.

Aunque esta emulsión ha sido históricamente un producto vital para la alimentación del ser humano, tras la indiscriminada apertura de las fronteras de México fue sustituida por las fórmulas lácteas que proceden de corporativos extranjeros (suizos y estadunidenses en su mayoría).

“Entran preparaciones alimenticias, sueros, una serie de porquerías que son vendidas a los consumidores como productos que parecen ser naturales y ciento por ciento puros”, dice Álvaro González Muñoz.

Esa importación masiva trajo consigo un efecto devastador para la producción nacional y de las regiones lecheras: que la mayoría de los pequeños productores tengan que abandonar la actividad debido a que ya no les resulta redituable, pues los costos de producción son mayores al precio en que se ven obligados a vender la leche.